La puerta
Si se fijan, lo que se esperaba del refer¨¦ndum del Estatut era un resultado a la franquista. El cien por cien de la poblaci¨®n votando como un solo esclavo. Estos expertos en se?oritismo reciclados en el ¨²ltimo momento en las delicadezas del sufragio popular tienen cosas as¨ª. Se pasan de dem¨®cratas: no entienden el valor corrosivo de la tabarra o paliza verbal que hemos venido sufriendo. Al se?or Carod Rovira y a su partido les ocurri¨® lo mismo: se pasaron de extraparlamentarios, y no calcularon que el pueblo catal¨¢n posee una sensatez a prueba de ut¨®picos de cualquier signo. Somos como el se?or Sazatornil de La escopeta nacional: "?Qu¨¦, se puede pasar?". Y as¨ª abrimos la puerta, poco a poco.
Segu¨ª ayer, a rachas (porque es mucho seguir), la intervenci¨®n del se?or Rajoy en el debate de no s¨¦ qu¨¦, y estuvo artero y casi centrado explotando la vena racista y antiinmigraci¨®n que este pa¨ªs cultiva (me refiero a Espa?a, incluidas sus autonom¨ªas), achac¨¢ndole al Gobierno socialista el aluvi¨®n de reci¨¦n llegados en busca de trabajo, haciendo caso omiso de nuestra delicada situaci¨®n geogr¨¢fica. ?Prefiere el se?or Rajoy un plan de fumigaci¨®n como el que los berlusconianos amigos de su jefe tienen instalado en la pat¨¦tica isla sure?a de Lampedusa?
Tuvo el se?or Rajoy un buen momento oratorio, ya que no moral. Parec¨ªa el padre de Armando en La dama de las camelias. Abaritonado. Ech¨¦ en falta su otro yo, tan entretenido, ¨¦se que contempla ansiosamente al se?or Acebes al acabar su discurso en busca de aprobaci¨®n. Ese otro se?or Rajoy, el destemplado, posee, por el contrario, una voz que se le escapa del dominio y se le va al demonio, una especie de mezcla entre la contralto que incorpora a la vieja gitana de Il Trovatore y el se?or Farinelli en toda su impotencia. Barrunto que si el se?or Evo Morales le hubiera regalado la tarta de coca al se?or ZP, en lugar de d¨¢rsela a Castro, semejante prueba de drogadicci¨®n habr¨ªa hecho brotar en el se?or Rajoy lo mejor de sus agudos gorgoritos.
Observar¨¢n que he llamado se?or a todos. Pero el que m¨¢s, el se?or Maragall. Y a¨²n m¨¢s, la se?ora Diana Garrigosa, de la que es marido, y que seguro que va a descansar en adelante como merece.
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