El refugio de Auguste Rodin
Visita a la casa-taller del escultor, donde culmin¨® gran parte de su obra
Meudon, a doce minutos de Versalles y quince de Par¨ªs, ha sido estancia de varios reyes y artistas. Primero, de Henri de Navarra, en Le Chateux-Vieux (el castillo Viejo). Luego, Luis XV y Luis XVI, sucesivamente inquilinos del castillo de Bellevue (Bellavista). Richard Wagner termin¨® all¨ª, en compa?¨ªa de su esposa Cosima, El buque fantasma. El surrealista Jean Arp tuvo casa. Stravinski y Debussy compondr¨ªan un concierto para piano a cuatro manos. Y el pueblo tuvo un m¨¦dico especial: Luis Ferdinand Destouches, conocido para la posteridad como C¨¦line (escritor de Viaje al fondo de la noche), que vivi¨® aqu¨ª sus ¨²ltimos diez a?os. Las vistas y la luz de Meudon son magn¨ªficas. El pueblo est¨¢ en un valle separado en dos por una v¨ªa f¨¦rrea sobre un puente en forma de acueducto. El castillo Viejo, construido por madame de Pompadour, fue transformado en el siglo XVII por el general Choderlos de Laclos (autor del c¨¦lebre culebr¨®n Las amistades peligrosas) en arsenal de artiller¨ªa.
El p¨¢ramo, mucho antes de acoger la casa-taller de Auguste Rodin, nos cuenta una rica historia. Su nombre proviene de mol-dum, en lengua celta, m¨¢s tarde moldunum en lat¨ªn. El enclave se remonta a la ¨¦poca neol¨ªtica. La mayor parte de los d¨®lmenes se han llevado a Breta?a, pero el sitio guarda casi intactos sus bosques de cedro y una masa forestal con estanques que se extiende hasta Versalles. Lo atraviesa la antigua ruta real, que pasa entre ¨¢rboles misteriosos donde se celebraban ritos druidas. Estos bosques reciben tres millones de visitantes al a?o.
Una zona deseable
Aunque por Meudon pas¨® la primera v¨ªa f¨¦rrea de Francia, hoy es una tranquila zona residencial. Sin duda la m¨¢s codiciada en los alrededores de Par¨ªs para adquirir una residencia secundaria. El lugar est¨¢ considerado como arquetipo de h¨¢bitat vistoso, no s¨®lo por su amplia y racional organizaci¨®n, su cantidad de pabellones, de chalets y mansiones con jardines espl¨¦ndidos, sino tambi¨¦n por su imponente regularidad arquitect¨®nica: s¨®lidas construcciones (ciertos barrios recuerdan los caserones de Deauville o los alc¨¢zares y atalayas de las costas normandas) dise?adas con buen gusto. Como el precio del metro cuadro es prohibitivo y apenas hay hoteles, mejor hacer una excursi¨®n hasta la casa-museo de Rodin y contemplar gratis la riqueza aut¨¦ntica del paisaje. En 1893, el escultor compr¨® un gran terreno en la cresta de una ladera. All¨ª hizo reconstruir la vieja mansi¨®n y se afinc¨® en compa?¨ªa de su amor de siempre, Rose Beuret.
Esta Villa de los Brillantes muestra los croquis, maquetas, escayolas y moldes en las sucesivas etapas de creaci¨®n de los grandes monumentos del artista (se exponen Las puertas del infierno, Los burgueses de Calais, Balzac, el Monumento a Victor Hugo) y diversas piedras esculpidas. La galer¨ªa es impresionante. La alta b¨®veda cae sobre las monstruosas figuras como si estuvi¨¦semos en un antiguo templo romano.
El Estado tom¨® posesi¨®n del lugar a la muerte de Rodin (en 1917) y la villa fue renovada en 1997. Siguiendo al pie de la letra la descripci¨®n contenida en fotos, muchas de las cuales cuelgan de los muros del museo, se recre¨® el decorado dom¨¦stico del artista, con sus objetos originales, cuadros y mobiliario. En el primer piso, una cama peque?a donde dorm¨ªa Rodin y un gran Cristo tallado sobre madera evocan un ¨¢mbito familiar no lejano y a la vez a mil a?os luz de nuestro modo de vida.
La casa domina semicircularmente el valle del Sena y dispone de un parque con casta?os. Las asimetr¨ªas del suelo trazan un curioso recorrido por caminitos, que se explica porque Rodin iba agrandando progresivamente sus l¨ªmites, en cuanto pod¨ªa, comprando m¨¢s terreno. Los visitantes pueden recostarse en hamacas y disfrutar de un momento de paz campestre. En una carta, el poeta Rilke (que fue su secretario) cuenta a su mujer, Clara: "La m¨¢xima alegr¨ªa de Rodin consiste ahora en adquirir bellas antig¨¹edades. De tal modo que su casa de Meudon est¨¢ llena de cosas maravillosa. Las vitrinas encierran diminutas esculturas, viejas piedras rotas, una multitud de peque?os y graciosos fragmentos, gatos, p¨¢jaros de presa, lagartos, que han venido a descansar cerca del maestro...".
En realidad, la Villa des Brillants, construida con ladrillo estilo Luis XIII, fue concebida como lugar de retiro. Parece pensada para plantear proyectos y trabajar con tranquilidad lejos del bullicio. No resulta dif¨ªcil imaginar a Rodin paseando por el jard¨ªn atusando su luenga barba y meditando c¨®mo encarnar la energ¨ªa, los nervios furiosos del cuerpo humano. El escultor iba a diario a su estudio parisiense, pero, seg¨²n los historiadores, fue en Meudon donde ultimaba los detalles de su creaci¨®n. Se dice que en 1900 unos 50 obreros (moldeadores, pulidores, artesanos) trabajaban aqu¨ª para ¨¦l.
Tras la gran retrospectiva de su obra, presentada al margen de la Exposici¨®n Universal, el dominio de Meudon devino punto de encuentro de amigos, modelos y personalidades, como el rey de Inglaterra Eduardo VII, que le visit¨® en 1908. Rilke, en otro apunte, hablar¨¢ de "las deslumbrantes (¨¦blouissantes) esculturas blancas que parecen mirarte desde detr¨¢s de las enormes puertas acristaladas como la fauna de un acuario. Una incre¨ªble, una inmensa impresi¨®n...". La definici¨®n es perfecta para describir el taller de Rodin. Algo irreal transita por ¨¦l. El parque, villa y museo fueron clasificados como monumento hist¨®rico en 1972. Rodin y Rose est¨¢n enterrados en el jard¨ªn, bajo una r¨¦plica de Le Penseur. Delante hay un banquito de madera. Si uno se sienta, tiene ante s¨ª una amplia perspectiva, con vista a la casa, el templo y el valle.
GU?A PR?CTICA
La visita- Museo-Casa Rodin de Meudon (www.musee-rodin.fr; 00 33 1 41 14 35 00). Villa des Brillants. 19, Avenue Auguste Rodin. Meudon. C¨®mo llegar: RER C, estaci¨®n de Meudon-Val Fleury; en tren, desde Montparnasse. Horarios: los viernes, s¨¢bados y domingos hasta finales de septiembre, de 13.00 a 18.00. Precio: 2 euros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.