"Nuestro error de juventud fue callar la verdad"
Un alumno del seminario de Ontaneda, en Cantabria, relata los abusos sexuales que sufri¨®
"Nuestro error de juventud fue callar la verdad", admite Jos¨¦ Barba, una de las v¨ªctimas del fundador de los Legionarios de Cristo. Es profesor de Instituciones Pol¨ªticas y Sociales en el Instituto Tecnol¨®gico Aut¨®nomo de M¨¦xico y no siente euforia ni frustraci¨®n por el comunicado del Vaticano castigando a Marcial Maciel, pero hurtando a sus v¨ªctimas un proceso, con la excusa de la edad del fundador. "Con la Iglesia no cabe esperar grandes cosas", dice. Una frase del comunicado del Vaticano le enfada especialmente, pese a ser un mazazo contra Maciel. ?sta: "Independientemente de la persona del fundador, se reconoce con gratitud el benem¨¦rito apostolado de los Legionarios de Cristo". "Es como decir que el tronco estaba podrido pero las ramas est¨¢n bien", opina.
Los dirigentes legionarios y parte de la prensa cat¨®lica siguen defendiendo no s¨®lo al movimiento, tambi¨¦n a su fundador. "?Por qu¨¦ no se hicieron las denuncias cuando sucedieron los hechos?", preguntan, retadores. Esa actitud irrita a los denunciantes, ni?os o muy j¨®venes cuando sufrieron los abusos, y aislados de sus familias. A¨²n hoy muchos hablan en privado o por escrito de lo que pasaron, pero se resisten en p¨²blico. Es el caso de un sacerdote en Madrid, jubilado. EL PA?S pact¨® una declaraci¨®n por escrito y fotograf¨ªas. Al d¨ªa siguiente, cancel¨® el compromiso.
No ocurre igual con Alejandro Espinosa, que tambi¨¦n estudi¨® en Ontaneda (Cantabria), donde conoci¨® al fundador legionario y fue uno de sus preferidos.
?sta es una m¨ªnima parte de su relato. "Nos manten¨ªa incapacitados para juzgar al superior, no s¨®lo por los cerrojos de los votos privados, insalvables de por s¨ª, sino por nuestra falta de madurez para advertir el enga?o: 'Ustedes oc¨²pense en obedecer; dejen para m¨ª la responsabilidad de pensar. Quien obedece no se equivoca'. La idea de pureza como exclusi¨®n de acto o pensamiento que implique sexualidad se balanceaba sagazmente entre el amor de padre (se hac¨ªa llamar nuestro padre: 'Los he engendrado en el esp¨ªritu con dolores peores que los de parto'), y las enfermedades que lo acosaban con 35 a?os. Explicaba el permiso papal que, concedido por P¨ªo XII para redimir sus dolencias prost¨¢ticas, le permit¨ªa el uso de mujeres".
"Llamaba a la intimidad s¨®lo a un grupo selecto, los que consideraba hermosos; se hab¨ªa fijado en m¨ª para compartir "su cruz", ese martirio continuado que puso Cristo en sus hombros. Cuando me llam¨® a direcci¨®n espiritual aquel 23 de marzo en Ontaneda, tan lejos de mi familia, dej¨® los pre¨¢mbulos y comenz¨® la sesi¨®n de caricias, besuqueos y tocamientos que lo llevaron a la falsa conclusi¨®n de que estaba enlistado en su mismo bando homosexual. Luego entend¨ª, cuando lleg¨® el verano del mismo 1955, la raz¨®n de ponerme a liderar un grupo de 25 ni?os, y su insistencia en inquirir c¨®mo me desempe?aba con ellos, buscando indicios de una atracci¨®n pederasta que en m¨ª no palpitaba. Fue aquel verano en Ontaneda cuando me llam¨® por medio de F¨¦lix Alarc¨®n [otro denunciante, sacerdote espa?ol] a su servicio. Deb¨ª de pasar tres noches consecutivas como valet para darme cuenta, porque los ataques eran graduados, casi imperceptibles. Primero ven¨ªa el "c¨®lico", su cruz, entre aspavientos y retorcidas, y luego la s¨²plica de masaje, cuando "ya no pod¨ªa m¨¢s". "Me introdujo la mano en su vientre para darme cuenta de su desnudez bajo la s¨¢bana; dirigi¨® el movimiento rotatorio hasta hacer que la circunferencia cayera en el ardiente riel con rigidez de tabla, para desentenderse del resto y centrarlo en franco masaje de pist¨®n, la masturbaci¨®n sin ambages".
"Mis padres me hab¨ªan ense?ado que violar el "templo vivo de Dios", mi cuerpo, era pecado grave. Corr¨ª al lavabo a librarme de la repulsiva medusa antes de vomitar. Fue la consagraci¨®n. De all¨ª en adelante: 'Don Alejo (as¨ª me dec¨ªa) es de confianza'. Estoy cierto de que Maciel era consciente de esa indisposici¨®n, y muy a mi pesar continuaba oblig¨¢ndome a darle masajes, eufemismo de masturbadas, sin pasar por la lista completa de acciones, desde el sexo oral hasta las penetraciones dolorosas, que impon¨ªa a otros".
Adem¨¢s de este seminario de Ontaneda, los Legionarios de Cristo tienen en Espa?a otro "centro vocacional" de igual rango -seminario menor, en la jerga eclesial cl¨¢sica- en Moncada (Valencia), donde la legi¨®n de Maciel cuenta con el apoyo del arzobispo Agust¨ªn Garc¨ªa Gasco. Tambi¨¦n poseen la universidad Francisco de Vitoria en Pozuelo (Madrid), la red de colegios Everest, la organizaci¨®n Higlans y la cadena de colegios Mano amiga.
El caser¨®n de Ontaneda, en el municipio de Corvera de Toranzo, de algo m¨¢s de dos mil habitantes repartidos en media docena de poblaciones (a medio camino entre Santander y el puerto de El Escudo), presentaba el s¨¢bado una aspecto desolador: silencio total, la piscina vac¨ªa y buena parte de las contraventanas echadas. Este edificio enorme, de terrible recuerdo para el ex seminarista Espinosa, es quiz¨¢s el mayor del municipio, y est¨¢ situado en pleno centro urbano, con fachada a la carretera general y grandes vistas a las monta?as bajas y al curso medio del r¨ªo Pas, en el oeste de una verde comarca configurada por el famoso r¨ªo y el Pisue?a.
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