M¨¦xico: elecciones y conflicto pol¨ªtico
M¨¦xico vive la recta final de un proceso electoral que concluir¨¢ el pr¨®ximo 2 de julio. En esta etapa se ha venido configurando, como caracter¨ªstica principal del proceso, una creciente polarizaci¨®n entre la izquierda y la derecha que ha dividido al pa¨ªs y que, de seguir as¨ª, puede poner a prueba la capacidad de las instituciones para asegurar un cambio ordenado de poderes. Cualquiera que sea el desenlace de la elecci¨®n, el reto principal que enfrentar¨¢ el Gobierno entrante ser¨¢ la reunificaci¨®n nacional. El c¨²mulo de conflictos pol¨ªticos y sociales asociados a, o agravados por, dicha polarizaci¨®n genera condiciones inusualmente adversas para tener ¨¦xito en esta tarea.
A lo largo de los a?os de hegemon¨ªa del PRI, la competencia electoral gravitaba hacia el centro del espectro ideol¨®gico, espacio que ese partido ocup¨® desde su conformaci¨®n. Ahora, en cambio, con un PRI debilitado y, al parecer, reducido a su voto "duro", la competencia electoral se ha vuelto centr¨ªfuga.
Durante esta campa?a, el PRD y el PAN se han desplazado hacia los extremos, endureciendo su discurso y, lo m¨¢s grave, generando un temor rec¨ªproco al triunfo electoral del otro. Y, en tanto lo que est¨¢ en disputa es el modelo de desarrollo econ¨®mico del pa¨ªs, amplios sectores de la sociedad comienzan a percibir con temor que el resultado del 2 de julio determinar¨¢ c¨®mo evolucionar¨¢ su forma de vida. La composici¨®n geogr¨¢fica y las bases sociales claramente diferenciadas de los partidos no hacen sino complicar la situaci¨®n.
Por si faltara algo, en las ¨²ltimas semanas ocurri¨® lo que hasta hace poco parec¨ªa improbable: las encuestas registraron que la clara ventaja del candidato del PRD, Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, se hab¨ªa esfumado en favor de Felipe Calder¨®n, del PAN. Mientras estuvo delante en las encuestas, L¨®pez Obrador pudo haber moderado su discurso, pero no lo hizo, se enganch¨® en un conflicto con el presidente Fox y tom¨® decisiones equivocadas. Entre estas decisiones destaca el no haber asistido al primero de dos debates entre candidatos presidenciales, que Calder¨®n se llev¨® holgadamente. Esto s¨®lo coron¨® lo que ha sido una estrategia del PAN de lanzar una oleada de anuncios negativos acerca de L¨®pez Obrador, quien, incluso equiparado con el presidente Ch¨¢vez de Venezuela, se tilda como un peligro para M¨¦xico.
Como era previsible, el PRD respondi¨® a los ataques con una campa?a negativa en contra del PAN, su candidato presidencial y la gesti¨®n del Gobierno de Fox. El PRD ha acentuado sus cr¨ªticas a la derecha y la ultraderecha, en un discurso que divide al pa¨ªs entre "los de arriba" y "los de abajo", al tiempo que siembra dudas sobre la imparcialidad de los medios, la objetividad de las encuestas y la neutralidad de la autoridad electoral.
Por su parte, el PAN insiste en explotar el miedo a trav¨¦s de un discurso que subraya los temas de violencia, populismo, demagogia, odio y rencor que asocia al PRD. A fin de no dejar descubierto su otro flanco, los panistas acusan al PRI de preparar un fraude electoral en los Estados que gobierna.
El PRI, en fin, ha dado un vuelco de 180 grados para que su blanco ya no sea L¨®pez Obrador, sino Calder¨®n y el Gobierno de Fox, a quienes dedica un discurso que mimetiza el del PRD. Roberto Madrazo, el candidato priista, ha empezado a hablar de que el Gobierno orquesta una "elecci¨®n de estado", lo que parece una velada y ominosa amenaza de desconocer resultados desfavorables.
Otros fen¨®menos agravan la situaci¨®n. Uno en el plano laboral, provocado por la inoportuna intervenci¨®n del Gobierno en la lucha interna entre dirigentes del gremio minero, que mantiene movilizada a buena parte de los trabajadores organizados en defensa de la "autonom¨ªa" sindical. Otro conflicto es el que protagoniza un grupo de habitantes de Atenco, un poblado cercano a la capital y que alcanz¨® fama hace unos a?os por haber frustrado, machete en mano, los planes del Gobierno para construir un nuevo aeropuerto para la Ciudad de M¨¦xico. En los ¨²ltimos d¨ªas, choques violentos entre activistas de este grupo y cuerpos polic¨ªacos, que propiciaron el resurgimiento del subcomandante Marcos en la escena pol¨ªtica nacional, han agravado la situaci¨®n. Ambos fen¨®menos podr¨ªan coincidir y alimentar un conflicto poselectoral.
El centro ideol¨®gico desvanecido, la contienda polarizada, los discursos radicalizados y movimientos sociales en efervescencia son los elementos que caracterizan y contextualizan la recta final de la elecci¨®n mexicana. Si los ¨¢nimos no se asientan, quiz¨¢ el escenario exigir¨ªa del presidente Fox desempe?ar un papel fundamental, el de ser el garante de la prevalencia institucional.
En un sistema presidencialista, ese rol entra?a ser considerado como ¨¢rbitro imparcial, como una autoridad moral que est¨¢ por encima de los intereses partidarios, y como un ejemplo de respeto y civilidad. Desafortunadamente, no es la imagen que tienen priistas y perredistas del presidente Fox. Para muchos, el presidente Fox ha optado por tomar partido y lo ha hecho en contra del candidato perredista y a favor de Calder¨®n. Esta imagen resta autoridad y capacidad al presidente en caso de un conflicto poselectoral, pues cualquier decisi¨®n o acci¨®n de gobierno estar¨ªan bajo sospecha de parcialidad.
El panorama es complejo y potencialmente conflictivo y, pese a todo, existen razones para fundamentar cierto optimismo sobre el desenlace electoral. Ante todo, como lo acreditan las encuestas, una abrumadora mayor¨ªa de los ciudadanos repudia la confrontaci¨®n y la violencia. Adem¨¢s, como lo han demostrado situaciones de crisis pol¨ªtica en el pasado, como la que se vivi¨® en 1994 ante el levantamiento zapatista y el asesinato de Luis Donaldo Colosio, M¨¦xico tiene un buen expediente de contar con las instituciones y los liderazgos para canalizar los conflictos. Hoy, aun en el clima de polarizaci¨®n, los candidatos han reiterado que respetar¨¢n el resultado de las elecciones y se vislumbran se?ales, todav¨ªa aisladas, pero se?ales al fin, de moderaci¨®n en el discurso.
Si la clase pol¨ªtica de M¨¦xico ha aprendido del pasado y si la todav¨ªa tenue moderaci¨®n de los candidatos marca el inicio de una nueva tendencia en las campa?as, el desenlace del proceso electoral podr¨ªa ser ordenado y sin sobresaltos. Pero si se agudiza la polarizaci¨®n, el pa¨ªs contin¨²a aline¨¢ndose en dos bandos que perciben la derrota electoral como una suerte de condena a la atrofia pol¨ªtica o a la desaparici¨®n, entonces los perdedores estar¨¢n muy tentados de resistir los resultados adversos. ?se ser¨ªa el escenario m¨¢s inquietante para la democracia, el desarrollo y la convivencia de los mexicanos.
Leopoldo G¨®mez es vicepresidente de Noticieros de Televisa
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