Angelo Sodano, el cardenal pol¨ªtico
El pr¨®ximo viaje del Papa a Valencia, el mes de julio, ser¨¢, probablemente, el ¨²ltimo para el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado vaticano durante los ¨²ltimos 15 a?os y obligado en virtud del cargo a acompa?ar al Pont¨ªfice en casi todos sus desplazamientos. Benedicto XVI lo ha sustituido ya por un hombre de su confianza, el cardenal Tarcisio Bertone, un cese para el que Sodano, nacido en Asti (Piamonte) el 23 de noviembre de 1927, ven¨ªa prepar¨¢ndose desde la muerte, en abril de 2005, de Juan Pablo II.
Fue un gesto sorprendente que Benedicto XVI volviera a nombrarle para el cargo. Fue un gesto sorprendente porque a nadie se le escapa la escasa sinton¨ªa que existe entre los dos. Sodano, alto y robusto, hijo de un pol¨ªtico democristiano, pertenece a la ¨¦lite de la diplomacia vaticana, y siempre se ha movido en esos c¨ªrculos. Es capaz de mantener una conversaci¨®n mundana y tiene destellos de humor que denotan el largo entrenamiento en c¨®cteles y recepciones. Pablo VI le envi¨® a Chile como Nuncio Apost¨®lico, en 1977 donde estableci¨® s¨®lidos lazos de amistad con el dictador Augusto Pinochet. Una mancha en su hoja de servicios, desde la perspectiva de los medios de comunicaci¨®n, pero no desde la de la curia. El siguiente Papa, Juan Pablo II, le hizo cardenal y Secretario de Estado, en 1991, poniendo en sus manos el poder terrenal de la Iglesia. Sodano ha sido un ejecutor no especialmente brillante de la pol¨ªtica conservadora del Papa polaco, que siempre pas¨® por alto sus errores. Uno de sus ¨²ltimos deslices fue mediar ante el Gobierno de Londres para lograr la excarcelaci¨®n de Pinochet, a comienzos de 1999. Sodano justific¨® despu¨¦s su intervenci¨®n alegando "razones humanitarias". Pero esta vez qued¨® tocado y, con ¨¦l, la Santa Sede. Desde su despacho de la Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe, el cardenal Joseph Ratzinger debi¨® de fruncir el ce?o contrariado ante este nuevo patinazo diplom¨¢tico del primer ministro. Convertido ya en Papa, ha esperado el mejor momento para jubilarle. Sodano lo ha aceptado con la esperada deportividad, pero ha aprovechado para deslizar en el mensaje de renuncia una elogiosa definici¨®n de su trabajo "met¨®dico y profundo, un trabajo de equipo, con gran esp¨ªritu de servicio". Puede que sea el ¨²nico elogio de despedida.
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