Ya no es El Ni?o
Torres ha despegado como futbolista y en los dos partidos se ha sentido tan imprescindible que ha alejado todos sus fantasmas
Fernando Torres ha elegido un momento crucial para despegar como futbolista. No puede ser El Ni?o por m¨¢s tiempo. Hace tiempo que dej¨® atr¨¢s la etapa de aprendizaje. Est¨¢ curtido en el duro campeonato espa?ol, en un equipo que ha depositado en ¨¦l todas las esperanzas, y se ha consolidado en la selecci¨®n como delantero centro. Desde hace tres a?os es casi insustituible. Sin embargo, no terminaba de salvar la distancia entre lo supuesto y lo real. Por primera vez, es un jugador totalmente enfocado en lo que hace. Torres ha dado un paso gigantesco en este Mundial. No es el jugador obsesionado con demostrar su calidad. Vive menos para las opiniones de los dem¨¢s que de su crucial importancia para la selecci¨®n. Por primera vez, no parece ajeno al engranaje colectivo. Aunque su aportaci¨®n ha sido decisiva en la ronda de clasificaci¨®n de Espa?a -sus goles frente a B¨¦lgica en Heysel garantizaron la presencia en la repesca-, todav¨ªa est¨¢bamos ante un bachiller que se examinaba en cada partido. El salto se ha producido cuando Torres se ha convencido de su papel capital, sin atender a otras distracciones. Sus dos actuaciones le han colocado como una de las grandes referencias del Mundial. Se esperaba que alg¨²n d¨ªa ocurriera. Tambi¨¦n se observaba una cierta desesperaci¨®n: Torres no alcanzaba la magnitud que se le presum¨ªa. En la primera etapa del Mundial, las dudas han dejado paso a su consagraci¨®n. No es mal momento.
El asunto tiene algo de especial porque relaciona a dos viejos protagonistas. Por un lado, Torres. Por el otro, Luis. El seleccionador lo puso a jugar en Segunda Divisi¨®n, en un periodo cr¨ªtico para el Atl¨¦tico. El club y la hinchada necesitaban algo que les rescatara de la depresi¨®n. Torres fue el elegido. Lo fue casi en t¨¦rminos b¨ªblicos. Apareci¨® como un mes¨ªas, un peso dif¨ªcil de llevar para un muchacho que comenzaba su carrera de futbolista. Torres ha sido beneficiario y v¨ªctima de esa delicada situaci¨®n. Por una parte pudo disfrutar de la experiencia de la gran competici¨®n a una edad temprana. La mayor¨ªa de los jugadores de su edad encuentra un tap¨®n que les impide el salto. Algunos no han logrado superar la frustraci¨®n. Son futbolistas perdidos. Torres no se ha aproximado a su plenitud como futbolista y ya tiene varias temporadas como estrella a su espalda. Otra cosa es el precio pagado. No se puede crecer con naturalidad en un mundo donde cada semana se le juzga sumariamente. O es un astro o se le considera sobrevalorado. Soportar esa presi¨®n exige dos cosas: demostrar de manera palmaria que es un astro o convencerse de la inutilidad del debate.
La pol¨¦mica ha da?ado a Torres porque ha retrasado su aprendizaje. Hasta las mayores figuras del f¨²tbol aprenden con la edad y la experiencia. Muchas veces Torres ha dado la impresi¨®n de equivocarse porque jugaba contra los prejuicios, no a favor de su calidad como futbolista. Eso le ha llevado a confundir su papel. Torres no necesitaba maradonear para convencer a los dudosos. S¨®lo necesitaba ser m¨¢s natural, m¨¢s atento a lo mejor de su capacidad y menos empe?ado en demostrar aquello que le resulta m¨¢s artificial. Torres todav¨ªa tiene dificultades en la definici¨®n. Su porcentaje de goles es bajo en comparaci¨®n con el n¨²mero de remates. No es cl¨ªnico en el ¨¢rea. Pero su contribuci¨®n es inmensa. Tiene poder¨ªo, un tranco inalcanzable para los defensas, cabecea bien y su producci¨®n rematadora es tan alta que termina haciendo goles. Si remata mucho es por una virtud: est¨¢ en la posici¨®n correcta. Posiblemente es un delantero que necesita el remate instintivo, la acci¨®n menos pensada, que la definici¨®n premeditada. Cuando Torres no piensa y act¨²a con naturalidad, su rendimiento tambi¨¦n es alt¨ªsimo en el ¨¢rea.
En los dos partidos del Mundial se ha sentido tan imprescindible que ha alejado todos sus fantasmas. Ha sido una pesadilla para los defensas. No ha querido cambiar la opini¨®n de nadie. Simplemente se ha sentido jugador. Y como futbolista ha estado al nivel imaginado por la mayor¨ªa de los aficionados. Ha contribuido de manera formidable a este equipo. Ahora bien, su contribuci¨®n est¨¢ mejorada por el tipo de juego de la selecci¨®n. En un equipo donde Torres no est¨¢ obligado a ser principio y fin, se ha aprovechado de los maravillosos pasadores que hay en el medio campo. Xavi y Cesc le buscaron perfectamente frente a Ucrania -jugada del penalti- y ante T¨²nez, en la acci¨®n del espl¨¦ndido segundo gol. En esto no hay comparaci¨®n con el Atl¨¦tico, donde escasea este tipo de centrocampistas. Lo m¨¢s simb¨®lico de todo es que Luis, tantas veces cr¨ªtico con Torres, asista orgulloso a la evoluci¨®n del delantero que se ha convertido en el arma letal del equipo.
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