El 'efecto Mar¨ªa Antonieta' sacude Par¨ªs
El esplendor de Versalles se renueva con la pel¨ªcula de la estadounidense Sophia Coppola
Par¨ªs no necesita una agencia de relaciones p¨²blicas, aunque algunos puedan sospechar que Hollywood haya recibido el encargo de contrarrestar las espectaculares -aunque indeseadas- im¨¢genes de los coches incendiados en sus suburbios. Primero fue El c¨®digo Da Vinci y ahora Marie-Antoinette. Lo que la primera est¨¢ haciendo por el Museo del Louvre y otros monumentos de Par¨ªs lo supera la segunda con el palacio de Versalles. Pero si la trama del libro de Dan Brown no molest¨® m¨¢s que a algunos cat¨®licos que confunden realidad con ficci¨®n, el retrato que hace Sophia Coppola de la reina Mar¨ªa Antonieta de Habsburgo-Lorena, esposa de Luis XVI, guillotinada como su marido en 1793, durante la Revoluci¨®n Francesa, no ha dejado indiferentes a los franceses.
La actriz Kristin Dunst protagoniza la aventura de una joven de 14 a?os a la que en la corte de Versalles llamaban despectivamente "la austriaca"
Para empezar, el filme se basa en la biograf¨ªa de una brit¨¢nica, Antonia Fraser, pero en realidad el retrato que Coppola propone y la actriz Kristin Dunst encarna no pretende ser fiel a la historia, sino relatar la aventura de una adolescente de 14 a?os, a la que en la corte de Versalles llamaban despectivamente "la austriaca", y c¨®mo va convirti¨¦ndose en mujer a caballo de las circunstancias.
La osad¨ªa de revisar en clave heterodoxa un personaje tan simb¨®lico, que ha sido denigrado y rehabilitado una y otra vez en funci¨®n del momento hist¨®rico, ha generado buenas dosis de pol¨¦mica entre historiadores y creadores de opini¨®n. Mar¨ªa Antonieta, nacida archiduquesa de Austria, ya fue pol¨¦mica en vida. Su personalidad poli¨¦drica permit¨ªa todas las lecturas. Fue una esp¨ªa austriaca, una traidora a Francia, una ad¨²ltera, una despilfarradora y una lud¨®pata, y se la acus¨® de incesto para llevarla al cadalso. Pero tambi¨¦n fue rehabilitada cuando lleg¨® la restauraci¨®n mon¨¢rquica, transformada en madre ejemplar y en m¨¢rtir. ?Que hay de cierto? Incluso la famosa frase que se le atribuye - "que les den brioches"-, dirigida al pueblo hambriento, es tan falsa como el hecho de que la an¨¦cdota ya aparece en cuentos ingleses del siglo XIV.
Pero los puristas no han soportado el retrato de esta adolescente alegre y desenfadada ni las licencias que Sophia Coppola se permite, como cuando, en una de las primeras escenas, la hace desnudarse en la frontera francesa para despojarse de todo lo austriaco. "Nunca la reina fue vista desnuda", aseguraba un historiador indignado. Tampoco est¨¢n de acuerdo en algunos detalles, como el retrato poco favorecedor que la directora norteamericana hace de la amante del rey Luis XV, la famosa madame Du Barry, una de las cortesanas por excelencia de la historia de Francia, presentada como un personaje zafio y desconocedora de las reglas de la buena educaci¨®n. La Du Barry, aseguran, ser¨ªa una prostituta de pobres or¨ªgenes, pero todas las cr¨®nicas coinciden en que se comport¨® siempre de forma impecable en la corte y que era buena conocedora del protocolo. Los historiadores franceses tal vez prefieran el retrato que Ernst Lubitsch ofreci¨® a Pola Negri en Pasion (1920) o el que William Dieterle prepar¨® en 1934 para Dolores del R¨ªo.
Tampoco Kirsten Dunst es la primera actriz que se mete en la piel de la reina decapitada; Norma Shearer, Mich¨¨le Morgan o Ute Lemper, por citar algunas, la precedieron. Pero la Mar¨ªa Antonieta de Dunst podr¨ªa perfectamente entrar en el imaginario de la cultura popular adolescente. Sophia Coppola se ha encargado de ello introduciendo adem¨¢s m¨²sica rock en la banda sonora, concretamente de sus bandas fetiche: Bow Wow Wow, Robert Smith o Gang of Four, algunos de cuyos miembros aparecen en la pel¨ªcula; e incluso ha dejado su firma en una esquina del filme, como los grandes maestros, en una toma que muestra los zapatos de la reina y deja ver, de pasada, un par de zapatillas Converse de color rosa.
El rosa es un color que llena buena parte del filme, que obviamente impulsa un estilo muy peculiar. Mar¨ªa Antonieta era una mujer muy bella y elegante; tuvo mucha influencia en la moda de la ¨¦poca, especialmente cuando, todav¨ªa delfina, pero ya instalada en el Peque?o Trianon -el regalo de su marido-, influenciada por las teor¨ªas de Juan Jacobo Rousseaudecidi¨® cambiar su vestuario y desarrollar un estilo propio, mucho m¨¢s ligero, de telas de algod¨®n de colores claros y bordados ingleses de estambre, en contraste con las sedas, satenes y brocados que la acompa?aron en sus primeros a?os en la corte de Versalles.
Las colecciones de algunas boutiques de Par¨ªs no han dejado de incorporar elementos de este estilo, bautizado como "de canastilla", como reza la propaganda de una de ellas, que llama a sus clientas a encontrar prendas "fr¨ªvolas, audaces o campestres que no hubieran dejado indiferente a Mar¨ªa Antonieta". Y no s¨®lo es la ropa: la Reuni¨®n de los Museos Nacionales de Francia, la empresa que regenta todas las tiendas y librer¨ªas de los museos p¨²blicos, ha creado una colecci¨®n dedicada a la reina; desde el cristal Lalique -las copas de champa?a planas que la leyenda quiere que sean el molde de uno de sus senos- hasta los juegos de caf¨¦ y de chocolate de porcelana de Limoges o las telas de Moutet.
Golosinas exquisitas
Mar¨ªa Antonieta adoraba los dulces, por lo que una de las protagonistas de la pel¨ªcula es la famosa pasteler¨ªa Ladur¨¦e, que incluso ha participado como asociada en el largometraje. Sus macarrones, esos pastelitos con forma de disco, crujientes por fuera y muy suaves por dentro, de todos los colores y sabores, de los que la austriaca era devota, llenan la pantalla junto a infinidad de pasteles de todas las formas y texturas; por no hablar de un extraordinario t¨¦ de jazm¨ªn, cuya flor se abre en la taza, o las velas y las hojas de violeta. Naturalmente, todo esto se halla ahora a la venta en Ladur¨¦e a precios no muy asequibles, pero tambi¨¦n se pueden conseguir otros excelentes macarrones en la mayor¨ªa de las pasteler¨ªas parisienses.
Pero sobre todos estos detalles, e incluso sobre los actores, el protagonista real no es otro que Versalles. Zoetrope, la productora de la pel¨ªcula, que no es otra que la de Francis Ford Coppola, pag¨® 15.000 euros diarios por el alquiler del palacio, muy poco para lo que ha dado de s¨ª. Se dir¨ªa que es incluso m¨¢s bello y seductor que en la realidad. No es de extra?ar que los gestores del monumento hayan decidido abrir a principios de julio la Domaine de Marie-Antoinette, que incluye el Peque?o Trianon, el palacete que Luis XVI regal¨® a su esposa, con su jard¨ªn ingl¨¦s reci¨¦n restaurado y su granja, donde se ha rodado buena parte del filme.
Los trabajos de restauraci¨®n han durado cuatro a?os. Los responsables del complejo de Versalles, que se halla constantemente en obras, lo que no es de extra?ar dadas su dimensiones, aprovecharon que la terrible tormenta de 2002 tumb¨® varios ¨¢rboles y que la can¨ªcula de 2003 acab¨® con el casta?o de Mar¨ªa Antonieta, para devolver el entorno del Peque?o Trianon a su forma original, que inclu¨ªa el jard¨ªn desaparecido durante el siglo XIX.
Una reina con muchas tesis
LA PEL?CULA DE SOPHIA COPPOLA est¨¢ basada en Marie-Antoinette, la biograf¨ªa de la brit¨¢nica Antonia Fraser -la mujer de Harold Pinter, una especialista en el siglo XVIII-, publicada en Francia por Flammarion. Pero las librer¨ªas francesas han sacado muchos otros al aparador: Reflexions sur le proces de la reine, de Madame de Sta?l (Les Editions de Paris. Max Chaleil); C'etait Marie-Antoinette, de la especialista Eveline Lever (Fayard); La princesse de Lamballe. L'ange de Marie-Antoinette, de Alain Vircondelet (Flamarion); Varennes. La mort de la Royaute. 21 juin 1791, de Mona Ozouf (Gallimard), y la ya cl¨¢sica biograf¨ªa de Stefan Zweig.
Sobre la psicolog¨ªa de la reina est¨¢ el ensayo de Claude Dufresne, Marie-Antoinette, le scandale du plaisir (Bartillat). La tesis del historiador incide en la soledad, en el deseo de ser amada, como la fuerza que la lleva a buscar el placer en todas sus formas. Anne Duprat, especialista en la imaginer¨ªa del antiguo r¨¦gimen y la Revoluci¨®n Francesa, explora tambi¨¦n su lado oscuro en Marie-Antoinette, une reine bris¨¦e (Perrin), texto que revisa l¨²cidamente la mayor¨ªa de las etiquetas que arrastra la esposa de Luis XVI, desde su pasi¨®n por la moda hasta el que la quiere presentar como una Lady Di del siglo XVIII.
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