Mal asunto
Escucho a los detractores de Ch¨¢vez con la misma distancia que a sus apologistas. No he logrado, lo siento, construir un criterio propio sobre el presidente de Venezuela. En vez de eso, dispongo de la caricatura que ¨¦l mismo se empe?a en construir cada vez que abre la boca. Ahora ha decidido acabar con "la dictadura de Hollywood" creando unos estudios cinematogr¨¢ficos que producir¨¢n pel¨ªculas sobre los grandes h¨¦roes venezolanos. Ch¨¢vez ha apoyado su decisi¨®n en ideas de manual (y de todo a cien) tales como que el cine constituye una forma de dominaci¨®n ideol¨®gica, ya que es el veh¨ªculo a trav¨¦s del que se inoculan los modelos de vida estadounidenses. Por eso, ha a?adido, los indios, en las pel¨ªculas del Oeste, son siempre los malos. Acaba de descubrir Am¨¦rica.
Conmueve encontrar temperamentos tan inocentes. La pretensi¨®n de acabar con Hollywood, o de neutralizarlo, desde un pa¨ªs sin industria cinematogr¨¢fica es un delirio. Promocione usted el cine de su pa¨ªs, pero no le imponga una tarea tan dif¨ªcil. Es como si ordenara crear una religi¨®n netamente venezolana para competir con el Vaticano. O una novel¨ªstica del siglo XIX, para acabar con la tiran¨ªa de la novela europea de ese siglo. Madame Bovary es un modelo jodido, de acuerdo, a trav¨¦s del que se inocula el modo de vida franc¨¦s, pero es improbable que acabara con ella un novelista venezolano de nuestra ¨¦poca, aun haciendo horas extras. Con todos los respetos, tampoco le aconsejo, se?or presidente, que intente inventar las salchichas de Francfort, aunque sea con el noble fin de acabar con la tiran¨ªa alemana de los productos c¨¢rnicos.
Piense usted en ¨¢reas menos explotadas, o donde hayan fracasado otros. El socialismo, sin ir m¨¢s lejos, est¨¢ por hacer. Y no debe ser f¨¢cil a juzgar por el talento de la gente que lo ha intentado a lo largo de la historia. Te pones a hacer el socialismo y al principio parece sencillo, sobre todo si has le¨ªdo a Marta Harneker. Pero despu¨¦s de los primeros pasos, el manual de instrucciones no sirve para nada. Entonces es cuando un funcionario trepa, listo y con gafas nos convence de que lo primero es acabar con Hollywood, o con la novela francesa del XIX. Mal asunto.
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