Juli¨¢n G¨¢llego, la memoria viva de un maestro
Con la muerte de Juli¨¢n G¨¢llego, fallecido el pasado d¨ªa 19 de mayo, desaparece uno de los grandes historiadores del arte de nuestro pa¨ªs. Lo fue, desde luego, como docente, investigador y publicista, pero tambi¨¦n, rara avis en Espa?a hasta fechas recientes, como cr¨ªtico de arte, lo que, entre otras cosas, comporta un atento seguimiento de la actualidad art¨ªstica internacional.
En este ¨²ltimo menester, empez¨® a destacar desde comienzos de la d¨¦cada de 1950, cuando ya resid¨ªa en Par¨ªs, donde se doctor¨® en la Universidad de la Sorbona con una tesis memorable, enviando cr¨®nicas de la actualidad art¨ªstica en la capital francesa para la revista Goya, que abarcaban por igual las exposiciones hist¨®ricas como las de arte contempor¨¢neo, lo cual era ciertamente muy poco frecuente entre los historiadores del arte patrios. Pero lo que asombraba de estas cr¨®nicas era no s¨®lo la amplitud de su registro, sino su hondura y erudici¨®n, y, sobre todo, la alt¨ªsima calidad literaria de su escritura.
Disc¨ªpulo del c¨¦lebre Pierre Francastel en la Escuela Pr¨¢ctica de Altos Estudios de Par¨ªs, su tesis doctoral francesa, titulada Visi¨®n y s¨ªmbolos en la pintura espa?ola del Siglo de Oro, tuvo una merecida resonancia internacional, porque reorient¨® por completo el estudio de nuestra pintura del XVII, al llamar la atenci¨®n sobre la compleja urdimbre cultural que la nutr¨ªa, lo cual sirvi¨® para terminar con el prejuicio rom¨¢ntico de un supuesto genio racial espa?ol imantado por la descripci¨®n cruda de lo real.
De regreso a su pa¨ªs natal en el cambio de d¨¦cada de 1960 y 1970, su vocaci¨®n docente le oblig¨® a hacer una nueva tesis doctoral espa?ola, en la Facultad de Derecho de la Complutense, dedicada esta vez al tema de la situaci¨®n de los artistas espa?oles del XVII, tanto desde el punto de vista te¨®rico como fiscal.
Tras 25 a?os de docencia universitaria en Madrid, primero en la reci¨¦n creada Universidad Aut¨®noma y despu¨¦s en la Complutense, donde lleg¨® a ser catedr¨¢tico em¨¦rito, ense?¨® a varias generaciones de estudiantes espa?oles, a los que marc¨®, durante ¨¦pocas todav¨ªa de penuria, por su altura intelectual, su curiosidad interdisciplinar, su cosmopolitismo y su entra?able calidad humana.
Como pose¨ªa ese raro don del docere delectando, era adem¨¢s constantemente reclamado por todos los foros nacionales e internacionales de investigaci¨®n y divulgaci¨®n, multiplicando hasta el infinito el n¨²mero de sus seguidores. Recuerdo al respecto la multitud que asisti¨®, en 2003, al Museo del Prado para asistir al fervoroso acto de homenaje que le dedic¨® la Fundaci¨®n Amigos del Museo del Prado, pese a que no pudo acudir ¨¦l personalmente por su quebrantada salud.
Escritor de ficci¨®n, ensayista, memorialista, comisario de exposiciones, adem¨¢s de cr¨ªtico e historiador de arte, de prol¨ªfica producci¨®n, es dif¨ªcil compendiar las aportaciones de Juli¨¢n G¨¢llego en todos estos campos. A pesar de las dificultades de la ¨¦poca que le toc¨® vivir, con la Guerra Civil de por medio y, por supuesto, la terrible posguerra, que fue la que le impuls¨® a marcharse de Espa?a y a cambiar el rumbo de su carrera profesional, ning¨²n avatar le impidi¨® afrontar una obra memorable por su variedad, rigor y abundancia.
Nunca, por lo dem¨¢s, se conform¨® a tratar el arte "desde fuera", lo que signific¨® no s¨®lo abordar el arte contempor¨¢neo, sino hacerse amigo personal de varias generaciones de artistas espa?oles y extranjeros. Al final, como no pod¨ªa ser menos, todos estos m¨¦ritos le fueron reconocidos y fue acad¨¦mico de n¨²mero de la Real de San Fernando, recibi¨® la medalla de oro de Bellas Artes, as¨ª como diversas condecoraciones nacionales y extranjeras. Pero ni en las ¨¦pocas oscuras, ni en las del triunfo, nadie le conoci¨® un ¨¢pice de amargura, ni de infatuaci¨®n.
Atesoraba la rara virtud de mezclar iron¨ªa y bondad, como s¨®lo pueden hacerlo las personas de talento y talante generosos. Era respetado y querido a la vez. Conocerle, tratarle y aprender de ¨¦l fue un privilegio que nos acompa?ar¨¢ mientras vivamos. Su magn¨ªfica obra llegar¨¢ tambi¨¦n a muchos otros, que compartir¨¢n nuestra admiraci¨®n.
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