"El derecho can¨®nico debe figurar de forma expl¨ªcita en la LOE"
Los obispos van a pelear la ley educativa hasta el final. La asignatura de Religi¨®n no ha quedado recogida como pretend¨ªan, en igualdad de condiciones con las dem¨¢s, pero quiz¨¢ eso es ya, con la ley aprobada, una batalla perdida. La Iglesia concentra ahora su inter¨¦s, sobre todo, en los profesores de Religi¨®n. "Como la Religi¨®n no es obligatoria, el peligro est¨¢ en que no haya demanda, por tanto, es importante la calidad del profesor y de la ense?anza que imparte", se?ala el obispo de M¨¢laga, Antonio Dorado (Urda, Toledo, 1931), que es tambi¨¦n el presidente de la Comisi¨®n de Ense?anza y Catequesis de la Conferencia Episcopal.
En conversaci¨®n telef¨®nica, Dorado explica que "la inestabilidad [laboral] de los profesores de Religi¨®n no proviene de los obispos" y reivindica el derecho de la Iglesia a "intervenir" en los casos en que sus profesores dejen de ser "personas id¨®neas" para impartir estas ense?anzas. "No se trata de amenazas, sino de salvaguardar el derecho de los padres" a que sus hijos reciban la formaci¨®n "adecuada".
Los obispos proponen a sus profesores, pero su remoci¨®n ahora se "ajustar¨¢ a derecho"
La nueva Ley Org¨¢nica de Educaci¨®n (LOE) ha metido a los profesores de Religi¨®n bajo el paraguas del Estatuto de los Trabajadores, una antigua demanda del colectivo. Hasta ahora, los obispos propon¨ªan a sus candidatos pero, cuando consideraban que hab¨ªa dejado de ser la persona id¨®nea para el puesto, sus nombres desaparec¨ªan de la lista. Divorciarse, salir de copas o militar en sindicatos ha bastado en ocasiones para perder el trabajo. M¨¢s de una vez los tribunales han sentenciado en contra de estos despidos, pero ha sido la Administraci¨®n educativa, como contratadora, la encargada de pagar las indemnizaciones. Las multas acumuladas desde 1989, costar¨¢n al Gobierno 330 millones de euros en total. Por eso se ha cambiado la ley: los obispos seguir¨¢n proponiendo a sus profesores, pero la remoci¨®n de estos docentes ahora "se ajustar¨¢ a derecho".
?sta es la coletilla que los obispos quieren modificar en el desarrollo de la ley. "Se ha de asegurar que ese derecho sea civil, pero tambi¨¦n can¨®nico. Que no sean juzgados simplemente por las leyes civiles, tambi¨¦n por el derecho can¨®nico". "Queremos que el derecho can¨®nico figure expl¨ªcitamente en la LOE", insiste Dorado. De esa forma, aquel que se aparte de la doctrina eclesial (divorcios, copas, sindicatos) podr¨ªa ser sustituido. Y a?ade: "Ha habido muy poquitos casos [de despidos improcedentes]; la Administraci¨®n ha tenido que pagar muchos juicios perdidos porque no cumplieron los acuerdos, ten¨ªan que pagar a estos profesores como a los interinos y eso no se cumpli¨®", asegura Dorado. "En 36 a?os que llevo de obispo solamente no he propuesto a dos personas por no transmitir fielmente la ense?anza", pone de ejemplo el obispo de M¨¢laga. "Siempre hemos propugnado la estabilidad [de los profesores] pero si se cumplen las condiciones para las que se les propuso", advierte.
Medio siglo lleva casado con la Iglesia Antonio Dorado. Y justo el d¨ªa que celebraba sus bodas de oro, el Ministerio de Educaci¨®n cit¨® a la Conferencia Episcopal para debatir estos asuntos. "No pod¨ªa faltar, es que como si celebras una boda y no va el novio", bromea. Le sustituy¨® Fidel Herr¨¢ez, miembro de la comisi¨®n que ¨¦l preside. La situaci¨®n laboral de los profesores de Religi¨®n centr¨® aquel d¨ªa buena parte del debate.
Dorado reconoce que han pedido una pr¨®rroga en el ministerio para implantar la ley en lo que les concierne porque "hay algunas cuestiones por concretar". No se sabe si la religi¨®n tendr¨¢ alternativa y tampoco, dice, pod¨ªan arrancar el curso cuando ya hab¨ªa tomado medias como la propuesta de profesores antes de la nueva ley.
Por lo dem¨¢s, Dorado se defiende de algunos profesores que le acusan de haber proferido amenazas de despido contra ellos: "De ninguna manera, me suena a altaner¨ªa y presunci¨®n, dos caracter¨ªsticas de las que carezco".
Los obispos no mienten, ?no?
"Al menos no de mala fe".
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