Eventos
Uno de los debates p¨²blicos m¨¢s activos se va a producir en el entorno del Puerto de Valencia. Los grandes eventos que caen sobre las ¨¢reas metropolitanas tienen estas consecuencias. La rimbombante America's Cup, que los valencianos hemos de pronunciar con sumo cuidado para no incurrir en el devengo de royalties, nos ha dado gas para emerger en el uso y el abuso del deporte de la vela, pero nos aporta espesas penitencias. ?D¨®nde, realmente est¨¢ nuestro pecado? Para definir y delimitar las faltas de los valencianos tenemos la oportunidad de recibir en fecha pr¨®xima a Benedicto XVI en un multitudinario encuentro en defensa de la concepci¨®n de la familia desde la doctrina de la jerarqu¨ªa cat¨®lica. En torno a este otro evento la pol¨¦mica tambi¨¦n est¨¢ servida. ?Valencia est¨¢ preparada para recibir una avalancha de visitantes que, seg¨²n las previsiones, superar¨¢ el n¨²mero de residentes? Pronto lo sabremos y para enmendar nuestros errores dispondremos de este inestimable ensayo general y as¨ª sabremos c¨®mo responde la ciudad a estos retos.
Desde hace unos a?os hemos podido comprobar que el centro de gravedad de la ciudad se desplaza por el antiguo cauce del r¨ªo Turia hacia el mar y las instalaciones portuarias. Viv¨ªamos de espaldas al mar y ¨¦ramos felices con nuestra ignorancia de ese gran remanso de cultura y oportunidades que es el Mediterr¨¢neo. En julio de 2006 iremos por el jard¨ªn del Turia con el pont¨ªfice Ratzinger camino del mar y en el verano de 2007 tendremos nuestro bautizo de vela con la Copa de la Am¨¦rica. Los dos acontecimientos -?la providencia lo quiera!- conviene que los llevemos, como dir¨ªa Jacques Brel, con elegancia y sin exigencias. En nuestro litoral mediterr¨¢neo, en pleno golfo de Valencia, como en un fraternal abrazo est¨¢n nuestras valiosas playas y el sugestivo recinto de las instalaciones portuarias. Un puerto, adem¨¢s de una zona de solaz y de expansi¨®n ciudadana, es un n¨²cleo vivo de actividad econ¨®mica. Me encuentro entre los que, sin un inter¨¦s concreto que vaya m¨¢s all¨¢ de la defensa de lo que conviene a los valencianos, se interesan por el Puerto de Valencia y su entorno. Me duele, por ejemplo, que las Atarazanas, est¨¦n escondidas detr¨¢s de una muralla de edificaciones impersonales, porque ciertamente deber¨ªan presidir el espacio portuario. ?Ser¨¢ una casualidad o es un s¨ªntoma? ?Qu¨¦ hemos hecho con los tinglados, que fueron concebidos para albergar mercanc¨ªas y que ser¨¢ de los docks comerciales? ?Servir¨¢n para la vela o para el Papa?
No podemos olvidar que Valencia es la ¨²nica ciudad de sus dimensiones y actividad que se permite el lujo de llegar al colapso y repetirlo, a?o a a?o, con motivo de los festejos falleros. Es indudable que cada mes de marzo, casi por completo, la ciudad se transforma en una alucinante algarab¨ªa que embelesa a unos e incomoda a otros. Pamplona en los sanfermines tambi¨¦n para sus relojes y se adentra en la nebulosa de una ingente melopea. Sevilla, en cambio, localiza la fiesta con excelente sentido de la mesura y la consideraci¨®n, en el recinto ferial, donde las luminarias y las casetas permanecen activas durante las 24 horas del d¨ªa y de la noche. Valencia, en su forma peculiar de entender la celebraci¨®n, se olvida de lo que es y entra en un trance general que venimos superando de a?o en a?o, con riesgo de que si transgredimos el l¨ªmite alcanzamos el nivel poco edificante del desmadre incontrolado.
De cara a la pr¨®xima Feria de Julio y con la Copa del Am¨¦rica, como tel¨®n de fondo, los valencianos nos dirigimos a una confrontaci¨®n de mayor calado, que afecta al Puerto de Valencia como caja de resonancia de la econom¨ªa. ?Ampliaci¨®n s¨ª o ampliaci¨®n no? ?El puerto de Valencia es rentable y competitivo? ?Es un puerto de salida de productos que se exporta o un recinto de llegada de todo lo que importa? Si convenimos en que el puerto se ha quedado peque?o y tiene que crecer, habr¨¢ que decidir por d¨®nde y c¨®mo. Lo f¨¢cil es concebir una desmadrada masa de hormig¨®n a cualquier precio, cuando hay que discernir entre las exigencias del progreso o el inaplazable respeto por la ecolog¨ªa y el medio ambiente. Y de nuevo sorprende el silencio de los empresarios que no s¨®lo piensan en el negocio a corto plazo. El puerto de Valencia cuenta con una historia empresarial organizada que tiene m¨¢s de cien a?os de historia escrita. ?D¨®nde est¨¢ su voz, su criterio y la presencia activa de sus l¨ªderes?
El puerto es la caja de resonancia de la econom¨ªa valenciana. No s¨®lo de la metropolitana o la provincial. Y la econom¨ªa de la Comunidad Valenciana acusa el cansancio de demasiados a?os de polarizaci¨®n desmedida hacia la construcci¨®n y el turismo de playa. El tejido industrial valenciano ha carecido de un esfuerzo inversor que le preparara para hacer frente al futuro. Habr¨¢ que prepararse para estos y otros eventos. Esperemos que este tipo de acontecimientos multitudinarios no terminen como la playa de la Malva-rosa despu¨¦s de la ¨²ltima apoteosis de la noche de San Juan.
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