La estrategia de Abbas
En un movimiento valeroso e inteligente, el presidente Mahmud Abbas le ha dado a Ham¨¢s, el movimiento terrorista que asume el Gobierno de la Autoridad Palestina tras su victoria en las elecciones legislativas del pasado enero, un plazo de 10 d¨ªas para que acepte un plan para la constituci¨®n de un Estado propio en los territorios que Israel ocupa desde la guerra de 1967, y en caso de que rechazara la idea, el l¨ªder de Fatah anuncia que convocar¨ªa un refer¨¦ndum en un lapso de 50 d¨ªas para que se pronunciara el pueblo palestino.
La jugada es excelente porque aun si Ham¨¢s rechaza un proyecto que en otras formas ya ha ignorado, -como la oferta de paz de la Liga ?rabe de marzo de 2002- para no apearse de su pretensi¨®n, irrealizable, disparatada y criminal de destruir Israel para establecer el Estado palestino en todo el territorio del antiguo Mandato, mal puede oponerse, en cambio, a una consulta popular. Y todo apunta a que hubiera enormes probabilidades de que el presidente Abbas ganara ese eventual refer¨¦ndum, puesto que el pueblo palestino obtendr¨ªa mucho m¨¢s de lo que hoy es realista creer que est¨¢ dispuesto a ceder Israel.
El plan, por a?adidura, ni siquiera es del propio m¨¢ximo representante de la Autoridad Palestina, sino que se basa en un documento redactado y firmado por presos palestinos en las c¨¢rceles de Israel, todos inmensamente populares, como Marwan Barghuti, l¨ªder de la fracci¨®n m¨¢s radical de Fatah, e incluso alg¨²n dirigente de Ham¨¢s.
Ante ello, el presidente de la C¨¢mara palestina, Aziz Dwiki, de Ham¨¢s, ha resuelto que se cree un comit¨¦ de todas las fuerzas pol¨ªticas para entablar un di¨¢logo nacional sobre la propuesta. Y el movimiento tanto puede servir para enterrar la iniciativa en una masa de papeleo parlamentario, lo que ser¨ªa lamentable, como llamar a concurso a lo m¨¢s vivo del pueblo palestino para que se ponga en masa detr¨¢s de una oferta de paz sensata, negociable, flexible, siempre basada en la resoluci¨®n 242 de la ONU que exige la retirada total israel¨ª, pero que no sacralizara ¨¦sta como si fuera un icono.
La prueba del nueve se halla, sin embargo, en manos de un Israel hasta ahora muy poco cooperador. El primer ministro israel¨ª, Ehud Olmert, volvi¨® el viernes pasado de su primer viaje oficial a Washington con una semiaprobaci¨®n del presidente norteamericano, George W. Bush, para trazar a su antojo en 2007 las nuevas fronteras de Israel en Cisjordania; es decir, comunicarle a los palestinos la tierra que les queda.
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