"Am¨¦rica es lo m¨¢s atractivo que tiene el espa?ol"
Pregunta. Naci¨® en 1939, en Zaragoza. ?C¨®mo recuerda su infancia?
Respuesta. Fue muy feliz. Eran los a?os de la posguerra, que fueron tristes, porque, claro, hab¨ªa muchas carencias y cosas que hoy son impensables, por ejemplo las restricciones de la luz; nosotros estudi¨¢bamos con unas lamparillas de esas de aceite de las iglesias, y hab¨ªa que ir a clase y volver andando, porque el tranv¨ªa no funcionaba. Y recuerdo bien lo de los cupones de ir a comprar la comida, aunque tuvieras dinero no hab¨ªa otra posibilidad... Mi padre siempre dec¨ªa que nunca m¨¢s volver¨ªa a comer boniatos. Pero, por otra parte, como los mayores estaban apurados y dedicados a sus cosas, los ni?os ¨¦ramos muy felices, porque no se preocupaban de nosotros. Aquella Zaragoza de la posguerra, de las restricciones, de aquella pobreza enorme, con aquella presi¨®n ideol¨®gica que tan dura era para la gente mayor, era una ciudad peque?a y pod¨ªamos jugar en la calle... Para un ni?o como yo fueron a?os maravillosos. En casa, adem¨¢s, hab¨ªa muchos libros.
"Para un fil¨®logo, la entrada en la Academia es un honor, es la culminaci¨®n de una carrera"
"El 'Quijote' puede ser el camino de acceso a los cl¨¢sicos, uno de los grandes problemas de la ense?anza"
"La idea de identificar lengua con naci¨®n es del romanticismo"
"La poes¨ªa no procede de cosas terrenas, no se adquiere con libros"
P. No puede quejarse de sus maestros...
R. He tenido mucha suerte. Mi profesor de instituto fue mi padre, que hasta que no se qued¨® sordo del todo no hizo oposiciones a la universidad. En la facultad tuve a Francisco Indurain padre. Y, despu¨¦s, toda la generaci¨®n que hab¨ªan sido alumnos de mi padre, de L¨¢zaro, de Monje, de Alvar, eran amigos de casa... Luego fui a Madrid y estudi¨¦ con don Rafael Lapesa. Entonces mi padre gan¨® las oposiciones en Barcelona y me vine con ¨¦l para que no estuviera solo. Acab¨¦ los estudios en la capital catalana y tuve la gran sorpresa de Mart¨ª de Riquer, que nos daba un mont¨®n de asignaturas, la literatura rom¨¢nica, la literatura catalana, la francesa medieval, pero sobre todo el Quijote. ?Riquer me dio el curso del Quijote, imag¨ªnese el privilegio! ?Y Paco Noy, que era un profesor magn¨ªfico, me ense?¨® literatura provenzal!
P. ?Qu¨¦ impresi¨®n le caus¨® Barcelona en aquellos a?os?
R. Era encantadora, estaba el grupo de Carlos Barral, Jaime Gil, Gabriel Ferrater, el momento de la explosi¨®n de los grandes poetas j¨®venes, en fin, para m¨ª eran j¨®venes, aunque eran algo mayores que yo. Luego ingres¨¦ como profesor en el instituto Men¨¦ndez Pelayo, hice oposiciones, gan¨¦ la plaza y la compagin¨¦ con la ense?anza universitaria, daba un curso de lengua que me hab¨ªa dejado el profesor Antonio Comas... hasta el encierro en el convento de los Capuchinos, creo que fue en 1966. Yo no particip¨¦ en aquella protesta conocida como la "capuchinada", pero a consecuencia de ella echaron a todos los amigos de la universidad, y yo me fui tambi¨¦n, creyendo que ya no volver¨ªa a dar clase nunca en la universidad, hasta que cambiaran las circunstancias pol¨ªticas; pero se fund¨® la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, que fue el refugio de todos los pecadores, donde sigo dando clases, y seguir¨¦, si Dios quiere, hasta que me jubile, dentro de tres a?os.
P. Aunque ahora pronuncia el discurso de ingreso, fue elegido para formar parte de la Real Academia Espa?ola (RAE) hace tres a?os. ?Le hizo ilusi¨®n?
R. Para un profesor, para un fil¨®logo, la entrada en la Academia siempre es un honor, es la culminaci¨®n de una carrera profesional. Otra cosa es para los escritores, los creadores, que tienen una trayectoria distinta, y entran mucho m¨¢s j¨®venes... Por ejemplo, Pere Gimferrer entr¨® hace 15 a?os, como creador. Tambi¨¦n hay algunos fil¨®logos que han entrado j¨®venes, como Francisco Rico, pero son casos especiales.
P. ?Qu¨¦ trabajos viene usted realizando en la RAE?
R. Trabajo desde hace casi cuatro a?os en una parte de la gram¨¢tica futura de la Academia. Por primera vez se prepara una gram¨¢tica descriptiva, moderna, con criterios cient¨ªficos y revolucionarios con respecto a lo que eran sus gram¨¢ticas normativas tradicionales. La dirige el profesor Ignacio Bosque, y a m¨ª me han encargado dirigir el equipo que prepara los materiales de fon¨¦tica y fonolog¨ªa.
P. Que son precisamente las materias que usted trat¨® tambi¨¦n en su conocida gram¨¢tica, la que firm¨® con Alcina...
R. Exacto. As¨ª que vuelvo a vivir mi juventud... Y esto me ha permitido volver a estudiar algo muy bonito, que es la enorme riqueza y variaci¨®n que tiene la lengua espa?ola actualmente, sobre todo en Am¨¦rica. Porque esta gram¨¢tica incorpora todos los elementos americanos, y se hace adem¨¢s en colaboraci¨®n con las academias americanas. Y es formidable contemplar de cerca la enorme capacidad que tiene Am¨¦rica para mantener, por una parte, una fuerte tradici¨®n de elementos que se han perdido en la Pen¨ªnsula, construcciones gramaticales que piensas que por la extensi¨®n que tienen han de ser del siglo XVI, y, por otra parte, su capacidad de innovaci¨®n: por ejemplo, en la formaci¨®n de palabras. Esa doble fuerza de Am¨¦rica le da un sello especial a la lengua. Basta con consultar los peri¨®dicos en Internet y esa riqueza fabulosa salta a la vista.
P. Para un hombre de su especialidad y profesi¨®n ha de ser emocionante descubrir esas variantes.
R. Es muy emocionante, e interesante, por ejemplo, ir a un pueblecito peque?o de Uruguay y encontrar a una persona que tiene unas caracter¨ªsticas fon¨¦ticas que nunca hab¨ªas imaginado. Hay una riqueza tan grande, y adem¨¢s las caracter¨ªsticas de tipo social hacen que Am¨¦rica quiz¨¢ sea lo m¨¢s atractivo que tiene la lengua espa?ola. En ese aspecto de incorporar los elementos americanos de una manera sistem¨¢tica, la gram¨¢tica va a ser revolucionaria. Porque Espa?a ha vivido un poco de espaldas a Am¨¦rica. Y nosotros no llegamos a ser el 10% de hablantes...
P. Dirigi¨® el A?o Cervantes. ?Cu¨¢ntas veces ha le¨ªdo el Quijote?
R. ?Ah, muchas! Siendo profesor de instituto, no s¨¦ cu¨¢ntas veces habr¨¦ explicado los seis primeros cap¨ªtulos... Me interesa mucho el cap¨ªtulo sexto, el primero de la primera parte, el 19? de la segunda parte, cuando los protagonistas se encuentran con la literatura, la creaci¨®n, la erudici¨®n. Esos saltos que hay entre realidad y ficci¨®n me interesan mucho... Tambi¨¦n lo avanzado de su mentalidad, por ejemplo ese protofeminismo suyo que se manifiesta en las mujeres marginadas como La Gitanilla, o, en el Quijote, el personaje de Marcela, que es la primera mujer en la historia de la literatura que dice: "Yo nac¨ª libre" y no quiere casarse con un se?or...
P. En ese a?o se habr¨¢n impreso cientos de miles de copias del libro.
R. Millones. La edici¨®n de la Academia pas¨® hace tiempo del mill¨®n; la del Quijote a un euro de la Comunidad de Castilla-La Mancha estaba en 300.000 o 400.000.
P. ?Cu¨¢ntos de esos compradores lo habr¨¢n le¨ªdo?
R. Quiz¨¢ m¨¢s de los que pensamos; por ejemplo, al concurso de la ONCE sobre c¨®mo explicar un episodio del Quijote a un ni?o ciego se presentaron 511.000 ni?os... Esa campa?a puede servir para algo muy importante: el Quijote puede ser el camino de acceso a los cl¨¢sicos, que es uno de los grandes problemas que tiene actualmente la ense?anza secundaria. ?Bueno, primero hay que habituar a los chicos a la lectura!
P. ?Los cl¨¢sicos del Siglo de Oro producen rechazo por los valores morales que postulan y que han quedado anacr¨®nicos?
R. Mire usted, en Cervantes los valores de di¨¢logo, respeto mutuo, solidaridad, son muy fuertes. En cuanto a Lope, El caballero de Olmedo no es dif¨ªcil, La dama boba es una maravilla. Hay un Lope que est¨¢ muy pr¨®ximo a nosotros, dejando aparte los problemas que tienen que ver con la estructura de la sociedad. Lo que sucede es que la lengua est¨¢ muy alejada de la actual. Y para leer un cl¨¢sico las notas son imprescindibles.
P. ?Cree que, como dicen ahora tantos, una lengua implica una visi¨®n del mundo y que, por tanto, la desaparici¨®n de una lengua es una tragedia?
R. Cada lengua estructura la realidad de una manera diferente, muchas veces por razones hist¨®ricas, claro. Por ejemplo, el lat¨ªn distingue dos tipos de blancos, seg¨²n sea brillante o mate. Hay expresiones que son recuerdos de situaciones medievales o realidades culturales antiguas, pero no se trata de una visi¨®n del mundo, sino una historia de las personas que vivieron y que se refleja en la lengua. Esto se ve muy bien en las traducciones de la Biblia. Pero la lengua tiene un automatismo, no hay relaci¨®n entre el sistema f¨®nico y el sem¨¢ntico, y es que si hubiera relaci¨®n no se podr¨ªa construir una lengua natural, la gracia de una lengua natural es que veintitantos elementos se combinan para crear todos los mensajes posibles. Es una relaci¨®n arbitraria. No, esas ideas que ahora est¨¢n tan vivas en Espa?a de identificar una lengua con el esp¨ªritu de una naci¨®n, la cultura de una naci¨®n, proceden del romanticismo alem¨¢n.
P. Si interiorizo bien sus cap¨ªtulos sobre fon¨¦tica de la Gram¨¢tica Espa?ola, ?podr¨¦ escribir algo que suene tan bien y tan musical como los versos del romancero?
R. La l¨ªrica tradicional, en general, no s¨®lo el romancero, dentro de su simplicidad es eficac¨ªsima po¨¦ticamente. Pero no tiene nada que ver con la fon¨¦tica. Desgraciadamente, s¨®lo somos m¨ªseros descriptores de una realidad ling¨¹¨ªstica, lo otro ya entra dentro de... En las vidrieras de la Academia est¨¢n representadas varias figuras simb¨®licas, y la poes¨ªa va vestida de azul y con las estrellitas en el manto, porque es hija de Urano, del Cielo, porque la poes¨ªa no procede de cosas terrenas, no se puede adquirir con libros. La inspiraci¨®n es divina.
P. En uno de sus libros usa como ep¨ªgrafe unas frases de Salinas, que, a prop¨®sito del refr¨¢n "hablando se entiende la gente", dice: "Cabe la esperanza de que cuando los hombres hablen mejor, mejor se sentir¨¢n en compa?¨ªa, se entender¨¢n m¨¢s delicadamente".
R. Es un fragmento muy bonito. Creo en eso.
P. En el Atlas de literatura espa?ola que escribi¨® cuando ten¨ªa veintipocos a?os, se?al¨® un conjunto de rasgos caracter¨ªsticos de la literatura espa?ola, entre ellos la tradicionalidad y los frutos tard¨ªos de g¨¦neros o movimientos literarios agotados.
R. El mismo Quijote podr¨ªa ser un fruto tard¨ªo. El romancero del 27, la canci¨®n tradicional en la generaci¨®n de Lorca, ser¨ªa un fruto tard¨ªo de la canci¨®n tradicional. Montesinos, que estaba muy en contacto con el grupo de la Residencia de Estudiantes, public¨® la poes¨ªa l¨ªrica de Lope, la m¨¢s cercana a la l¨ªrica tradicional, todo lo que funciona dentro de las comedias... Y eso impresion¨® much¨ªsimo a la gente del 27, que dio un fruto tard¨ªo. El romancero de la Guerra Civil, tanto en el bando nacional como en el republicano, el Mono Azul, por ejemplo, est¨¢ lleno de romances. Y el romancero funcion¨® exactamente igual que en las batallas del siglo XVI.
P. Menciona tambi¨¦n como caracter¨ªstica de nuestros cl¨¢sicos "un cierto desinter¨¦s por la fama". ?Por qu¨¦ Quevedo, por ejemplo, publica los versos de fray Luis y no se preocupa de publicar los suyos?
R. Es curioso, ?verdad? Aunque tampoco G¨®ngora publicaba libros, y eso no imped¨ªa que todo el mundo conociera su obra de memoria y sus Soledades estuvieran comentadas verso a verso. Los manuscritos coexistieron con los libros durante el XVI, el XVII, hasta el XVIII. En cuanto a Quevedo, es un caso claro de relaci¨®n personal con la poes¨ªa y de satisfacci¨®n personal en esa relaci¨®n. Acaba de aparecer un libro, una po¨¦tica latina de Arist¨®teles, traducida al lat¨ªn por un famoso helenista del XVI, y en cuyos m¨¢rgenes Quevedo iba anotando todo lo que le interesaba para su creaci¨®n po¨¦tica. Con Herrera suced¨ªa algo parecido. Era un gran te¨®rico de la literatura, y comenta a Garcilaso en 1580, en busca de una lengua po¨¦tica distinta, selecta, alejada de los registros populares. Le dedica un libro en el que comenta verso a verso, explica cu¨¢les son sus fuentes; en fin, el hombre era un mani¨¢tico y no soportaba las erratas, de manera que cortaba las letras y pegaba encima las correctas.
Babelia
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