Apostar por los servicios sociales
Plantea el autor que el envejecimiento de la poblaci¨®n y los cambios en la familia sit¨²an en una encrucijada al sistema de protecci¨®n
La iniciativa del Gobierno central de promover una ley para la atenci¨®n social a las personas en situaci¨®n de dependencia se produce en un momento en el que en la comunidad aut¨®noma del Pa¨ªs Vasco se estaba abriendo el debate para la reforma del sistema vasco de servicios sociales. Efectivamente, a finales de 2004, el Consejo Vasco de Bienestar Social aprob¨® por unanimidad un informe en el que incorpora doce conclusiones y recomendaciones que reflejan la situaci¨®n y las mejoras que necesita esta pieza clave de nuestro sistema de protecci¨®n social. En dicho informe se plantea la necesidad de establecer y garantizar derechos universales y exigibles en materia de servicios sociales, ligados a una cartera clara de prestaciones y servicios y a una financiaci¨®n suficiente y sostenida. Tambi¨¦n se propone un despliegue m¨¢s homog¨¦neo y equitativo de los servicios sociales en todo el territorio de nuestra comunidad y una mayor articulaci¨®n y coordinaci¨®n de un sistema que, en muchas ocasiones, ha crecido de manera desordenada. El informe, adem¨¢s, anima intensamente a introducir mejoras en cuestiones de accesibilidad, proximidad, calidad de vida laboral, informaci¨®n, participaci¨®n y, en ¨²ltima instancia, calidad de atenci¨®n a una ciudadan¨ªa que, muchas veces, apenas percibe y aprecia lo que los servicios sociales pueden ofrecerle.
En las ¨²ltimas d¨¦cadas crecen los desajustes entre el sistema de bienestar y las necesidades sociales
El debate se va desarrollando a lo largo de 2005, animado en buena medida por nuestras diputaciones forales que reclaman una mayor financiaci¨®n, bas¨¢ndose especialmente en el incremento de la demanda de servicios sociales por parte de las personas, sobre todo mayores, en situaci¨®n de dependencia. Esta exigencia viene a sumarse a la tradicional reivindicaci¨®n por parte de nuestros ayuntamientos, por su condici¨®n de importantes protagonistas de la acci¨®n social pero insuficientemente dotados de recursos econ¨®micos para ella. El Gobierno vasco no se queda atr¨¢s y recuerda su papel clave, tanto en calidad de responsable directo de algunas prestaciones -singularmente para las personas en situaci¨®n de exclusi¨®n social-, como en virtud de su funci¨®n central en la regulaci¨®n y coordinaci¨®n del sistema. La revisi¨®n prevista para antes de finalizar 2006 de la ley del Cupo y de la ley de Aportaciones de las Diputaciones Forales a los presupuestos de la Comunidad Aut¨®noma contribuye a aumentar el inter¨¦s sobre el despliegue y la financiaci¨®n de los servicios sociales.
El debate sobre los servicios sociales, por tanto, est¨¢ cada vez m¨¢s presente en nuestra agenda pol¨ªtica y social, y ello, seguramente, no es casual sino que responde a la encrucijada en la que se encuentra nuestro sistema de protecci¨®n o bienestar social. Dicho sistema fue construido partiendo del supuesto de que estables y tupidas redes familiares y comunitarias (y, en ellas, fundamentalmente, las mujeres) se ocupar¨ªan de brindar un amplio abanico de apoyos a aquellas personas que, de forma transitoria o permanente, se encontraran en situaciones de vulnerabilidad, riesgo, desprotecci¨®n, dependencia, exclusi¨®n o desamparo. Dicho planteamiento responde al modelo social del var¨®n sustentador, del hombre con una trayectoria laboral extensa e intensa que es la generadora de derechos sociales. Estos se concretan, b¨¢sicamente, en tres pilares: el sistema educativo, el sistema sanitario y el sistema de pensiones o de garant¨ªa de rentas.
Sin embargo, en las ¨²ltimas d¨¦cadas este panorama se est¨¢ modificando radicalmente debido a la emergencia de nuevos riesgos y procesos sociales que est¨¢n alterando esos supuestos y, por tanto, incrementando exponencialmente los desajustes entre el sistema de bienestar social y la realidad social a la que debe dar respuesta. En ese contexto, a juicio de un abanico de agentes sociales cada vez m¨¢s amplio, se impone la necesidad de configurar el sistema de servicios sociales como el cuarto pilar del Estado de bienestar, con envergadura y estructuraci¨®n equiparables a los otros tres mencionados. ?Por qu¨¦? Precisamente porque los servicios sociales est¨¢n estrat¨¦gicamente colocados en la interfaz entre el sistema formal de protecci¨®n social y esas redes familiares y comunitarias cambiantes de las que hemos hablado. Precisamente porque los servicios sociales se dedican a ese apoyo personal, a esa atenci¨®n domiciliaria o residencial, a esa intervenci¨®n comunitaria cuya necesidad se est¨¢ incrementando exponencialmente en este momento hist¨®rico. Precisamente porque los servicios sociales son una pieza clave para responder a una serie de riesgos sociales -a veces, ocultos o difusos, a veces emergentes y urgentes- que afectan de forma importante a la calidad de vida de la poblaci¨®n, al bienestar social y, en definitiva, a la sostenibilidad de nuestra sociedad.
Nos encontrar¨ªamos, por tanto, en el momento de apostar, colectivamente, por los servicios sociales. Si no actuamos con decisi¨®n y unidad y dejamos pasar la confluencia de factores a la que se hac¨ªa referencia al comienzo del art¨ªculo, es muy probable que se acent¨²en gravemente las disfunciones y problemas que analizaba el mencionado informe del Consejo Vasco de Bienestar Social. Sin embargo, las instituciones p¨²blicas vascas pueden volver a ser, como en muchas otras ocasiones, pioneras a la hora de dar pasos en el despliegue y construcci¨®n de este sistema, mediante un trabajo combinado con la elaboraci¨®n y despliegue de la ley espa?ola sobre la Dependencia y una nueva ley vasca de Servicios Sociales. Tenemos la suerte de contar con muchas e importantes entidades de iniciativa social con una interesante trayectoria de colaboraci¨®n, desde su independencia y singularidad, con el sector p¨²blico. Formamos parte del sistema unos cuantos miles de hombres y, m¨¢s a¨²n, de mujeres, con un valioso bagaje de memoria hist¨®rica, conocimiento del medio y capacidad t¨¦cnica utilizable en el desarrollo que los servicios sociales necesitan. Y cada vez hay m¨¢s agentes y sectores sociales conscientes de la necesidad, veinticinco a?os despu¨¦s del inicio del proceso de construcci¨®n del sistema vasco de servicios sociales, de apostar de nuevo por ellos. Es el momento de la visi¨®n estrat¨¦gica, de la suma de esfuerzos, de la altura de miras. ?Seremos capaces de hacer, de mantener y de ganar esta apuesta?
Fernando Fantova es consultor de servicios sociales.
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