V¨ªsperas catalanas
LOS CIUDADANOS CATALANES manifestar¨¢n hoy su conformidad, desacuerdo o indiferencia hacia el nuevo Estatuto, una norma pactada entre las Cortes generales y la Asamblea auton¨®mica a trav¨¦s de una ponencia paritaria integrada por representantes de ambos Parlamentos. La abstenci¨®n registrada y los porcentajes de votos a favor o en contra del proyecto ser¨¢n los argumentos centrales de la campa?a de las elecciones auton¨®micas anunciadas para el pr¨®ximo oto?o. Ser¨¢ dif¨ªcil, sin embargo, proyectar de manera fiable los resultados de hoy sobre los futuros comicios. Los bloques del s¨ª y del no est¨¢n apadrinados por partidos rivales, que se pelear¨¢n entre s¨ª para apoderarse de las buenas noticias llegadas de las urnas y rebotar los disgustos sobre los competidores. La transversalidad ideol¨®gica del voto -liberado de la disciplina partidista- en los referendos permite el regreso de los electores a sus viejas lealtades en los comicios ordinarios. La abstenci¨®n no ha sido recomendada por ning¨²n partido, a diferencia de la suicida consigna impartida por los centristas en el refer¨¦ndum auton¨®mico andaluz de 1980; sin embargo, el recuerdo de la participaci¨®n catalana en la Constituci¨®n de 1978 (67,9%) y el Estatuto de 1979 (59,3%) servir¨¢ de vara de medir en las pol¨¦micas.
La diferencia con el nivel de participaci¨®n registrado en el refer¨¦ndum del Estatuto de 1979 y los porcentajes de los votos a favor y en contra ser¨¢n la vara de medir de la consulta de hoy
Si se registrase un aumento significativo de la abstenci¨®n, el menor apoyo social obtenido por el nuevo texto en comparaci¨®n con el Estatuto de hace 27 a?os ser¨ªa enarbolado contra las tres formaciones -PSC, CiU e ICV- prescriptoras del s¨ª; en cambio, los dos partidos defensores del no -ERC y PP- tratar¨ªan de colonizar el equ¨ªvoco territorio de la abstenci¨®n para anexionarlo a su frente del rechazo. Aunque la Junta Electoral Central lleg¨® a prohibir la campa?a lanzada por la Generalitat para promover la participaci¨®n ciudadana, esa interdicci¨®n lleg¨® con retraso y ha sido adem¨¢s parcialmente incumplida por el Gobierno catal¨¢n mediante triqui?uelas ic¨®nicas; si la normativa electoral excluye el car¨¢cter obligatorio del voto, parece l¨®gico concluir que el reconocimiento legal del derecho de sufragio incluye la posibilidad de no ejercerlo.
La prolongada tramitaci¨®n del proyecto estatutario en los dos Parlamentos, y las sustanciales modificaciones de sus contenidos a trav¨¦s de un mareante proceso negociador, han contribuido a sembrar el cansancio y el desconcierto en el electorado. La convergencia desde posiciones diametralmente alejadas de los populares y los republicanos para asumir un objetivo com¨²n ha confundido a sus bases sociales, acostumbradas a definirse en t¨¦rminos de oposici¨®n mutua y obligadas ahora a yacer juntas en una coalici¨®n negativa: ?obedecer¨¢n los votantes del PP y de ERC (que sumaron m¨¢s del 31,4% de los sufragios en las legislativas de 2004 en Catalu?a) las instrucciones de sus respectivos partidos? El brusco viraje de los republicanos desde el inicial apoyo entusiasta a la propuesta estatutaria hasta la furiosa hostilidad contra la versi¨®n definitiva ha sobresaltado tambi¨¦n a su clientela. Y el ofrecimiento de Piqu¨¦ para formar Gobierno de coalici¨®n con CiU a la sombra del nuevo Estatuto, despu¨¦s de las elecciones del oto?o, pone al descubierto que la supuesta resistencia heroica del PP para impedir la quiebra de Espa?a es un c¨ªnico numantinismo de cart¨®n-piedra.
Las tentativas de agresi¨®n f¨ªsica y las intimidaciones verbales sufridas por dirigentes del PP a manos de independentistas radicales -opuestos igualmente al Estatuto- transmiten a la pinza del frente del rechazo un aire todav¨ªa m¨¢s surrealista. Esos preocupantes episodios constituyen, por lo dem¨¢s, un serio aviso sobre la peligrosa deriva que la irresponsable infravaloraci¨®n de tales amenazas implicar¨ªa para la salvaguardia de las libertades personales, civiles y pol¨ªticas; las explicaciones sobre el origen de los incidentes dadas por algunos portavoces suenan al tipo de justificaciones que desplazan la culpa desde los agresores a los agredidos. La Anti-Espa?a construida por los ide¨®logos de la ultraderecha como futuro hogar de la izquierda democr¨¢tica ser¨ªa el ominoso espejo de la Anti-Catalu?a preparada para los 620.000 catalanes que votan al PP.
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