En plena renovaci¨®n
La trayectoria de Aleix Verg¨¦s, Sideral, est¨¢ vinculada a las cabinas de los principales clubs y festivales de m¨²sica electr¨®nica de Espa?a, donde salt¨® tras hacerse popular como residente del Nitsa Club barcelon¨¦s.
Form¨® parte de la primera generaci¨®n de pinchadiscos electr¨®nicos de Barcelona. Se inici¨® en la m¨²sica como cantante del grupo Peanut Pie a mediados de los noventa. Falleci¨® el pasado 19 de mayo.
Estaba haciendo planes, pensando seriamente qu¨¦ quer¨ªa ser de mayor. M¨¢s o menos lo sab¨ªa, sab¨ªa que no deseaba estar toda su vida viajando de cabina en cabina, desempe?ando un trabajo que s¨®lo irradia glamour ocultando su cualidad de agotador, exigente y tan obsesivo como los cinco primeros minutos de amor.
Sideral quer¨ªa renovarse y planeaba abrirse nuevas v¨ªas expresivas mediante la grabaci¨®n de un disco no como disc jockey, sino como vocalista de pop-rock. Estaba a punto de comenzar su grabaci¨®n. Sideral estaba mirando hacia el futuro, un futuro que finalmente se le ha quedado muy cerca, desoladoramente cerca.
Su m¨²sica se hab¨ªa iniciado a mediados de los noventa, al frente de un grupo de pop independiente que sacudi¨® la escena musical barcelonesa con un disco que reson¨® como un aldabonazo en la puerta de una casa en la que todos duermen.
Eran Peanut Pie, y en ese grupo cantaba un joven espigado y huesudo de belleza andr¨®gina y eterno pelo rubio esculpido en su frente. A veces ¨¢cido, a veces esquivo, a menudo implacable consigo mismo, siempre hermoso y l¨²cido, Sideral comenz¨® a hacerse hueco en una ciudad con la que cambiar¨ªa abri¨¦ndose a nuevos tiempos.
Cuando los a?os noventa iniciaban su despedida, Aleix fue uno de los portavoces del advenimiento de la electr¨®nica. Se acab¨® Peanut Pie y las guitarras cedieron su lugar preeminente a los platos, mientras que las cabinas acog¨ªan su delgadez de disc jockey que all¨ª refulg¨ªa incluso m¨¢s que sobre un escenario.
La formaci¨®n musical de Aleix, con ra¨ªces en el pop independiente, le permiti¨® manejarse en la electr¨®nica, dejando palpitar en ella un pulso mel¨®dico reconocido un¨¢nimemente como una de sus grandes virtudes.
A¨²n se recuerda que en Benic¨¤ssim, hace tres a?os, inici¨® su sesi¨®n con el Heroes de Bowie, o que en m¨¢s de una ocasi¨®n los P?xies se filtraban entre los beats de su palpitar electr¨®nico. A¨²n se recuerdan su mirada, sus manos y su sensibilidad.
Y siempre se recordar¨¢ que la vida apenas le dio tiempo para concluir aquello que hab¨ªa iniciado. En alg¨²n lugar hoy se baila con ¨¦l.-
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