?Mozart?
?Qu¨¦ habr¨¢ sido de Mozart? No se dice nada de Mozart. Es incre¨ªble esta conspiraci¨®n de silencio. Si buscas en las viejas enciclopedias o en la Red, encontrar¨¢s muy pocas cosas sobre Mozart. Hay excepciones. Por ejemplo, una llamada de atenci¨®n, con unas notas muy valiosas y unos l¨²cidos dardos, de la profesora de m¨²sica Patricia Dig¨®n, de la Universidad de A Coru?a (web vieiros), en http://www.vieiros.com. Por ella me entero de que la primera vez que se admiti¨® a una mujer en la Filarm¨®nica de Viena, una instrumentista llamada Anne Lelkes, fue en 1997. Mucho antes, en la vejez, en Salzburgo, Mozart se ganaba la vida con clases de m¨²sica a pesar de la ceguera. Sus dedos, en el piano, iban mucho m¨¢s de lo que alcanzan los ojos de la historia. Vivimos en una geograf¨ªa de ¨¢reas ciegas, de zonas de sombra, de desmemoria. En uno de esos cr¨¢teres, nada casuales, desapareci¨® un d¨ªa Mozart. El olvido es un esbirro incansable y bastante mis¨®gino. Por eso, tambi¨¦n se trag¨® a Mendelssohn (Fanny), Schumann (Clara) y Malher (Alma). El olvido es muy sistem¨¢tico en su trabajo. Entierra a la gente por asociaci¨®n, empaquetada por ideas o g¨¦nero o etnia o lo que sea, y la memoria tiene que obrar, a la inversa, de la misma forma. En La educaci¨®n de las hadas, el ¨²ltimo filme de Jos¨¦ Luis Cuerda, la protagonista, una ornit¨®loga, habla de la orientaci¨®n en el retorno de las palomas mensajeras por los campos de olor. La memoria sigue un m¨¦todo parecido. Estos d¨ªas me vino a la memoria Mozart al oler un campo de palabras en el Mar¨ªa Moliner. Ten¨ªa raz¨®n Garc¨ªa M¨¢rquez: este diccionario es la mejor obra de la lengua espa?ola. A los cantos de mis dos tomos le han salido pecas. No s¨¦ por qu¨¦, imagino que la piel de las manos de Mar¨ªa Moliner se qued¨® as¨ª, pecosa, de color tierra, despu¨¦s de trabajar quince a?os con las ra¨ªces de las palabras, ella que tanto amaba las plantas. Quien m¨¢s lo merec¨ªa, Mar¨ªa Moliner, bibliotecaria republicana, nunca pudo entrar en la Academia de la Lengua Espa?ola. Era mujer. Como Mozart. Como Maria Anna Nannerl Mozart, la compositora del libro de m¨²sica con el que aprendi¨® a tocar un hermano que la adoraba llamado Wolfgang Amadeus.
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