"A la vuelta esquiv¨¦ 17 balas en el coche"
El salvadore?o Guevara es el porteroal que han metido m¨¢s goles, 10 por parte de Hungr¨ªa en Espa?a 82, en un Mundial
"?Vaya l¨ªo!", exclama do?a Ana Julia, la madre de Ricardo Guevara (El Salvador, 40 a?os). ?A qu¨¦ viene tanto revuelo? "A que mi hijito podr¨¢ limpiar su nombre", dispone la anciana. Adem¨¢s de recibir la mayor goleada de todos los tiempos (10-1 ante Hungr¨ªa en el estadio Mart¨ªnez Valero, de Elche, el 15 de junio de 1982), Guevara fue, con 17 a?os, el portero m¨¢s joven en disputar un Mundial. Casi le fue la vida en el intento.
Pregunta. Antes de dedicarse al f¨²tbol lo suyo era el baloncesto.
Respuesta. Era un jugador con poder¨ªo. Serv¨ªa tanto para el ataque como para capturar rebotes. Y desde media distancia era muy efectivo. Ah¨ª andaba, en la selecci¨®n, hasta que en 1978 me captaron para portero.
"Pas¨¦ de ser el ni?o que hab¨ªa dado la alegr¨ªa m¨¢s grande al pa¨ªs a ser la mayor verg¨¹enza"
"Me intent¨® cambiar el seleccionador cuando ¨ªbamos 5-1, pero el suplente no se atrevi¨®"
P. El partido contra los h¨²ngaros les pill¨® algo despistados...
R. Tuvimos mala suerte. La planificaci¨®n del viaje fue nefasta. Llegamos apenas tres d¨ªas antes del debut. Con siete horas de diferencia, el jet lag era de esc¨¢ndalo. Nuestro reloj biol¨®gico estaba totalmente cambiado. Tres cuartos de lo mismo nos pasaba respecto a Hungr¨ªa: no hab¨ªamos visionado ning¨²n v¨ªdeo y entramos atacando al rey del contraataque. Se junt¨® todo.
P. As¨ª, cualquiera.
R. Claro. Ten¨ªamos que haber llegado 20 d¨ªas antes, con tiempo suficiente para aclimatarnos.
P. La gente les respaldar¨ªa.
R. En El Salvador hab¨ªa una bronca grand¨ªsima. Ac¨¢ nadie ha entrado todav¨ªa en raz¨®n. Para nosotros ya era una haza?a habernos clasificado. Adem¨¢s, viv¨ªamos una guerra civil. De hecho, la clasificaci¨®n la conseguimos pr¨¢cticamente jugando de visitantes. ?sa es la parte que nadie recuerda. S¨®lo se habla de M¨¢gico Gonz¨¢lez, no del resto. En ese momento agarraron y le dieron al m¨¢s peque?o.
P. ?No le arroparon los compa?eros ni el seleccionador?
R. Muy poco. Nadie dio la cara. Y yo me com¨ª todo el disgusto, todas las cr¨ªticas... Si ah¨ª est¨¢bamos era porque yo met¨ª las manos. En la fase de clasificaci¨®n me anotaron apenas un gol. Yeso que me llegaban al ¨¢rea un promedio de 25 o 30 veces. Por algo fui elegido el mejor deportista latinoamericano.
P. En los siguientes partidos mejoraron much¨ªsimo.
R. Nos enfrentamos a los belgas (1-0), subcampeones de Europa, y a Argentina, los vigentes campeones (2-0). No es que las cosas se normalizaran, pero est¨¢bamos m¨¢s adaptados y los planteamientos eran m¨¢s conservadores. Pero igualmente me llegaron por todos lados. Me toc¨® trabajar mucho.
P. Hungr¨ªa empez¨® a zurrarles pront¨ªsimo, a los tres minutos.
R. El primero vino de un c¨®rner. Marc¨® Nyilasi a pase de Fazekas. No est¨¢bamos en la onda. Fue un cabezazo fuerte y le sali¨® un balinazo. Despu¨¦s nos pillaron en una contra, a los 10 minutos; entr¨® por mi derecha, fuerte, raso, abajo. El tercero lo marc¨® Fazekas desde unos 25 metros. As¨ª termin¨® el primer tiempo.
P. El vestuario ser¨ªa un funeral...
R. M¨¢s bien, un caos. Se dec¨ªa de retomar el juego. Nada m¨¢s arrancar la segunda parte, empezamos a llegar a su arco y... nos mataron al contragolpe. Llegaban y llegaban.
P. ?Se hubiera contentado con impedir un par de goles?
R. ?Par¨¦ muchos! De hecho, la mejor intervenci¨®n que tuve en el Mundial fue en un cabezazo de Nyilasi a la escuadra. Vol¨¦. ?sa fue de sobresaliente.
P. ?No ten¨ªan un plan B para detener la sangr¨ªa?
R. Me intent¨® cambiar el seleccionador cuando ¨ªbamos 5-1, pero el suplente no se atrevi¨®. El partido deb¨ªa de tener tan mala pinta... Pero todav¨ªa pens¨¢bamos que pod¨ªamos empatar.
P. En vez de con ovejas, esa noche so?ar¨ªa con Kiss y Fazekas.
R. Es que ese d¨ªa sucedieron tantas cosas... Hubo un se¨ªsmo en San Salvador antes del partido. El vestuario no era el mismo de siempre. Encima, eran las nueve de la noche y los ojos se nos cerraban de sue?o. Yo pagu¨¦ las culpas. Hsta me balacearon en el carro.
P. ?C¨®mo?
R. S¨ª, al poco de regresar ac¨¢. Creo que Jes¨²s y la Virgen me quieren bastante porque fueron 17 impactos de bala, con un fusil de asalto, conmigo dentro del coche. Fue escuchar las detonaciones y me empec¨¦ a tirar por todos lados, en busca de un hueco. Cuando todo acab¨®, estaba escondido en el del asiento de atr¨¢s. No me pregunte c¨®mo llegu¨¦ hasta ah¨ª. No s¨¦ c¨®mo esquiv¨¦ las balas porque hab¨ªa agujeros por todos lados.
P. S¨ª que se lo tomaron en serio, s¨ª...
R. Ya not¨¦ cierta hostilidad al subir al avi¨®n, en Miami, adonde llegu¨¦ procedente de Madrid. Era una l¨ªnea salvadore?a y las miradas de las azafatas y los pasajeros... Pas¨¦ de ser el ni?o que hab¨ªa dado la alegr¨ªa m¨¢s grande a los salvadore?os a ser la mayor verg¨¹enza del pa¨ªs.
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