Jos¨¦ Montilla, el hombre tranquilo
Se le ha llamado de todo: el desabor¨ªo, por su poca inclinaci¨®n a la risa, pese a su origen cordob¨¦s; el mudito, por su tendencia a guardar silencio mientras lo escucha todo; y el charnego, mote salido de su compa?ero de partido Jordi Sevilla, quien hace unos meses consider¨® que la sociedad catalana todav¨ªa no estaba preparada para aceptar a un presidente de la Generalitat nacido en Andaluc¨ªa. Lo cierto es que Jos¨¦ Montilla (Izn¨¢jar, 1955) acepta de buen grado los dos primeros calificativos como definitorios de su adusto car¨¢cter, pero rechaza de cuajo el tercero. Ayer Carod Rovira verbaliz¨® ese rechazo al decir que si finalmente Montilla se convert¨ªa en el candidato socialista a la Generalitat se habr¨ªa cumplido "el sue?o catal¨¢n", similar al m¨¢s homologado sue?o americano que predica la igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos. Si se prefiere una met¨¢fora po¨¦tica m¨¢s cercana, Montilla ser¨ªa el "chava" al que la ciudad finalmente le pertenece, seg¨²n profetiz¨® Jaime Gil de Biedma encaramado a la monta?a de Montju?c en su poema Barcelona ja no ¨¦s bona, o mi paseo solitario en primavera.
De nuevo la monta?a, siempre presente en el imaginario catal¨¢n. Pero en este caso no se trata de una altiva cumbre alpina, como en el caso de Maragall,sino de las suaves estribaciones de la sierra de Collserola en el curso bajo del Llobregat, donde se concentr¨® buena parte de la inmigraci¨®n andaluza de la d¨¦cada de los 60. Montilla march¨® por los senderos cl¨¢sicos de la izquierda suburbial de la ¨¦poca: primero, agreste militancia mao¨ªsta en el Partido del Trabajo de Espa?a (PTE), entonces todav¨ªa Partido Comunista de Espa?a (Internacional); luego, acampada por breve tiempo en los prados m¨¢s amables del eurocomunismo psuquero, donde sin duda se contagi¨® de catalanismo antifranquista; y finalmente, descenso al valle del main stream socialista. Su imparable ascensi¨®n pol¨ªtica empez¨® en 1983, cuando la lista que encabezaba gan¨® la mitad de los concejales de la alcald¨ªa de Cornell¨¤, la poblaci¨®n del cintur¨®n barcelon¨¦s en la que se hab¨ªa instalado con su familia desde que lleg¨® a Catalu?a. La otra mitad fue para el PSUC. Como buenos hermanos -algo ins¨®lito en la izquierda-, Montilla y Frederic Prieto, l¨ªder de la lista comunista, se repartieron la vara de mando municipal: dos a?os para cada uno.
Tras haber sido desde 1996 secretario de organizaci¨®n, en 2000 alcanz¨® la primera secretar¨ªa del PSC, hecho determinante pues ven¨ªa a romper el ilustre linaje del socialismo catal¨¢n, integrado por purasangres como Revent¨®s, Obiols y Serra. Un capit¨¢n -as¨ª se conoci¨® a los cuadros del partido forjados en el municipalismo del extrarradio-, ascendido al generalato. Pero no es cierto que los apellidos fueran determinantes en esta operaci¨®n. Montilla fue el abanderado en Catalu?a de Jos¨¦ Borrell, cuando ¨¦ste se opon¨ªa a Joaqu¨ªn Almunia en la carrera a la secretar¨ªa general. M¨¢s tarde se hizo ferviente partidario de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, que le nombr¨® ministro de Industria. Ahora, esa trayectoria fulgurante puede encumbrarse todav¨ªa m¨¢s alto: un catal¨¢n no puede aspirar a m¨¢s que a la presidencia de la Generalitat, visto que la del Gobierno central a¨²n le est¨¢ vedada, sin que conste que Jordi Sevilla haya teorizado sobre ello.
Casado en segundas nupcias, Jos¨¦ Montilla ha tenido trillizos hace pocos a?os, lo que sumado a sus dos v¨¢stagos fruto de la primera uni¨®n dan una cifra que no desagradar¨ªa a un numerario de la Obra en esta tierra tan poco prol¨ªfica. Hombre tranquilo y tenaz, duerme poco y trabaja mucho. Se distrae con novelas policiacas: entre sus preferidas, las protagonizadas por Marco Didio Falco, de la escritora Lindsey Davies.
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