"Yo no soy desequilibrante"
El barcelonista M¨¢rquez, en la desenfadada concentraci¨®n de M¨¦xico, lamenta que su selecci¨®n no tenga "una estrella creativa"
Los horarios son meramente orientativos en la peculiar comuna de la selecci¨®n de M¨¦xico. Se cuelgan en un tabl¨®n. Pero nadie los respeta y a nadie le molesta. "Vamos guey, dile al Pichi que se acuerde de lo m¨ªo", se levanta una voz entre el tumulto de periodistas mexicanos. Pavel Pardo, el capit¨¢n, gui?a un ojo. Rafa M¨¢rquez se se?ala el reloj. "A la noche, a la noche despu¨¦s de la cena, arriba, en el hotel", promete para reducir el grupo de informadores a los ¨ªntimos. A los amigos del Pichi, que es quien sabe c¨®mo arreglar todas las cosas. M¨¢rquez, luego, mientras el Pichi circula por los alrededores, regalar¨¢ un titular nocturno: "El problema es que no tenemos jugadores desequilibrantes. No tenemos un Robben, un Ronaldinho o un Riquelme".
Los entrenamientos son un concierto de historias personales relatadas a un micro y bromas cruzadas
"Nos falta un Robben, un Ronaldinho o un Riquelme", se justifica el capit¨¢n
El Pichi, de largos bigotes blancos, es el ayudante del seleccionador, Ricardo Lavolpe, apodado el loco por una larga serie de razones y desencuentros con todo tipo de personajes, incluidos sus propios futbolistas. Lavolpe ya hab¨ªa dicho lo mismo que M¨¢rquez. Que le falta un jugador "diferente". Pero entonces a todo el mundo le pareci¨® una frase inoportuna. Una salida desafortunada. Con M¨¢rquez, un poco l¨¢nguido en el discurso, es distinto. Claro, lo dice la gran estrella. Precisamente, quien debiera marcar alguna diferencia. "Yo no soy desequilibrante, yo no cubro esa deficiencia que le falta a M¨¦xico", sentencia con ecuanimidad M¨¢rquez, que juega en el centro de una l¨ªnea de cinco defensas. El problema para el barcelonista no est¨¢ en la zaga, sino "en la falta de creatividad arriba".
Lavolpe se niega a contestar a este tipo de cuestiones, mientras dibuja negativas con las manos. El t¨¦cnico tiene por costumbre rumiar palabras por lo bajo como toda respuesta a cualquier cosa que le incomode. Y le incomoda casi todo.
Lavolpe est¨¢ lejos de los jugadores. En sentido literal y figurado. Se refugia bajo una carpa del sol. Corretean algunos ni?os alrededor de las mesas. El t¨¦cnico lanz¨® alguna vez una botella de agua a la turbamulta an¨¢rquica que forman los periodistas. Eso dicen algunos, al menos, que se quejan en voz alta. Junto a ¨¦l est¨¢ Campos, aquel portero que se levantaba los cuellos de la camisa como si se hubiese escapado de un remake de West side story. No es el preparador de porteros, que ser¨ªa lo imaginable. Su labor consiste en ejercer de correa de trasmisi¨®n entre las ideas de Lavolpe y los futbolistas. Casi, de hacer de mensajero entre uno y otro bloque. Todo con ayuda del hiperactivo Pichi, claro.
Ahora tampoco son buenas las relaciones entre los jugadores, el preparador y los aficionados. "Los hinchas que se ocupen del partido", dice M¨¢rquez, despu¨¦s de que se acusase al equipo de relajaci¨®n en el empate frente a Angola. Puestos a acusar, tambi¨¦n se dijo que tras el encuentro se vio a los futbolistas por ah¨ª, disfrutando de un d¨ªa libre. Los aficionados forman uno de los grupos m¨¢s numerosos y reconocibles del Mundial. Son cerca de 20.000 y casi todos tienen dificultades para entrar bajo los quicios de las puertas con el sombrero puesto. Adem¨¢s, est¨¢n distribuidos en un ¨¢rea relativamente grande y lo mismo se les ve en grandes grupos en Gelsenkirchen, que en Colonia o Dortmund. Por supuesto, tienen tomada la ciudad base del equipo, Gotinga.
En la ensalada de voces, apenas es audible la de Zinha, el brasile?o de Rio Grande do Sul que un grupo de empresarios se empe?¨® en convertir en futbolista. Apenas sobrepasa el 1,60 de estatura y lleva una mochila en la espalda. Parece un escolar, pero de su hilillo de voz suave sale una de esas historias de superaci¨®n. "Mi madre era limpiadora, mi padre alba?il, pas¨¢bamos apuros", cuenta, antes de referir lo que cambi¨® su vida cuando un "grupo de empresarios" decidi¨® fabricar un jugador en M¨¦xico. Ahora est¨¢ casado con una mexicana.
El entrenamiento se ha convertido en un concierto de citas, de historias personales relatadas a un micr¨®fono y de bromas cruzadas. Todo lo contrario que su rival de hoy, Portugal, que apenas mantiene contacto con nadie y cuyo secretismo es llevado hasta la exageraci¨®n. Eso s¨ª, ayer se supo que Luis Felipe Scolari medita reservar a sus futbolistas m¨¢s importantes. Su equipo ya est¨¢ matem¨¢ticamente clasificado. Deco, Cristiano Ronaldo y Pauleta se perder¨ªan el choque de octavos si ven una tarjeta. Un buen motivo para dejarlos en el banquillo.
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