Os espero en Espa?a
Los permisos de reagrupaci¨®n familiar para emigrantes pasan en cinco a?os de s¨®lo 12 a casi 75.000
Liudmila Mijalchuk vio crecer a su hijo a trav¨¦s de fotograf¨ªas durante cuatro a?os. La tremenda crisis econ¨®mica de su Ucrania natal tras la descomposici¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica en 1991 y la falta de perspectivas la impulsaron en 2002 a tomar una dif¨ªcil decisi¨®n: dejar atr¨¢s a su marido, Iv¨¢n, y a su hijo, Rostislav, que entonces ten¨ªa cuatro a?os, para buscarse la vida en Espa?a. En abril de este a?o logr¨®, por fin, reagrupar a su familia.
?se es, precisamente, el objetivo de centenares de miles de inmigrantes. El n¨²mero de permisos de reagrupaci¨®n familiar ha aumentado exponencialmente en los ¨²ltimos cinco a?os: de los 12 que concedi¨® el Gobierno en el a?o 2000 hasta 74.919 en 2005, seg¨²n datos del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Un 6,8% de los 2.873.250 extranjeros que residen legalmente en Espa?a obtuvieron su residencia con esta f¨®rmula. Una consecuencia directa de la avalancha migratoria. El a?o pasado se acogieron 561.241 extranjeros al proceso de regularizaci¨®n iniciado por el Gobierno, seg¨²n el Observatorio Permanente de la Inmigraci¨®n.
El 6,8% de los casi tres millones de extranjeros que viven legalmente en Espa?a obtuvieron su residencia mediante la reagrupaci¨®n familiar
"Nos gusta mucho este pa¨ªs, y lo m¨¢s importante es que volvemos a estar juntos. Espero que no volvamos a separarnos jam¨¢s", afirma Liudmila, sentada con su marido ante una fuente del parque Pradillo, en M¨®stoles, mientras Rostik juega con un patinete. Iv¨¢n, que todav¨ªa no habla espa?ol, la interrumpe con una reflexi¨®n. Ella r¨ªe y traduce: "Dice que lo ¨²nico que no le gusta de Espa?a es el precio de la vivienda". En eso se parece a la mayor¨ªa de los espa?oles.
Dos a?os sin papeles
Liudmila pas¨® sus primeros dos a?os en Espa?a sin papeles, sin poder volver a Novi Rozdil (en la regi¨®n de los C¨¢rpatos), donde sus padres cuidaban de Rostik. Pero se comunicaban a diario por tel¨¦fono. Liudmila fue acogida por un primo suyo que viv¨ªa en M¨®stoles, y la red de compatriotas en Madrid la ayud¨® a conseguir un trabajo, cuidando a los nueve hijos de una familia. Ellos le tramitaron el permiso de residencia y trabajo. Con los papeles en regla, comenz¨® a trabajar como camarera, aunque es enfermera titulada. "No he podido homologar mi t¨ªtulo, pero me gustar¨ªa volver a trabajar alg¨²n d¨ªa en un hospital", asegura.
En cuanto a Iv¨¢n, ingeniero forestal, est¨¢ a la espera de que le concedan el permiso de trabajo: "No entiendo por qu¨¦ no lo dan al mismo tiempo que el de residencia", asegura. Los dos meses que lleva en Espa?a los ha dedicado a aprender el idioma. A su hijo le est¨¢ costando menos adaptarse, a pesar de que lleg¨® al final del a?o escolar. "A veces ven¨ªa de clase llorando porque no entend¨ªa lo que pasaba", recuerda Liudmila, "pero sus compa?eros se han portado de maravilla con ¨¦l, y ahora, cada ma?ana tiene muchas ganas de ir al colegio".
El tr¨¢mite para reagrupar a la familia es relativamente sencillo, siempre y cuando se cumplan los requisitos: llevar un a?o viviendo en Espa?a, tener un permiso de residencia por otro a?o y disponer de alojamiento y medios econ¨®micos suficientes para acoger a la familia. Pueden ser reagrupados el c¨®nyuge o hijos, siempre y cuando sean menores de edad y solteros. Cuando se acepta la solicitud (en el 83% de los casos), se env¨ªa el expediente al consulado espa?ol en el pa¨ªs de origen. All¨ª, el familiar debe presentar un certificado de antecedentes penales. El proceso suele tardar entre cuatro y nueve meses hasta la concesi¨®n del visado, que tiene un coste de 60 euros. Entre 2000 y 2005 han llegado por esta v¨ªa 194.752 extranjeros de 123 nacionalidades.
Algunos extranjeros residentes en Espa?a tienen estudios superiores y saben que no encontrar¨¢n un trabajo en su ¨¢rea de especializaci¨®n, pero a pesar de ello vienen a Espa?a convencidos de que podr¨¢n abrirse camino. "Con la crisis de 2003, apenas si nos alcanzaba para subsistir, y por eso acordamos mi mujer y yo que ella se fuera a Espa?a para ir haciendo el nido", afirma Rafael Tineo, un dominicano de 43 a?os que lleg¨® a Espa?a en abril, reuni¨¦ndose con su esposa e hijos.
Al igual que Iv¨¢n, Rafael est¨¢ a la espera de su permiso de trabajo desde hace tres meses y ocupa sus d¨ªas atendiendo a sus hijos y estudiando: ingl¨¦s, hosteler¨ªa e inform¨¢tica. Hab¨ªa trabajado como ingeniero agr¨®nomo en las plantaciones tabacaleras de la regi¨®n de El Cibao y tiene muy claro que en Espa?a tendr¨¢ que buscarse otra ocupaci¨®n. No le importa: est¨¢ abierto a cualquier posibilidad con tal de tener un empleo.
La crisis econ¨®mica de su pa¨ªs hizo que el sueldo que recib¨ªa como subgerente de la plantaci¨®n resultara insuficiente para mantener a su familia. "Cuando ibas al mercado, los productos no ten¨ªan precio porque pod¨ªa cambiar entre el momento en que entrabas y cuando llegabas a la caja. Daba verg¨¹enza, pero hab¨ªa que decirle a la cajera que me avisara cuando hab¨ªa alcanzado mi tope". Mar¨ªa del Carmen, su esposa, lleg¨® a Espa?a en 2004. Un a?o despu¨¦s, en agosto de 2005, llegaron dos de sus tres hijos: Rafael Eduardo, de 14 a?os, y Sara Nereira, de 8. "Vinieron en esa fecha para que pudieran iniciar el a?o escolar aqu¨ª. A mi hijo le cost¨® un poco adaptarse. Al principio me hablaba a Santo Domingo para decirme que quer¨ªa volverse conmigo", recuerda Tineo. El tercer integrante de la familia, Edgar M¨¢ximo, de 17 a?os, sigue en Santo Domingo esperando terminar el bachillerato. Despu¨¦s emprender¨¢ el vuelo hacia Espa?a.
Reagrupaci¨®n de los padres
Los padres tambi¨¦n pueden ser reagrupados siempre y cuando dependan -y lo demuestren- de sus hijos. C¨¦sar Aguirre D¨ªaz naci¨® en Per¨² y tiene la nacionalidad espa?ola desde hace seis a?os. Hace 15 d¨ªas trajo a su madre, Paulina, de 62 a?os y que comienza a tener problemas de salud. "Mi madre tendr¨¢ mejores m¨¦dicos aqu¨ª y adem¨¢s tiene a los dos hijos en Espa?a, as¨ª es que no ten¨ªa mucho sentido que se quedara ella sola en Lima", afirma detr¨¢s de la barra del restaurante mexicano que abri¨® en el centro de Madrid, junto a otros compatriotas.
Aguirre lleg¨® a Espa?a en taxi. Aterriz¨® en Praga y viaj¨® en tren, siempre de noche, hasta La Jonquera, donde le negaron la entrada: "Yo me hice el tonto, les pregunt¨¦ que si no segu¨ªamos en Checoslovaquia y me miraron raro". Lo devolvieron a Perpi?¨¢n, en donde tom¨® un taxi, que le cobr¨® 250 d¨®lares por dejarlo en un hotel barcelon¨¦s sin pasar por la frontera, transitando por caminos de tierra. "Los primeros a?os fueron duros", recuerda. "Llegu¨¦ a vivir con seis compatriotas en un piso peque?o, siempre estaba con miedo cuando ve¨ªa a un polic¨ªa". Estuvo ocho a?os sin volver a Per¨², cobrando salarios m¨ªseros, aunque ganaba m¨¢s que en la zapater¨ªa en la que trabajaba en Lima, hasta lograr la nacionalidad espa?ola.
Los reagrupados mantienen siempre la esperanza de poder volver a su pa¨ªs alg¨²n d¨ªa. "Nunca se sabe", afirma Liudmila. "Cuando sal¨ª de Ucrania pens¨¦ que ser¨ªa s¨®lo por un a?o, pero ya llevo cuatro aqu¨ª". Saben que en Espa?a les espera una vida de trabajo duro. "Yo no pienso quedarme toda la vida trabajando en Espa?a, yo quiero regresar a mi pa¨ªs con fuerza, es lo ¨²nico que tengo claro", asegura Mar¨ªa del Carmen, minutos antes de salir a cubrir su segundo turno como camarera de un c¨¦ntrico restaurante madrile?o. El trayecto le lleva hora y media cada d¨ªa. Espera que Rafael consiga trabajo pronto para que pueda contribuir a la econom¨ªa familiar. Mantienen el anhelo de volver a su pa¨ªs.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.