Hero¨ªna por compasi¨®n
Pacientes del ensayo andaluz con hero¨ªna siguen recibiendo la droga tras finalizar un largo proyecto experimental de prescripci¨®n
Antes de empezar a hablar, Mari Carmen reflexiona: "?Sabes? Antes ni nos sent¨¢bamos con periodistas s¨ª no nos pagaban. No pod¨ªamos dejar de buscar dinero durante dos horas para pararnos a hacer una entrevista". Cuando Mari Carmen, de 36 a?os, dice "antes", se refiere casi siempre a los a?os que precedieron a la puesta en marcha del Pepsa (Proyecto Experimental de Prescripci¨®n de Estupefacientes en Andaluc¨ªa), por el que 31 heroin¨®manos recibieron durante nueve meses la droga bajo supervisi¨®n m¨¦dica para comprobar si esta sustancia puede ser m¨¢s eficaz que la metadona en toxic¨®manos con un perfil concreto. A?o y medio despu¨¦s de que acabara el estudio, Mari Carmen y cinco de sus compa?eros hablan gratis y relajados en la terraza de un bar de Granada casi contiguo al hospital Virgen de las Nieves, al que acuden dos veces cada d¨ªa para inyectarse su medicamento. Aunque el ensayo termin¨®, los que lo completaron siguen en tratamiento compasivo.
Tienen claro que son enfermos cr¨®nicos. Como al que le falla el ri?¨®n y vive atado a la di¨¢lisis
"Te pinchas todos los d¨ªas, pero sabes que cuando acabas te esperan cosas que antes dabas por perdidas", dice Miguel ?ngel. Al principio ni ¨¦l mismo cre¨ªa en el Pepsa. Los responsables del programa tuvieron que insistirle para que entrara. "Hab¨ªa perdido la fe en todo y no me quer¨ªa sentir como un conejillo de Indias". Pero le convencieron. "Y bendito el momento", dice. Todos los pacientes del programa eran heroin¨®manos que se inyectaban desde hace m¨¢s de dos a?os. Algunos, como Miguel ?ngel, desde hac¨ªa 20. Muchos viv¨ªan esperando la muerte y ahora dicen haber encontrado una nueva vida.
Dos a?os y medio despu¨¦s algunos tienen trabajo; otros est¨¢n apuntados al paro o han conseguido completar los tr¨¢mites para cobrar una pensi¨®n por minusval¨ªa. Ram¨®n incluso ha montado su propia empresa de pintura, con la que comen ¨¦l y sus dos empleados. "Antes nos mov¨ªamos s¨®lo para buscar dinero para droga. No ten¨ªas tiempo para nada m¨¢s. No te preocupaba nada m¨¢s. No parabas en todo el d¨ªa, con la ¨²nica meta de reunir el dinero suficiente", dice Mari Carmen, que ahora hace unas pr¨¢cticas a trav¨¦s del Instituto Municipal de Empleo de Granada por las que cobra 400 euros mensuales por 20 horas de trabajo a la semana. "Me da flexibilidad para seguir el tratamiento. Es dif¨ªcil encontrar trabajo teniendo que parar para pincharte". Hace apenas tres a?os, con esos 400 euros no ten¨ªa ni para el fin de semana. "Ganabas mucho m¨¢s dinero", recuerda. "Aparcando coches, pidiendo, sac¨¢ndoselo a la familia. Pero ?de qu¨¦ te serv¨ªa?".
Miguel, el novio de Mari Carmen, tambi¨¦n paciente del Pepsa, asegura que tuvo una ¨¦poca en la que llegaba a reunir 6.000 euros en tres d¨ªas. "Ten¨ªa un negocio entre Marruecos y Londres. Invert¨ªa 200.000 pesetas y ganaba un mill¨®n. El viernes ya no ten¨ªa ni un duro". Cuando el negocio no funcionaba, la pareja lo vend¨ªa todo: cuadros de la casa de alg¨²n familiar, la vajilla de los padres o cualquier objeto con pinta de poder pasar por una antig¨¹edad. "Cosas que ni te imaginabas que pod¨ªas vender", recuerda Mari Carmen. Se siente orgullosa de poder ir con su madre a tomar una cerveza sin pensar en "sacarle dinero".
Antes de llegar hasta ah¨ª, la madre tuvo que presenciar escenas duras. A menudo llevaba a su hija al supermercado. "Me compraba cosas buenas. Cola Cao, aceite... Y luego iba yo y las descambiaba o las vend¨ªa". Esta pr¨¢ctica se hizo tan habitual que el supermercado lleg¨® a modificar sus normas: prohibieron descambiar las cosas por dinero e impusieron el sistema de devoluci¨®n por vales de compra. "As¨ª que cog¨ªa los cheques y compraba con ellos botellas de whisky, que se vend¨ªan bien", dice Miguel, que acompa?aba a Mari Carmen en muchas de estas operaciones. Un d¨ªa, los responsables de la tienda hicieron que la madre asistiera a la secuencia completa. "Le dijeron que se quedara escondida y ver¨ªa c¨®mo iba yo al momento a descambiarlo todo. Y lo vio". Mari Carmen a¨²n lo recuerda con disgusto. "?Qu¨¦ les importaba? Hicieron que mi madre se cabreara conmigo".
El objetivo del ensayo no era quitarles la adicci¨®n, sino mejorar la calidad de vida de los adictos. En principio, el tratamiento compasivo es de por vida. Pero todos sue?an con liberarse de la atadura que supone acudir dos veces al d¨ªa a recibir la dosis. Si van a estar fuera de Granada, les dan una pastilla de metadona para paliar el mono. "Te lo piensas mucho antes de hacer un viaje", dice Mari Carmen. Lleva casi tres a?os sin moverse de la ciudad. Aunque hay de todo. Gustavo, que empez¨® a pincharse a los 26 a?os y entr¨® en el programa con 41, se va fuera los fines de semana. "Lo paso mal. Estoy contando las horas para que llegue el lunes y pincharme".
Tienen muy claro que son enfermos cr¨®nicos. Como al que le falla el ri?¨®n y vive atado a la di¨¢lisis. Entre sesi¨®n y sesi¨®n, hacen casi vida normal. Eso es lo que les ha dado el Pepsa. Pero les gustar¨ªa que un d¨ªa llegara el trasplante. Algo que les permitiera desengancharse para siempre de la hero¨ªna. "El problema es que si das el salto y te sale mal, no puedes volver al programa", dice Richard, otro de los pacientes. "Si tuviera la oportunidad de dejarlo pero sabiendo que si recaigo puedo volver a intentarlo, lo dejaba. Pero es que doy por supuesto que voy a recaer. Estuve cuatro a?os abstinente y ca¨ª. Un d¨ªa me dije: 'Por mil pesetas no pasa nada'. Y no he parado". En mayor o menor grado, todos comparten los temores de Miguel ?ngel, que reconoce que todav¨ªa, de vez en cuando, "picotea". "Mido los consumos, pero me tengo que esforzar m¨¢s. No lo disfrutas, lo haces para quitarte el dolor. Porque eres un toxic¨®mano".
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