EPO, sangre, HMG y Prozac
Existen tres factores determinantes en el rendimiento de todo deportista de resistencia: corredores, esquiadores de fondo, ciclistas, etc. Uno consiste en que los m¨²sculos se recuperen lo antes posible de los duros esfuerzos a los que se someten casi a diario. Por ejemplo, tras un exigente entrenamiento o una etapa del Tour. Otro es el transporte de ox¨ªgeno en sangre. Y el tercero, si acaso el m¨¢s importante de todos, es la mente del deportista.
Las c¨¦lulas musculares de los fondistas sufren microrroturas (es lo que popularmente se conoce como agujetas) casi a diario, de las que deben recuperarse cuanto antes, pues son las responsables de las contracciones musculares. Para ello, el cuerpo del var¨®n dispone de un complejo sistema (u eje) hormonal que comienza en dos gl¨¢ndulas cerebrales llamadas hipot¨¢lamo e hip¨®fisis, y termina en los test¨ªculos, donde se produce la hormona masculina (o virilizante) por excelencia: la testosterona. Esta hormona viaja desde los test¨ªculos, a trav¨¦s del torrente sangu¨ªneo, a los m¨²sculos, donde ejerce un efecto anab¨®lico. Es decir, que permite que ¨¦stos se hipertrofien (con lo que se hacen m¨¢s fuertes) y recuperen cuanto antes de los esfuerzos. Existen diversos f¨¢rmacos capaces de potenciar la respuesta del citado eje hormonal. Como los esteroides anabolizantes (la propia testosterona u otras hormonas muy parecidas) que se pueden administrar por v¨ªa oral, en inyecciones, o incluso en parches que se adhieren a la piel y que consiguen una liberaci¨®n lenta pero muy efectiva de la hormona a la sangre. O como las gonadotropinas (por ejemplo, la HMG), capaces de estimular a los test¨ªculos para que produzcan m¨¢s testosterona.
La hormona del crecimiento, que se produce en la hip¨®fisis, tambi¨¦n es capaz de hipertrofiar los m¨²sculos, bien directamente o a trav¨¦s de una segunda hormona, la IGF-1. Sin embargo, no parece que el efecto anab¨®lico de estas dos ¨²ltimas hormonas sobre los m¨²sculos del deportista sea tan marcado como el de los esteroides anabolizantes.
En esfuerzos intensos, los m¨²sculos son capaces de albergar m¨¢s sangre que la que les bombea el coraz¨®n y de consumir mucho m¨¢s ox¨ªgeno que el que viaja en la misma, protegido dentro de unas c¨¦lulas llamadas gl¨®bulos rojos. Por eso, todo sistema que consiga aumentar la cantidad total de gl¨®bulos rojos en la sangre de un deportista, como las famosas transfusiones de sangre o, en menor medida, el actovegin (un extracto de gl¨®bulos rojos), puede mejorar su rendimiento.
Por ¨²ltimo, el cerebro es el ¨®rgano que gobierna nuestro cuerpo. Y la sensaci¨®n de fatiga, el gran enemigo de todo deportista, radica tambi¨¦n en el cerebro. Por ello, algunos f¨¢rmacos, como el Prozac (un antidepresivo), capaces de alterar el complejo entramado se se?ales qu¨ªmicas que forman eso que conocemos de un modo abstracto como voluntad o mente, tambi¨¦n podr¨ªan mejorar el rendimiento.
Dicho lo cual, que nadie se desenga?e en v¨ªsperas de una carrera tan maravillosa como es el Tour. Por mucha Operaci¨®n Puerto u otros esc¨¢ndalos de dopaje, los ciclistas siguen siendo los esforzados de la ruta, como se les conoce desde principios del siglo pasado. (Cuando, dicho sea de paso, tambi¨¦n recurr¨ªan a f¨¢rmacos para intentar mejorar su rendimiento, y adem¨¢s de un modo mucho m¨¢s descontrolado e indiscriminado que hoy en d¨ªa). Y se sacrifican y sufren como nadie. Adem¨¢s de jugarse la vida en la carretera. Que nadie lo dude: al final, siempre gana el mejor, el m¨¢s valiente. No el que m¨¢s se dopa.
Alejandro Luc¨ªa es catedr¨¢tico de la Universidad Europea de Madrid.
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