El musulm¨¢n que salv¨® a Franco
El militar marroqu¨ª Mizzian mat¨® en 1924 a un rife?o que apuntaba al futuro dictador
Francisco Franco, el impulsor de la Gloriosa Cruzada, como denominaba la propaganda oficial al golpe militar de 1936, salv¨® su vida 12 a?os antes de sublevarse gracias a los reflejos de un musulm¨¢n marroqu¨ª, el entonces capit¨¢n Mohamed Mizzian.
La participaci¨®n de una delegaci¨®n oficial espa?ola, encabezada por el embajador en Rabat, Luis Planas, y el segundo jefe de Estado Mayor del Ej¨¦rcito, teniente general Rafael Barbudo, en la inauguraci¨®n, hace tres semanas, de un museo en Nador (Marruecos) dedicado a Mizzian, ha suscitado numerosas protestas en Espa?a, incluso en las filas del PSOE.
Mizzian hizo la Guerra Civil en las filas del Ej¨¦rcito de Franco y cometi¨® todo tipo de exacciones sobre heridos republicanos y milicianas indefensas. El caudillo le nombr¨® despu¨¦s capit¨¢n general de Galicia, su tierra, y m¨¢s tarde, de Canarias. Le mantuvo incluso su sueldo cuando, en 1956, pidi¨® la baja voluntaria en el Ej¨¦rcito para regresar a un Marruecos que acababa de alcanzar la independencia, para organizar sus Fuerzas Armadas.
"Se siente un disparo que atruena en los o¨ªdos de ambos jefes
?Cu¨¢l era el origen de esa amistad inquebrantable entre Franco y su oficial rife?o, uno de los pocos allegados que no necesitaba pedir cita para visitarle en el palacio de El Pardo? La respuesta figura en algunos documentos desempolvados en Melilla por Jos¨¦ Marqu¨¦s, un gran aficionado a la historia: Mizzian salv¨® la vida de Franco.
El testimonio m¨¢s preciso lo brinda Emilio L¨®pez, corresponsal de El Telegrama de Melilla en Tetu¨¢n, en una cr¨®nica fechada el 3 de octubre de 1924, pero que se public¨® d¨ªas despu¨¦s. El periodista narra una batalla, en la zona del Mitzal, con un saldo de 109 muertos en ambos bandos, entre un pu?ado de rife?os partidarios de Abdelkrim el Jatabi y los soldados a las ¨®rdenes de dos tenientes coroneles, Francisco Franco y Claudio Temprano. Mizzian era entonces el ayudante de Temprano.
Tras el combate, ambos oficiales espa?oles "regresan a su antiguo puesto de mando para terminar los trabajos de fortificaci¨®n (...)" en la aldea de Abada, escribe Emilio L¨®pez. "Repentinamente y por entre el caser¨ªo, irrumpen los rebeldes que dirigen un fuego violent¨ªsimo contra nuestras tropas. Un moro enemigo se alza de pronto a unos cuatro metros del grupo que forman ambos tenientes coroneles, y su m¨¢user se alza apunt¨¢ndoles".
"La sorpresa ha sido tan completa", prosigue L¨®pez, "que ninguno de los dos tiene tiempo de desenfundar la pistola. El momento es emocionante. Si dispara el rebelde sus efectos son mortales, pues est¨¢ el blanco a cort¨ªsima distancia. Temprano y Franco, que estaban sentados, se encomiendan r¨¢pidamente a lo que Dios quiera. Pero en aquel instante, un segundo no m¨¢s antes de que el enemigo apriete el disparador, se siente un disparo que atruena en los o¨ªdos de ambos jefes que ven llenos de estupor c¨®mo el moro atacante da una voltereta y cae a tierra".
"Este inesperado salvador lo era el capit¨¢n Mizzian, que con su m¨¢user hab¨ªa ganado la vez al ind¨ªgena en un r¨¦cord de ligereza que cost¨® la vida, herido en el coraz¨®n, al inesperado atacante", concluye el corresponsal del peri¨®dico. Temprano muri¨®, no obstante, tan s¨®lo 47 d¨ªas despu¨¦s, al frente de sus regulares y cerca de Chauen.
Franco y Mizzian no se conocieron, sin embargo, en el poblado de Abada. Hay constancia gr¨¢fica de que al menos tres a?os antes ya hab¨ªan entablado relaci¨®n. El capit¨¢n marroqu¨ª result¨® herido en la batalla de Annual, en 1921, en la que luch¨® junto a los espa?oles contra los hombres de Abdelkrim. Franco le visit¨® en el hospital de Melilla, y el Instituto de Historia y Cultura Militar de Madrid guarda una foto de aquel encuentro.
Mizzian volvi¨® a ser herido, esta vez de un balazo en una pierna, el 19 de septiembre de 1936, junto al r¨ªo Manzanares, frente a la Ciudad Universitaria de Madrid. All¨ª los combates fueron especialmente encarnizados. Le salv¨® en esta ocasi¨®n uno de sus hombres, Mohamed el Ousruti, al que localiz¨® el historiador Francisco S¨¢nchez Ruano. Su libro, Islam y guerra civil espa?ola, reci¨¦n publicado por La Esfera de los Libros, recoge el testimonio de este fiel soldado.
Cirug¨ªa en Talavera
"Le salv¨¦ la vida", recuerda Ousruti, "al esconderlo junto a un tanque; luego le llevamos en coche a Valmojado y le operaron en Talavera de la Reina". En esta ocasi¨®n Franco no acudi¨® a visitarle al hospital.
"Mi padre era muy combativo", declar¨® en Rabat Zahara Mizzian, hija del general, a S¨¢nchez Ruano, "pues tuvo dos heridas en Marruecos, de las que una fue muy grave -luchando contra Abdelkrim- y una ante Madrid".
"?Miente como un bellaco!", espeta otra de las hijas, Miriam Mizzian, a S¨¢nchez Ruano cuando le pregunta por los cr¨ªmenes de los que acus¨® a su padre el norteamericano John Whitaker, testigo de la violaci¨®n colectiva y asesinato, en el oto?o de 1936 en Navalcarnero, de dos mujeres veintea?eras. Junto con Whitaker son muchos m¨¢s los historiadores que "mienten", incluido S¨¢nchez Ruano, que recoge testimonios de la conquista de Manresa, en 1939, por los hombres de Mizzian, que violaban a las mujeres y luego las mataban para que no les denunciaran.

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