?Por qu¨¦ cree que los festejos de triunfos deportivos suelen terminar con violentas algaradas?
Estamos volviendo a un estado primitivo de hominizaci¨®n, gracias a los modelos de felicidad euf¨®rica que se proponen cada d¨ªa y al hecho cierto de haber despreciado la educaci¨®n y el conocimiento en favor del sexo bestia y el triunfo a cualquier precio. Zenon.
Aquellos que ans¨ªan desbocarse aprovechan estas oportunidades por diversi¨®n, para llamar la atenci¨®n o por alg¨²n tipo de retraso gen¨¦tico. La persona media que cae en la provocaci¨®n y se une a la barbarie suele ser inducida por un estado alterado de la conciencia provocado por las drogas: l¨¦ase alcohol, coca¨ªna, etc¨¦tera. Kyubichan.
No es nada nuevo. Tambi¨¦n son de lo m¨¢s corriente discusiones y enfrentamientos entre invitados en bautizos, bodas y entierros. Abimelek.
Para algunos la celebraci¨®n deportiva no es m¨¢s que una excusa para hacer el cafre. Estos espec¨ªmenes necesitan de la masa y el anonimato para sentirse alguien. Es una de las muchas caras que tiene la cobard¨ªa. Inna.
La deformaci¨®n del deporte, a trav¨¦s de su conversi¨®n industrial en espect¨¢culo de masas, hace que sean muchos los que identifican reivindicaciones o tesis personales con equipos emblem¨¢ticos. El triunfo o la derrota de un equipo se equipara, en tales casos, con el triunfo o la derrota de posturas o tesis personales. Y no olvidemos que el control racional de lo visceral exige una vivencia cultural que suele faltar o quedar marginada a menudo en los grupos-horda. La Historia contiene un sin fin de ejemplos de todo esto. Amando H.
La soluci¨®n paliativa cuando se prevea un macro acontecimiento, es reforzar la vigilancia y endurecer los castigos a los que se pille con las manos en la masa. Moski.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.