Entre orillas
ADMIRABLE DE novedades y calidades, Cuba. Vanguardias, 1920-1940, descubre el valor intr¨ªnseco de unos artistas m¨¢s reconocidos que conocidos. Aunque s¨®lo Wifredo Lam asoma con su entramado antillano en los museos principales del mundo, de varios de los otros hemos tenido larga noticia gracias a las revistas literarias (como la memorable Or¨ªgenes, que dirigi¨® Jos¨¦ Lezama Lima en los a?os cuarenta) y a trav¨¦s de la excelente cr¨ªtica de arte hecha en Cuba. ?sta es una ocasi¨®n de comprobar su intensa calidad reflexiva.
En la generosa sala del IVAM, estos artistas recuperan la palabra, y el visitante pronto entiende que ¨¦ste es un arte que lo toma en serio. Sus cuadros no est¨¢n hechos para ilustrar la actualidad, mucho menos para tributarla. Pocas "vanguardias" son tan maduras y duraderas. Reconocen sus fuentes pero construyen su propio horizonte, con gozo reflexivo. Artistas como Mariano Rodr¨ªguez, Amalia Pel¨¢ez, Ren¨¦ Portocarrero y Marcelo Pogolotti requerir¨ªan, cada uno, una sala para desplegar sus talentos y documentar sus preguntas. Son cuadros que narran su lugar como un nuevo espacio de colores multiplicados y formas neobarrocas.
Vienen ellos de las vanguardias heroicas pero est¨¢n libres de las trincheras de turno, y no tienen que probar su novedad porque se deben a su propia interioridad meditada. Sus formas y figuras afincan en la materia revelada como fecunda. La traza circular y la textura sensorial sugieren la fluidez como el orden de lo vivo. Sus retratos, paisajes, interiores y figuras se expanden como una presencia compartida, efervescente. Ese ardimiento del arte cubano ha sido siempre distintivo de su modo de afincar, pl¨¢cido de estar y gozoso de ser. ?se es el relato subyacente de la muestra, porque las "vanguardias" son resueltas en la fluidez de su afincamiento. En el marco del VII Simposio Internacional Di¨¢logos Iberoamericanos: El paso de las ideas entre los mares, convocado por el IVAM, con la direcci¨®n acad¨¦mica de Fernando Castro y Kevin Power, esta muestra subraya, con pertinencia, que el di¨¢logo es una educaci¨®n a menos distancia, que nos debemos. Por ello, en su turno, estos espl¨¦ndidos artistas demandan mejores interlocutores. La fuerza ¨¦tica de esa demanda los hace m¨¢s actuales.
Por lo dem¨¢s, situada en el paisaje de su tiempo, esta respuesta cubana a las vanguardias europeas se distingue por el arte de la reapropiaci¨®n feliz. No menos desenfado, autoridad y proyecci¨®n tienen algunas otras vanguardias americanas. Basta recordar el muralismo mexicano (que en el fresco italiano reemplaza angelotes rosados con campesinos plenarios); el modernismo brasile?o (que en la "antropofagia" ejerce la parodia liberadora); y el constructivismo uruguayo ("org¨¢nico" lo ha llamado ?ngel Kalenberg), de signos arcaicos, que el maravilloso Torres-Garc¨ªa perpetu¨® en maderas de naufragio.
No menos notable, no menos actual, es que esta exhibici¨®n levante la imagen de un trabajo colectivo. El di¨¢logo que estos artistas postulan se nos impone como una pregunta reflexiva por el lugar de su propia producci¨®n, por Cuba como lugar de lo que Lezama Lima llam¨® "los privilegios de la mesa y de la misa". Esto es, los dones terrestres y su comuni¨®n consagrada en la imagen. Lo que entonces fue una reafirmaci¨®n de vida frente a la pobreza espiritual dominante, hoy nos parece una permanente pregunta por la naci¨®n. La Maternidad en verde de Lam es una alegor¨ªa de la abundancia natural como origen, un tropo antillano de larga data, que anima el gran barroco cubano. Mujer y casa de Portocarrero, es una ecuaci¨®n salvadora, propia de una visi¨®n de la mujer como el sujeto de lo moderno, que alienta en la poes¨ªa de Cintio Vitier y en la narrativa de Antonio Ben¨ªtez Rojo. El capitalismo de Pogolotti, grafica a escala did¨¢ctica la divisi¨®n del trabajo, y lo hace con gracia que evoca las escenificaciones de Virgilio Pi?era. Retrato de Zora es casi la alegor¨ªa nacional de esta ?nsula disputada: una muchacha robusta de ardor cobrizo y pelo negro que reposa, segura y alerta, ante ventanas donde se perfilan dos ¨¢rboles como emblemas del doble origen.Esa fragorosa versi¨®n de la nacionalidad por venir es otra promesa del di¨¢logo que aguarda, en este arte y parte, a quien pueda devolverle la palabra.
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