Puro teatro
El Festival de Glyndebourne abre este a?o pasado por agua y con el imprescindible homenaje a Mozart, una nueva producci¨®n de Cos¨¬ fan tutte que seguir¨¢ en el escenario del precioso teatro de East Sussex hasta casi mediados de julio -la otra novedad este a?o ser¨¢ Esponsales en el monasterio de Prokofiev en versi¨®n esc¨¦nica de Daniel Slater y musical de Vladimir Jurowski-. Las dos cosas, el agua y Mozart, forman parte de la tradici¨®n de la casa. Precisamente con Cos¨¬ arrancaba su historia hace 72 a?os. Usando dos de los pilares sobre los que trabaja el festival -montajes tirando a convencionales y apuesta por cantantes j¨®venes justo en el momento en que empiezan a aparecer en los grandes teatros- esta nueva Scuola degli amanti funciona estupendamente en el concepto esc¨¦nico de Nicolas Hytner, actual responsable del National Theatre londinense. De raigambre absolutamente cl¨¢sica, ordenada y templada, no llega a arrebatar pero se agradece su elegancia a lo Strehler -s¨®lo desentona el calzado de las chicas-, la luminosidad de la escena, la sucesi¨®n de la intriga sin que nada moleste o distraiga. Es puro teatro, se basa en la direcci¨®n de actores y en el trabajo expresivo, gestual, en los peque?os detalles que evocan desconcierto o complicidad y en los rasgos m¨¢s obvios que manifiestan la pasi¨®n amorosa y el peque?o desastre dom¨¦stico en que termina la farsa. Hasta el punto de que alguna vez la disposici¨®n de los personajes es m¨¢s propia de un escenario de comedia que de un teatro de ¨®pera.
Cos¨¬ fan tutte
De Mozart. Lehtipuu, Pisaroni, Rivencq, Persson, Vondung, Garmendia. Coro del Festival de Glyndebourne. Orquesta del Siglo de las Luces. Escenograf¨ªa y vestuario: Vicki Mortimer. Director musical: Ivan Fischer. Director de escena: Nicholas Hytner. Glyndebourne, 27 de mayo.
Para ese planteamiento hacen falta protagonistas d¨²ctiles y cre¨ªbles, como lo ha sido el reparto reunido para la ocasi¨®n. Seis j¨®venes cantantes que, adem¨¢s de hacerlo muy bien, dan el tipo perfectamente y componen, como conjunto, un cartel casi ideal. De ellos me van a permitir que destaque a la donostiarra Ainhoa Garmendia, una Despina ejemplar, avispada, derramando gracia, con el personaje perfectamente trabajado y una voz ideal para ¨¦l. La perfecta soubrette en toda la dignidad del t¨¦rmino y, desde ahora, una de las pocas cantantes espa?olas que han puesto los pies en ese escenario y que forman una n¨®mina impresionante: De los ?ngeles, Berganza, Caball¨¦, Lorengar, Tarr¨¦s... La sueca Miah Peerson canta ya en sitios muy serios y en Glyndebourne demostr¨® por qu¨¦. Su Fiordiligi posee un extraordinario poder¨ªo vocal y por eso -y porque es ya algo m¨¢s que una promesa- cabe exigirle un puntito m¨¢s de personalidad para redondearlo. La alemana Anke Vondung es una actriz de primera clase, con una voz que, como la de su hermana en la ficci¨®n, corre sin problemas de una tesitura a otra. Topi Lephtipu y Luca Pisaroni fueron, respectivamente, un Ferrando y un Guglielmo impulsivos y apasionados. La voz del finland¨¦s no es muy bella, ni su italiano precisamente perfecto, pero surge con frescura y muy buen estilo. Voz y estilo le sobran a Pisaroni, un bar¨ªtono ya muy hecho, de gran clase. M¨¢s flojo, dentro de tan buen nivel, fue Nicolas Rivenq, un Don Alfonso impecable en lo actoral, cre¨ªble cien por cien como malvado amigo de los dos seductores de ocasi¨®n, pero de voz no muy grande y algo t¨ªmida en su proyecci¨®n y que fue a menos en lo canoro.
Ivan Fischer hizo un gran trabajo al frente de la Orquesta del Siglo de las Luces, uno de los lujos del foso de Glyndebourne, que hizo honor a su fama. Acompa?¨® muy bien a los cantantes e insisti¨® en las zonas m¨¢s dram¨¢ticas de la partitura, que en sus manos aparece en todo su car¨¢cter tragic¨®mico. Firm¨® algunos momentos magn¨ªficos, como el maravilloso Soave sia il vento, pura brisa napolitana. El ¨¦xito fue absoluto y demostr¨®, una vez m¨¢s, lo que hay que hacer para convencer a este p¨²blico que da tanta importancia a la buena vida y que prefiere que no le den sustos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.