Los papeles er¨®ticos de Gustav Klimt
Una exposici¨®n re¨²ne un centenar de dibujos del pintor austriaco, la mayor¨ªa desnudos
Gustav Klimt vivi¨® en la Viena finisecular de Sigmund Freud. Una ciudad en la que, frente a la moral establecida, crec¨ªa un nuevo clima m¨¢s er¨®tico y complejo. La leyenda cuenta que en el taller del pintor, una casa de una planta rodeada de un precioso jard¨ªn asilvestrado, las mujeres se paseaban desnudas a todas horas. All¨ª, ¨¦l las dibujaba en todas las formas posibles: j¨®venes, ancianas, embarazadas, solas, con hombres o con otras mujeres, masturb¨¢ndose... Desde ma?ana, y hasta el pr¨®ximo 3 de septiembre, la Fundaci¨®n Mapfre re¨²ne en su sede de Madrid un centenar de dibujos de aquella ¨¦poca de Klimt. La mayor¨ªa son esquem¨¢ticos desnudos a l¨¢piz en los que se vislumbra una mujer desinhibida que, due?a de su cuerpo, no teme el asalto a su intimidad.
"Soy pintor, alguien que pinta todos los d¨ªas de la ma?ana a la noche", escribe
Rodin dijo en su estudio: "Nunca hab¨ªa sentido nada parecido a lo que siento aqu¨ª"
Vogel: "Contemplando estos dibujos cuesta creer que se mostraran al p¨²blico de fin de siglo"
Klimt naci¨® en Baumgarten, en las cercan¨ªas de Viena (hoy distrito XIV de la capital) el 14 de julio de 1862. Su padre se llamaba Ernst y su madre Anna Finster. Estudi¨® en la Escuela de Artes y Oficios, pero en 1890 se aparta de los modelos acad¨¦micos. Funda con su hermano Ernst y con Franz Matsch el movimiento de la Secesi¨®n, una asociaci¨®n de artistas modernistas y de arquitectos cuyo lema fue "a cada edad su arte, al arte su libertad".
En uno de sus escasos textos aut¨®grafos, Klimt dice: "Estoy convencido de que no soy una persona especialmente interesante. No hay nada especial en m¨ª. Soy pintor, alguien que pinta todos los d¨ªas de la ma?ana a la noche".
Pero lo cierto es que Klimt despert¨® en su ¨¦poca una gran fascinaci¨®n. Se especulaba sobre su vida privada y sobre el movimiento que giraba en torno a su estudio vien¨¦s. Sus modelos eran generalmente mujeres que pertenec¨ªan a la burgues¨ªa vienesa, pero tambi¨¦n ten¨ªa un s¨¦quito de prostitutas que le serv¨ªan de musas.
Al parecer, siempre hab¨ªa mujeres desnudas, posaran o no, a su alrededor. Seg¨²n la leyenda, Klimt necesitaba estar siempre rodeado de mujeres. Cuentan tambi¨¦n que cuando Rodin visit¨® el estudio vien¨¦s de Klimt se arrodill¨® ante ¨¦l y le dijo: "Nunca hab¨ªa sentido nada parecido a lo que siento aqu¨ª. Vuestro fresco de Beethoven, tan tr¨¢gico y tan feliz al mismo tiempo; vuestra grandiosa exposici¨®n, inolvidable; y ahora, este jard¨ªn, estas mujeres, esta m¨²sica... Y alrededor de usted y en usted mismo, esta alegr¨ªa feliz e inocente. ?Qu¨¦ puede ser?". Klimt, con su aspecto de ap¨®stol, se gir¨® y contest¨® con una palabra: "Austria".
En el cat¨¢logo editado para la exposici¨®n, Mujeres. Klimt, Pablo Jim¨¦nez Burillo, director del Instituto de Cultura de la Fundaci¨®n Mapfre, recrea la Viena de aquellos a?os, una ciudad "saturada" de erotismo, con una obsesiva curiosidad por las historias secretas, por los vicios. "Una fascinaci¨®n er¨®tica por la mujer que lleva, inevitablemente, a la melancol¨ªa y la desaz¨®n, a la m¨¢s pura de las desesperaciones de fin de siglo", afirma Jim¨¦nez Burillo.
Los dibujos de Klimt, que se sit¨²an dentro de esta nueva fascinaci¨®n por la mujer y su sexualidad, tambi¨¦n fueron objeto de fuertes cr¨ªticas. En 1908, Adolf Loos escrib¨ªa un art¨ªculo titulado Ornamento y delito en el que acusaba al pintor de degenerado: "Todo arte es er¨®tico. El primer ornamento fue de origen er¨®tico. La primera obra de arte, el primer acto art¨ªstico que el primer artista garabate¨® en un muro para desahogar su exuberancia, fue er¨®tico. Una l¨ªnea horizontal: la mujer tendida. Una l¨ªnea vertical: el hombre que penetra... Pero el hombre de nuestra ¨¦poca que, llevado por una compulsi¨®n interna, embadurna paredes con s¨ªmbolos er¨®ticos, es un criminal o un degenerado".
Gu¨ªa de Egon Schiele y de Oskar Kokoschka, Klimt dedic¨® lo mejor de su arte a la mujer, a la que pint¨® de m¨²ltiples maneras. Desde El retrato de Adele Bloch-Bauer, quiz¨¢ el m¨¢s famoso, a Las tres edades de la mujer o El beso. En la exposici¨®n que ma?ana se inaugura en Madrid (avenida del General Per¨®n, 40) se reconocen el esqueleto de sus conocidas obras maestras. Pero frente a sus cuadros -deslumbrantes iconos dorados que han inspirado no s¨®lo la historia del arte sino tambi¨¦n la de la moda- sus dibujos muestran su lucha por captar otra esencia.
El casi centenar de papeles expuestos en Madrid pertenece a la colecci¨®n Sabarsky que, con sede en Nueva York, est¨¢ centrada en Klimt, Schiele y Kokoschka. La comisaria de la exposici¨®n, Annette Vogel, recuerda c¨®mo siempre se ha especulado sobre la vida privada de Klimt y la relaci¨®n que manten¨ªa con sus modelos: "Contemplando estos dibujos cuesta creer que se mostraran al p¨²blico vien¨¦s de fin de siglo".
Para Vogel, es compleja la relaci¨®n entre los dibujos de Klimt y su obra pict¨®rica. "Compleja y fascinante", a?ade. "Sus dibujos trascienden la condici¨®n de meros conjuntos de bocetos para ser trasladados a lienzos de tama?o monumental. Al comparar los dibujos de Klimt con su obra pict¨®rica percibimos que, muy frecuentemente, utiliza los primeros como ensayos previos a sus lienzos. Sin embargo, el tratamiento estil¨ªstico en ambos soportes resulta muy diferente: la intensidad er¨®tica que muestran sus bocetos naturalistas se transforma en pura estilizaci¨®n en muchos de sus cuadros, en los que la carga emotiva es mucho menos evidente".
Los cuerpos de los dibujos se construyen con l¨¢piz, contornos extremadamente delicados que transmiten la fragilidad de su desnudez. En los lienzos, seg¨²n Vogel, los ricos ornamentos convierten los fr¨¢giles desnudos en iconos de espiritualidad.
Vogel recuerda que la obra de Klimt fue escandalosa en su ¨¦poca. En 1903, pinta a una mujer embarazada desnuda y lo titula Esperanza I; la obra no encaja bien. Klimt dibuj¨® sesenta bocetos para este cuadro, la mitad de ellos muestran a la embarazada abrazada a un hombre, en el resto est¨¢ sola. "La seguridad y la felicidad que se desprenden de los dibujos se transforma en algo sombr¨ªo en el lienzo", escribe Annette Vogel en el art¨ªculo A prop¨®sito de los (dibujos de) desnudos de Klimt.
Klimt dibuj¨® el estereotipo de una nueva mujer, fatal y ensimismada. Son escasos los cuadros en los que el hombre tenga mayor protagonismo que ella. S¨®lo en El beso la mujer se entrega a un hombre desnudo. Los representados son el propio Klimt y su amante Emilie. En los dibujos abundan las escenas de lesbianas, "hero¨ªnas de la nueva modernidad", dice Pablo Jim¨¦nez Burillo citando a Walter Benjamin. "Para el hombre y para la sociedad en general esta nueva imagen de la mujer crea un gran desconcierto. El deseo y la angustia, la insatisfacci¨®n fascinada, la lejan¨ªa sensual, el propio exotismo de su imagen y comportamiento convierten a la mujer y su erotismo en un asunto central y obsesivo para el final de siglo y, muy especialmente, para una Viena, como la de Klimt, en la que la doble moral alcanza sus cotas m¨¢s refinadas y perversas".
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