Mariana de Pineda, hoy
Se cumple este a?o el 175? aniversario de la ejecuci¨®n de Mariana de Pineda. Fue en Granada el 26 de mayo de 1831, a manos del verdugo, en garrote vil. La mujer subi¨® al pat¨ªbulo en aras de su compromiso con la causa liberal y contra el absolutismo de Fernando VII. Su muerte, serenamente heroica, qued¨® en la memoria popular como s¨ªmbolo revolucionario. Su lucha por la libertad, la igualdad y la ley representa un feminismo incipiente.
El 1 de octubre de 1823 era abolida la Constituci¨®n liberal de 1812. Fernando VII dispuso: "Son reos de lesa majestad y quedan condenados al pat¨ªbulo los que se declaren contra los derechos del rey o a favor de la Constituci¨®n". Se suprim¨ªan las libertades, la Iglesia recuperaba sus privilegios y se restauraba el r¨¦gimen se?orial del absolutismo. Las c¨¢rceles se hacinaban de gentes perseguidas por sospecha o denuncia, y muchos, tras juicios sumar¨ªsimos, eran conducidos al cadalso. En estas circunstancias se iniciaba la militancia de Mariana de Pineda, viuda con dos hijos de corta edad.
Su actividad pol¨ªtica se desarroll¨® durante la llamada d¨¦cada ominosa (1823-1833). En Granada, Mariana se convierte en enlace de los exiliados de Gibraltar, gestiona pasaportes falsos para perseguidos, asiste a los presos de la c¨¢rcel y logra la evasi¨®n de un condenado a muerte. Ella se sabe perseguida por Ram¨®n Pedrosa, subdelegado de Polic¨ªa, que estrecha la vigilancia a su alrededor.
El 13 de marzo de 1831, Pedrosa tuvo conocimiento de que en el Albaic¨ªn se bordaba una bandera "subversiva" por encargo de Mariana de Pineda. La bandera, de color morado, favorito de masones y liberales y con los lemas Libertad, Igualdad y Ley a medio bordar, es descubierta y va a constituir el cuerpo del delito, del crimen de traici¨®n, por el que ser¨¢ condenada Mariana en una vista sin la menor garant¨ªa jur¨ªdica.
Pedrosa, nombrado juez de la causa, estaba autorizado a indultar a la reo a cambio de la delaci¨®n de los nombres de sus correligionarios. Pero Mariana, desde su primera declaraci¨®n, asume la causa de la lealtad: "Nunca una palabra indiscreta escapar¨¢ de mis labios para comprometer a nadie. Me sobra firmeza de ¨¢nimo para arrostrar el trance final". Tras dos meses de reclusi¨®n en el beaterio de Santa Mar¨ªa Egipciaca, sale hacia la c¨¢rcel para entrar en capilla. Hasta el ¨²ltimo momento el poder mantiene la oferta de indulto a cambio de nombres. Pero el silencio de Mariana ser¨¢ su gesto legendario.
Mariana de Pineda parece haber sido l¨ªder de un importante n¨²mero de resistentes liberales granadinos, algo notorio en una ciudad como Granada, donde ocho a?os antes de su nacimiento, en 1804, el propietario de una esclava llamada Juana del Carmen la vend¨ªa "con equidad a quien quisiera comprarla", seg¨²n publicaba el Mensajero Econ¨®mico y Erudito. Esta ciudad de acusado esp¨ªritu religioso era a la vez extremadamente librepensadora, cuna y sede de sociedades secretas desde el siglo XVIII.
Pero Mariana, tan implicada en el movimiento liberal, no era una excepci¨®n femenina en la lucha contra el absolutismo. Otras mujeres participaban en los combates por la libertad, incluso con las armas. En Barcelona, en 1820, varios escuadrones de milicianas armadas con picas atend¨ªan a los heridos de las revueltas liberales. Frente a esto, el r¨¦gimen absolutista lleg¨® al extremo de condenar a Soledad Mancera a diez a?os de prisi¨®n por esconder en su casa un retrato del general liberal y constitucionalista Riego.
En el comunicado oficial que la Gaceta de Madrid ofreci¨® de la ejecuci¨®n de Mariana, trece d¨ªas m¨¢s tarde, se justificaba el castigo a las mujeres como respuesta a los m¨¦todos de los revolucionarios, "que han adoptado la t¨¢ctica villana de tomar por instrumentos y por escudos de sus locos intentos al sexo menos cauto y m¨¢s capaz de intentar la ajena compasi¨®n". No por ello las mujeres dejaron de apoyar la causa liberal. Cuatro a?os despu¨¦s de la ejecuci¨®n de Mariana, las autoridades pregonaban un bando prohibiendo su participaci¨®n en manifestaciones callejeras, con la amenaza de que ser¨ªan consideradas como "mujeres p¨²blicas".
A¨²n faltaban d¨¦cadas para que la lucha de la mujer se llenase de contenidos directamente feministas; es decir, la reivindicaci¨®n de su derecho a la plena igualdad en la esfera familiar, en la instrucci¨®n intelectual y en los mundos laboral, pol¨ªtico y social. Logros que la mujer espa?ola conquistar¨ªa, en un corto espacio de tiempo, en los a?os treinta, amparada por la Constituci¨®n de la II Rep¨²blica. Lib¨¦rrima legislaci¨®n, cuyas leyes de protecci¨®n a la mujer ser¨ªan derogadas con la llegada del franquismo, la p¨¦rdida de garant¨ªas jur¨ªdicas y, por tanto, de esa Libertad, Igualdad y Ley por las que luch¨® Mariana de Pineda.
Hoy no hemos alcanzado a¨²n la plena igualdad real. Los reductos patriarcales no son f¨¢ciles de erradicar en la familia, en las grandes empresas y en los centros de poder. Para la mujer es duro conciliar la vida familiar y laboral, y, salvo honrosas excepciones, los hombres comparten m¨ªnimamente las tareas dom¨¦sticas. Y a pesar de la Ley Integral de Violencia, los asesinos contin¨²an cobr¨¢ndose v¨ªctimas femeninas.
Pero hay una enorme diferencia con lo ocurrido hace 175 a?os: hoy las marianas son muchas, miles, millones de ellas.
Antonina Rodrigo es escritora y bi¨®grafa de Mariana de Pineda.
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