Un caso la mar de instructivo
Incluso en pa¨ªses especialmente volcados hacia la mar, como ha sido el caso vasco, existen determinadas facetas de lo mar¨ªtimo que resultan invisibles para la sociedad. El caso paradigm¨¢tico es el de la mar en cuanto escenario del trabajo industrial; es decir, el de la marina mercante. La mar recibe atenci¨®n social como espacio l¨²dico o deportivo, como ¨¢mbito de geoestrategias o de dramas humanos; poco se sabe de la mar como medio de un particular trabajo humano. Y, sin embargo, ese ¨¢mbito concreto nos proporciona ejemplos y orientaciones muy valiosos para los problemas contempor¨¢neos de nuestras sociedades. En concreto, y de ello, pretendo hablar en este art¨ªculo, la mar-trabajo es un ejemplo instructivo de las consecuencias que tiene la globalizaci¨®n econ¨®mica sobre las relaciones sociales a las que afecta. Por una raz¨®n muy sencilla, porque en el marco de la marina mercante se ha dado una globalizaci¨®n temprana, que se ha anticipado en m¨¢s de treinta a?os a la actualmente generalizada de la econom¨ªa. Y treinta a?os son un per¨ªodo m¨¢s que suficiente para constatar los efectos de ese proceso.
El descontrol se paga y, tarde o temprano, exige una reintervenci¨®n p¨²blica, pero ¨¦sta es luego m¨¢s complicada
En la marina mercante la globalizaci¨®n se ha anticipado en m¨¢s de treinta a?os a la del conjunto de la econom¨ªa
Como es sabido, a partir de los a?os setenta del pasado siglo se impuso en la marina mercante mundial el fen¨®meno denominado como flags of convenience (FOC, o banderas de conveniencia), en virtud del cual casi la mitad de la flota mundial es explotada bajo la bandera de pa¨ªses que carecen de cualquier deseo y capacidad de controlar efectivamente las condiciones de esa explotaci¨®n, a m¨¢s de practicar un permisivismo absoluto en materias sociales (condiciones laborales, horarios de trabajo, competencia profesional de las dotaciones), econ¨®micas (ausencia de impuestos sobre beneficios de explotaci¨®n) y de seguridad (falta de control). Ha sido un logrado intento para crear un ¨¢mbito totalmente libre en el que las empresas navieras pudieran actuar sin constricci¨®n externa alguna, creando ellas mismas sus propias reglas de comportamiento. Era el ideal empresarial de cierta clase de capitalismo, el que defiende la desaparici¨®n total de la regulaci¨®n p¨²blica en materia sociolaboral, como subray¨® Stefano Zunnarelli. Conviene entonces, pasados tantos a?os, examinar los resultados que ha provocado en el particular sector econ¨®mico al que afecta.
Lo cierto es que el fen¨®meno FOC ha llevado a las empresas a una competencia sin l¨ªmite en pos del abaratamiento de costes, sobre todo de costes laborales, lo que ha tenido efectos relevantes en materia de seguridad mar¨ªtima y de condiciones sociales. En el primer aspecto, la fiabilidad de la navegaci¨®n mar¨ªtima se ha visto negativamente afectada como consecuencia de un proceso continuo de disminuci¨®n del tama?o de las dotaciones de los buques y de incremento de su fatiga. La causa es el empobrecimiento de la convivencia a bordo, debido a un multiculturalismo salvaje provocado por el reclutamiento de mano de obra barata y por el escaso control sobre su nivel real de competencia. Y no se trata tanto de los accidentes a los que se muestra sensible esa opini¨®n p¨²blica occidental embelesada por el ambientalismo (las mareas negras), sino de los miles de personas muertas en tantos naufragios tercermundistas que no merecen los titulares en nuestra prensa. O los cientos de marinos fallecidos en accidentes n¨¢uticos sin otra explicaci¨®n que fallos absurdos en la operaci¨®n de los buques. Esa es la aut¨¦ntica faz de la inseguridad mar¨ªtima.
Lo curioso es que esta realidad de inseguridad ha generado finalmente una reacci¨®n sobrereguladora por parte de los Estados costeros occidentales que ven sus playas amenazadas por la contaminaci¨®n. Una sobre-regulaci¨®n que intenta poner fin a la inseguridad a base de inspecciones, sanciones y control de los buques por el Estado del puerto, ya que el Estado de bandera no la cumple. Se trata de una absurda paradoja: intentar resolver las consecuencias de la falta de regulaci¨®n y control en origen mediante un exceso de control sobre el resultado. Los mismos Estados que han abdicado de su papel regulador, al permitir el uso ilimitado de las FOC, pretenden despu¨¦s corregir los efectos perniciosos de su proliferaci¨®n mediante la actividad policial costera y la criminalizaci¨®n de los accidentes, llevando al paroxismo el control de los buques extranjeros en sus aguas y puertos. La lecci¨®n obvia podr¨ªa enunciarse diciendo que el descontrol se paga, y tarde o temprano exige una re-intervenci¨®n p¨²blica, pero que ¨¦sta es m¨¢s complicada y dif¨ªcil (y m¨¢s injusta por aleatoria) que la inicialmente abandonada.
En materia laboral se ha producido un desplazamiento del reclutamiento de marinos al Tercer Mundo, a la b¨²squeda del abaratamiento a ultranza. Despu¨¦s de ello, en aquellos casos en que se ha intentado preservar un m¨ªnimo de mano de obra europea a bordo, las condiciones a que se ha sometido esta conservaci¨®n nos muestran a las claras los efectos de la globalizaci¨®n. Por ejemplo, el uso de tripulantes espa?oles en empresas nacionales est¨¢ bonificado mediante la supresi¨®n total del coste de la Seguridad Social y de las retenciones del IRPF (por no mencionar la supresi¨®n del Impuesto de Sociedades). Dicho de otra manera, la ¨²nica forma para mantener esta actividad en Europa es la de poner a cargo de la colectividad los costes empresariales de tipo social o contributivo: con impuestos y seguridad social no hay actividad industrial mar¨ªtima posible.
Es obvio que este desplazamiento de costes sobre la colectividad es posible porque lo realiza s¨®lo un sector de actividad, que adem¨¢s es peque?o. Pero la sola hip¨®tesis de su generalizaci¨®n a toda la actividad econ¨®mica pondr¨ªa en cuesti¨®n no ya el Estado de bienestar, sino el Estado mismo.
Este puede ser el ejemplo de futuro que nos adelanta la marina mercante: la globalizaci¨®n y desregulaci¨®n sin l¨ªmites pueden terminar con las condiciones de posibilidad del Estado como instrumento para la solidaridad interpersonal.
Jos¨¦ Mar¨ªa Ruiz Soroa es abogado.
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