Cuidado, saleroso
Quiz¨¢ la m¨¢s conocida de todas las citas de Abraham Lincoln sea esa en la que afirma que "se puede enga?ar a parte de la gente todo el tiempo o a toda la gente parte del tiempo, pero no se puede enga?ar a toda la gente todo el tiempo". Pese a su venerable ret¨®rica, parece algo digno de ser recordado en el actual tira y afloja pol¨ªtico a ra¨ªz de que ETA declarase su forzoso alto el fuego permanente. Subrayo lo de "forzoso" para que nadie olvide que no se trata de una concesi¨®n generosa de la banda, sino de un callej¨®n sin salida al que ha llegado no porque se haya cedido a sus exigencias, sino porque se la ha acorralado -nacional e internacionalmente- sin ceder a ellas. Sin embargo, ETA no se ha disuelto, ni ha entregado las armas, ni ha desaparecido de la noche a la ma?ana (sus idas y venidas por Francia revelan que sigue activa aunque en suspenso, a la espera de ver qu¨¦ es lo que le conviene hacer). Es posible que a¨²n siga enviando cartas de extorsi¨®n a los empresarios: en cualquier caso, es seguro que nos ha mandado una carta de extorsi¨®n colectiva a todos los espa?oles, a trav¨¦s del Gara y de sus portavoces habituales de Batasuna, con exigencias pol¨ªticas y territoriales muy claras. Y es el momento de recordar lo que siempre se ha recomendado a quienes recib¨ªan esas cartas: que no pagasen, aunque ello implicara correr riesgos. Supongo que tal consejo es v¨¢lido tambi¨¦n para el chantaje colectivo y no s¨®lo para el individual...
Por decirlo suavemente, la actitud del Gobierno en esta tesitura est¨¢ llena de contradicciones que nos preocupan cada vez m¨¢s a quienes hemos querido democr¨¢ticamente confiar en su gesti¨®n del asunto. De ah¨ª el recordatorio de la frase de Lincoln citada m¨¢s arriba. Si de lo que se trata es de que representantes institucionales se re¨²nan con los jefes de la banda para organizar con ellos el abandono definitivo de las armas, salidas individuales judicialmente aceptables para los terroristas, acercamiento gradual de presos, etc., el asunto puede resultar m¨¢s o menos vidrioso, pero sin duda merece la pena intentarlo. La "mesa con ETA", por llamarla as¨ª, puede despertar preocupaci¨®n o llamadas a la prudencia, pero no esc¨¢ndalo. Lo que en cambio parece imposible de asumir por instinto de conservaci¨®n democr¨¢tico es mezclar esas conversaciones con otras de corte pol¨ªtico en las que se involucrar¨ªan en un totum revolutun los portavoces del terrorismo, el resto de los partidos nacionalistas y ac¨®litos en busca de r¨¦ditos por el fin de la violencia (tras haber obtenido tantos anta?o de la violencia misma) y los representantes de los partidos constitucionales, es decir, de los ciudadanos que han padecido estos a?os la coacci¨®n terrorista. Y todo ello en una segunda "mesa", "espacio" o lo que sea, situada fuera del Parlamento y de las instituciones, que quedar¨ªan as¨ª visiblemente suspendidas y entre par¨¦ntesis derogatorios como ETA siempre ha pretendido.
Si yo no les comprendo mal -y a estas alturas comprenderles bien no resulta precisamente f¨¢cil-, el Gobierno y el PSE dan por buena y necesaria esta segunda mesa, ayer dec¨ªan que "en ausencia de violencia" y hoy parece que tambi¨¦n con violencia, al menos latente y amenazante. Una pregunta c¨¢ndida pero necesaria y que sin embargo a¨²n no he escuchado: ?alguien puede facilitar a los ciudadanos un solo argumento a favor de la necesidad o de la oportunidad de tal mesa, aunque haya acabado la violencia terrorista? ?Es que acaso hay temas que no pueden tratarse en el Parlamento, que es la instituci¨®n destinada al debate pol¨ªtico en democracia? Si los partidos que van a reunirse en ese foro son legales, ?por qu¨¦ no van al Parlamento, como han venido haciendo hasta ahora, y marcan los c¨¢nones constitucionales? Si algunos no son legales, ?por qu¨¦ los dem¨¢s van a reunirse institucionalmente con ellos, poni¨¦ndose a su altura, en lugar de presionarles con su no reconocimiento f¨¢ctico para que se legalicen cuanto antes? Se dice que despu¨¦s de la violencia, vendr¨¢ la pol¨ªtica. ?Qu¨¦ pol¨ªtica? ?No se ha hecho pol¨ªtica democr¨¢tica hasta ahora en el Pa¨ªs Vasco? ?No se han
sometido a elecciones los candidatos constitucionales amenazados, aun sabiendo que ten¨ªan muy limitadas sus posibilidades de expresi¨®n pol¨ªtica por la violencia terrorista? ?No han muerto Gregorio Ord¨®?ez, Fernando Buesa y tantos otros por intentar hacer pol¨ªtica, contra viento y marea? ?Resulta ahora que los nacionalistas del PNV y EA, que llevan gobernando, haciendo y deshaciendo a su antojo educativa e informativamente, monopolizando la pol¨ªtica en el Pa¨ªs Vasco gracias a que los dem¨¢s est¨¢n acogotados por ETA, a¨²n necesitan nuevas concesiones del Estado y m¨¢s manos libres para blindar definitivamente su espuria hegemon¨ªa? ?Hay que concederles alguna compensaci¨®n ya que en el futuro van a perder la ventaja pol¨ªtica que les atribu¨ªa la actividad de ETA?
A favor de la segunda mesa de partidos s¨®lo puede haber dos argumentos, aunque nadie se moleste en darlos expl¨ªcitamente porque son dif¨ªciles de sostener en p¨²blico. El primero es que ya se ha pactado bajo cuerda con los nacionalistas -tanto con los que muerden como con los que de momento llevan el bozal puesto- que habr¨¢ semejante concesi¨®n pol¨ªtica para que ETA opte definitivamente por la jubilaci¨®n. Ser¨¢ el momento de buscar una f¨®rmula en la que "todos los partidos vascos se sientan c¨®modos". Ahora bien, no existe una m¨¢gica f¨®rmula pol¨ªtica seg¨²n la cual puedan estar simult¨¢nea e igualmente c¨®modos los partidarios de los derechos ciudadanos y los que piensan que los derechos son inherentes a los territorios, los que mantienen que el ser -es decir, la identidad ¨¦tnica- cuenta m¨¢s que el estar -o sea, la igualdad constitucional- y quienes opinan lo contrario, los que creen que s¨®lo hay que abrir el estado de derecho por arriba, hacia la unidad europea, y los que desean desguazarlo por abajo, hacia las inacabables y legendarias "realidades nacionales" que vayan proponi¨¦ndose. Hay que elegir tambi¨¦n aqu¨ª, como es preciso elegir entre educaci¨®n confesional o laica, guerra preventiva o prevenci¨®n de la guerra, asistencia social justa a quien padece cargas familiares extraordinarias o simple caridad privada, etc. A fin de cuentas, el final pol¨ªtico de ETA no puede ser m¨¢s que el refrendo de la Constituci¨®n, es decir, de las normas para la libertad de todos, o el refuerzo del nacionalismo obligatorio y omnicomprensivo que consigue en esta "nueva etapa" m¨¢s privilegios. O lo uno o lo otro, pero todo a la vez y por igual, desde luego que no.
El segundo argumento a favor de la mesa de partidos (y su paso previo, el entendimiento torticero del PSE con Batasuna) es que sin tal concesi¨®n queda bloqueado el "proceso de paz" (?) y ETA puede volver a las andadas. Ante eso, no podemos sino remitirnos a lo aconsejado en caso de recibir una carta de extorsi¨®n: por el bien de todos, resistir y no pagar. ?Que Batasuna bloquea no s¨¦ qu¨¦? Pues es problema suyo, porque los que est¨¢n ilegalizados son ellos y ellos son los que necesitan normalizar su situaci¨®n para gozar de l¨ªcitas ventajas institucionales. O espabilan ahora o tendr¨¢n que prolongar su "apartheid" hasta que lo insostenible de su posici¨®n les lleve a ceder. Los dem¨¢s no tenemos prisa. ?Que ETA se enfada? Y ?qu¨¦ va a hacer? ?Volver al tiro en la nuca y el coche bomba en las circunstancias de la Espa?a y de la Europa actuales, que le son tan poco propicias? No cabe duda de que puede hacer sufrir todav¨ªa, pero lo que no consigui¨® anta?o con vientos hist¨®ricos m¨¢s favorables, menos va a lograrlo ahora. Prolongar¨¢ nada m¨¢s la retah¨ªla de sus presos y el sacrificio idealista e ingenuo de j¨®venes arrastrados hacia la violencia. Los que tanto les hemos resistido ya, podemos resistirles un poco m¨¢s todav¨ªa. De modo que ellos ver¨¢n. El alto el fuego permanente es una noticia excelente si lleva a que los militantes dejen ETA y acepten la legalidad; pero ser¨ªa muy malo si determinase que es la legalidad la que debe reconocer a ETA. Y hay que ser muy brib¨®n o muy obtuso para decir que quienes ponen condiciones a la negociaci¨®n no quieren la paz. ?Paz? Los que hemos vivido d¨¦cadas bajo la paz franquista y hemos padecido su propaganda ya sabemos algo de las ambig¨¹edades de la palabreja... Aprendimos, por ejemplo, que la mayor¨ªa no quiere la paz (que si es verdadera se basa en la libertad), sino s¨®lo que les dejen en paz, aunque sea encerrados en un corral.
Sin confianza no suele avanzarse, pero el exceso de confianza puede ser letal. El entra?able Miguel Gila contaba en uno de sus mon¨®logos el caso de un conocido que pereci¨® al cruzar la v¨ªa del tren. Sea por apresuramiento o por miop¨ªa, en el cartel que avisaba "Paso peligroso" ley¨®: "Pasa, saleroso". Y claro, le atropell¨® el expreso. Zapatero, resalao, ponte las gafas y mira bien a derecha e izquierda antes de lanzarte a cambiar de acera...
Fernando Savater es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.