Evo y la utop¨ªa arcaica
La rousseauniana simpat¨ªa por los ind¨ªgenas del altiplano andino que muestran muchos intelectuales de la izquierda europea hace pensar en una especie de culpabilidad retrospectiva, insidiosa forma de lo que Edward Said llam¨® "nostalgia imperialista".
As¨ª, de Europa nos llega cada d¨ªa gente ansiosa de vivir o, al menos, presenciar experiencias "primordiales" -revoluciones ind¨ªgenas, golpes militares encabezados por tenientes coroneles de oratoria antiimperialista, sangrientos motines carcelarios en S?o Paulo, etc¨¦tera-. Inusuales ocurrencias ¨¦stas que la alternabilidad en el Ejecutivo, la separaci¨®n de poderes, la independencia del Poder Judicial y, en fin, la gris rutina burocr¨¢tica del Estado de bienestar europeo no brindan ya a los utopistas posmodernos.
Hace ya d¨¦cadas, Hans Magnus Enzensberger elabor¨® una perspicaz teor¨ªa moral de lo que hay detr¨¢s de todo turismo revolucionario. Enzensberger se refer¨ªa al turista de izquierda europeo occidental de visita en alg¨²n pa¨ªs del desaparecido "bloque oriental". Acaso convenga hoy extender y afinar esa taxonom¨ªa a los nuevos viajeros de Indias.
A?adido reciente a la lista de mendaces t¨®picos "pol¨ªticamente correctos", tan caros a los amigos europeos del Calib¨¢n latinoamericano, es la noci¨®n de que el presidente de Bolivia, Evo Morales, es ind¨ªgena. Y que ello debe interpretarse, adem¨¢s, como un hecho revolucionario que viene a enderezar un escandaloso entuerto que dura ya siglos. Una nov¨ªsima fuerza social y pol¨ªtica, a la que arropadoramente se da en llamar "indigenismo", estar¨ªa al fin recorriendo Am¨¦rica Latina.
Hace poco, una columna de Miguel ?ngel Bastenier (El etnicismo de Evo, EL PA?S, 10 de mayo de 2006) hizo aseveraciones que resultan, cuando menos, reduccionistas y descaminadoras. De Evo Morales se dice en ella que es "convincentemente ind¨ªgena". De la poblaci¨®n mestiza y blanca bolivianas, al compararlas con la presunta mayor¨ªa "originaria" -como es hoy de buen tono decir en Bolivia-, afirma que "es escueta"; apenas una "capa de poblaci¨®n instalada in situ ¨²nicamente durante los ¨²ltimos siglos". Si traigo a esta nota la pieza de M. ?. Bastenier es s¨®lo porque ella brinda un compendio de lo que, can¨®nicamente, se tiene por cierto en Europa acerca de la "insurgencia" ind¨ªgena latinoamericana.
All¨ª se afirma que "los intelectuales latinoamericanos, blancos en su enorme mayor¨ªa y, en general, asimilables a alg¨²n tipo de izquierda, en gran n¨²mero de foros sobre el futuro de la regi¨®n niegan con tal unanimidad que haya el m¨¢s m¨ªnimo componente racial en los movimientos de rectificaci¨®n pol¨ªtica, hoy en Bolivia, ayer en Venezuela y un d¨ªa quiz¨¢ en Per¨² y Ecuador, que s¨®lo cabe deducir que les preocupar¨ªa mucho que as¨ª fuera".
Un estudio realizado en 2004 -hace apenas dos a?os- confirma un resultado del censo boliviano de 2001: dos tercios de la poblaci¨®n boliviana se considera, en efecto, parte de alg¨²n grupo "originario". Lo singular est¨¢ en que, al preguntarles de qu¨¦ raza son, el 61% de los bolivianos responde que "mestiza", y s¨®lo el 16% se tiene por "ind¨ªgena". Fernando Molina, escritor boliviano ostensiblemente mestizo, afirma que "el relativismo multicultural", ante la bancarrota del marxismo, se las ha apa?ado para que en Bolivia ya no se hable de "movimientos sindicales" (puramente clasistas), sino de "movimientos sociales", primeramente atentos a lo ¨¦tnico, y s¨®lo en segundo t¨¦rmino, a lo clasista. El vicepresidente boliviano, ?lvaro Garc¨ªa Linera, es buen ejemplo del tipo de intelectual -blanco, por cierto- que ha teorizado con fines pol¨ªticos en torno a lo ind¨ªgena. Su mayor acierto ha sido apropiarse de la jerga "multiculturalista", tan cara a la izquierda antiglobalizadora europea.
No es faltar en absoluto a la verdad decir que la "indigenidad" de Evo Morales es una calculada elaboraci¨®n en la que participan intelectuales mestizos, blancos y "originarios". Pero dar cuenta de c¨®mo, cu¨¢ndo y por qu¨¦ se dio un grupo pol¨ªtico boliviano a la forja de un l¨ªder de masas, mestizo pero de aspecto tan "convincentemente ind¨ªgena" hasta a los ojos de curtidos corresponsales extranjeros, es asunto digno de otra cr¨®nica. Lo cierto es que Evo Morales -quien ni siquiera habla el aymar¨¢, como ser¨ªa de esperar- es tan convincentemente ind¨ªgena como los andaluces de Bienvenido Mr. Marshall.
El indigenismo, en nuestra Am¨¦rica, es cosa de muy vieja data. Mario Vargas Llosa -autor de La utop¨ªa arcaica, un esclarecedor ensayo en torno al novelista peruano Jos¨¦ Mar¨ªa Arguedas, tr¨¢gico indigenista blanco- ha dicho hace poco en Bruselas que el indigenismo es una "mitologizaci¨®n europea". Tanto lo es, que comenz¨® siendo un movimiento de opini¨®n favorable a los abor¨ªgenes americanos cuyo mejor palad¨ªn fue un fraile espa?ol del siglo XVI que hoy da nombre a la capital de Chiapas.
El siglo XIX vio desarrollarse en Hispanoam¨¦rica un vigoroso movimiento literario y art¨ªstico, opuesto al positivismo eurocentrista y atento al indio y a "lo ind¨ªgena". Sus mejores representantes fueron, en la mayor¨ªa de los casos, intelectuales blancos y mestizos. El movimiento indigenista, cuyo apogeo en nuestra Am¨¦rica comienza en M¨¦xico y Per¨² hacia la d¨¦cada de los 20 del siglo pasado, raras veces fue la manifestaci¨®n de un pensamiento ind¨ªgena sino, como se?ala muy bien Henri Favre, "una reflexi¨®n criolla y mestiza sobre el indio". Escrita en castellano, me apresuro a a?adir. A ¨¦l vino a sumarse el multiculturalismo acad¨¦mico estadounidense que en el a?o del Quinto Centenario valid¨® entusiastamente las imposturas de la falsaria Rigoberta Mench¨².
Nada de lo cual deber¨ªa distraernos de un inquietante precedente "indigenista" europeo: Adolf Hitler tambi¨¦n logr¨® validarse apelando a la vindicaci¨®n de lo "convincentemente" ario.
Ibsen Mart¨ªnez es escritor venezolano.
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