Homenaje a Hans
Y de pronto se oye una voz. Es una voz profunda, emotiva, una voz extranjera con acento alem¨¢n que habla en un perfecto y florido catal¨¢n y que arrastra las erres -"jugadorrrs"- cuando habla de los azulgrana. Son cuatro minutos en los que se oye a Hans Gamper, Joan Gamper para todos, celebrando la construcci¨®n, en 1922, del estadio de Les Corts, el primer templo azulgrana. El discurso es la guinda de la exposici¨®n Un home, un club, un pa¨ªs, que el Bar?a inaugur¨® ayer en su museo para rendir homenaje a un hombre casi "proscrito", seg¨²n su nieto, Manel Gamper, durante el franquismo. Con ella la junta quiere rehabilitar la figura, seg¨²n Joan Laporta, m¨¢s importante de la historia del club, despu¨¦s de haber sido represaliado en la dictadura de Primo de Rivera, ignorado durante 39 a?os y olvidado por el nu?ismo.
"Mi abuelo era una persona como cualquiera de nosotros. Le gustaba ir a la playa a Lloret, tomar unas cervezas con los amigos, jugar al golf en Sant Cugat...", explicaba Manel Gamper. Dice que la exposici¨®n acercar¨¢ su abuelo al p¨²blico y tiene raz¨®n porque en ella se ve al fundador del Bar?a jugando al f¨²tbol, con los palos de golf, con una raqueta en el Tenis Barcelona o acompa?ando al equipo en un viaje en tren. O en su casa en la calle de Girona; en su despacho de la empresa Gamper i Mir, fundada con el ex jugador Enric Mir, en la calle del Bruc; en la playa con su mujer, Emma, y sus hijos Marcel y Joan. Pero, m¨¢s all¨¢ de todo ello, Carles Santacana, comisario de la exposici¨®n, se?al¨® que ¨¦sta pretende ser algo m¨¢s que una biograf¨ªa: aspira a reflejar un momento hist¨®rico y c¨®mo la personalidad de este hombre moderno y comprometido con su pa¨ªs de adopci¨®n arraig¨® y persiste en los valores actuales del Bar?a.
Nacido en 1877 en el seno de una familia acomodada de Winterthur, un pueblecito pr¨®ximo a Z¨²rich, Gamper fue un hombre emprendedor, con alma aventurera y deportista total. Las primeras fotos, junto a sus cuatro hermanos, le muestran como un rubio adolescente con largos bombachos que era una sensaci¨®n en Suiza: cre¨® un club de f¨²tbol -el FC Zurich- y se le consideraba el atleta y ciclista m¨¢s r¨¢pido de la ciudad. Con apenas 20 a?os, viaj¨® a Barcelona para explorar las posibilidades del comercio colonial entre Am¨¦rica y ?frica, y ya no se movi¨®. Gamper se afinc¨® en Sant Gervasi y con sus amigos dio rienda suelta a su pasi¨®n por el bal¨®n en el Vel¨®dromo de la Bonanova.
En 1899, el pu?ado de futbolistas extranjeros funda el Bar?a en el gimnasio Sol¨¦, en Ciutat Vella. No fue Gamper un jugador cualquiera: en 1901 marc¨® 49 goles de los 88 que logr¨® el equipo. Un a?o despu¨¦s, los primeros estatutos del club son registrados y en el art¨ªculo 4 se lee respecto a los socios (entonces 253): "Ser¨¢n de cuatro clases: honorarios, protectores, numerarios y corresponsales". Tras superar varias crisis, los socios son ya 1.473 en 1915 y el club se consolida. Tiempo despu¨¦s, el ya presidente Gamper se compromete con el catalanismo: da su apoyo al Comit¨¦ Ol¨ªmpico Catal¨¢n (COC) y en 1920 viaja a Amberes durante los Juegos para pedir al bar¨®n Pierre de Coubertin la sede para Barcelona. Personaje celeb¨¦rrimo, cofundador del Nataci¨® Barcelona e impulsor de la federaci¨®n catalana, no se libr¨® de las caricaturas, con sus gafas sin montura, su bigote y gorra. Rom¨¢ntico y peleado con el profesionalismo, se le ve en un dibujo en El Xut ofreciendo a un jugador fam¨¦lico que se apoya en una muleta un mejunje con la etiqueta "amor al club". "Este jarabe es amargo. Eran m¨¢s dulces las pesetas", dice el futbolista. "Cuando te lo acabes, hablaremos de ellas", responde ¨¦l.
"Bajo este cielo glorioso, delante de las monta?as que velan la ciudad, levantaremos la bandera azulgrana en se?al de posesi¨®n (...). Los socios, los viejos y los nuevos, son quienes engrandecen las victorias, el r¨ªo de gente que fecunda nuestros sue?os para que se hagan realidad. Los que perpet¨²an el amor al club. Los que velan por la marcha del Bar?a". Es un extracto del discurso que se oye pronunciar a Gamper, en Les Corts, coronado con esta frase final: "Fem p¨¤tria, fem esport i per damunt de tot visca el Barcelona". Eran tiempos felices que ser¨ªan pronto rotos. Bajo el mandato de Primo de Rivera, en 1925, en un homenaje al Orfe¨® Catal¨¤ en el estadio, una banda de m¨²sica inglesa interpret¨® el himno espa?ol y el p¨²blico silb¨®. El campo fue clausurado, y Gamper expedientado. "Fue un incalificable desafecto a la patria agravado por producirse ante extranjeros", resolvi¨® el capit¨¢n Milans del Bosch, que recuerda a Gamper su origen suizo. Dimiti¨®, dej¨® el club y regres¨® a Suiza. En 1930, afligido por el desencanto y acuciado por problemas empresariales, se quit¨® la vida en su casa de Barcelona y la ciudad vivi¨® consternada su desaparici¨®n.
"Quiero decir a Laporta que si de verdad quiere hacer un homenaje a Joan Gamper", dijo Manel Gamper provocando cierto suspense en la sala, "la pr¨®xima temporada debe ser como m¨ªnimo igual que ¨¦sta". "Me parece", dijo Laporta, entre aliviado y divertido, "que es tan ambicioso como su abuelo".
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