Hacer teolog¨ªa en Espa?a es llorar
Cuando le¨ª la Instrucci¨®n Pastoral Teolog¨ªa y secularizaci¨®n en Espa?a. A los cuarenta a?os del Concilio Vaticano II, de la Conferencia Episcopal Espa?ola, enseguida me vinieron a la memoria esas cartas que llegan a sus destinatarios varias d¨¦cadas despu¨¦s de que fueron escritas, cuando la situaci¨®n ha cambiado y nada tiene que ver con el momento en que se redactaron. Ese recuerdo me tranquiliz¨® porque imagin¨¦ que aqu¨ª hab¨ªa sucedido lo mismo: llegaba a los cristianos y cristianas del siglo XXI un documento episcopal escrito cuatro o cinco d¨¦cadas atr¨¢s. Pero la tranquilidad se torn¨® desaz¨®n cuando repar¨¦ en la fecha de su redacci¨®n, 30 de marzo de 2006, y en las notas a pie de p¨¢gina, de fecha reciente. Porque, efectivamente, la Instrucci¨®n responde a preocupaciones religiosas y morales que muy poco tienen que ver con las cuestiones de fondo que se plantean hoy en el debate teol¨®gico y son ajenas a las inquietudes de los cristianos y cristianas de hoy. Y, sin embargo, acaba de contar con la felicitaci¨®n del Vaticano, que va a publicarlo "en diversas ediciones en lengua vern¨¢cula" de su ¨®rgano oficial L'Osservattores Romano como ejemplo de ortodoxia doctrinal para toda la Iglesia cat¨®lica.
El documento es una agresi¨®n en toda regla contra la teolog¨ªa cr¨ªtica y contra algunos de sus cultivadores, a quienes se nos cita con nombres y apellidos, sin una sola referencia literal a los escritos que se condenan, sin rigor intelectual alguno y con una falta de respeto rayana en el insulto. Todo en los te¨®logos cr¨ªticos es desviado, desorientador: "han sembrado la agitaci¨®n y la zozobra en el coraz¨®n de muchos fieles", sus ense?anzas "da?an la unidad e integridad de la fe, la comuni¨®n de la Iglesia", propagan "dudas y ambig¨¹edades respecto a la vida cristiana", dicen los obispos. Me recuerda al Syllabus, de 1864, recopilaci¨®n de errores condenados por P¨ªo IX, y al decreto del Santo Oficio Lamentabili, de 1907, que condena el modernismo con una virulencia verbal hoy renacida.
La Instrucci¨®n concede el mismo valor a los Padres de la Iglesia, por ejemplo, a Ireneo de Lyon y a Agust¨ªn de Hipona, que a un documento de la Comisi¨®n para la Doctrina de la Fe del episcopado; al concilio Vaticano II que a una Enc¨ªclica; al Evangelio que a una declaraci¨®n de la Congregaci¨®n para Doctrina de la Fe; a Tom¨¢s de Aquino que a un discurso de Juan Pablo II. Cita documentos del pasado fuera de contexto y los aplica mim¨¦ticamente a la situaci¨®n actual. Un ejemplo, el m¨¢s llamativo y anacr¨®nico de todos: las varias referencias a Adversus Haereses, de Ireneo de Lyon, del siglo II, contra los herejes, aplicadas a los te¨®logos actuales. Eso se llama fundamentalismo. Como lo es citar los textos b¨ªblicos sin la mediaci¨®n de los m¨¦todos hist¨®rico-cr¨ªticos.
Cap¨ªtulo aparte merece el lenguaje del documento, que es el de la vieja dogm¨¢tica cat¨®lica, clerical, ahist¨®rico, de dif¨ªcil comprensi¨®n, cargado de afirmaciones rotundas, de verdades seguras, sin atisbo alguno de duda. Y todo ello en tiempos de incertidumbre, de perplejidad, de pensamiento complejo, de cambio de paradigma en los distintos campos del saber y del quehacer humano. Cuando nos sab¨ªamos todas las respuestas, nos cambiaron las preguntas, y los obispos erre que erre, anclados en el pasado, sin quererse enterar del cambio de paradigma. Pondr¨¦ tres ejemplos del anacronismo cultural y de la desmesura verbal episcopales: el an¨¢lisis de la situaci¨®n sociorreligiosa, el juicio sobre las religiones no cristianas y la moral.
1. El an¨¢lisis de la situaci¨®n sociorreligiosa no puede ser m¨¢s negativo, rayando en lo apocal¨ªptico. Los obispos ven por doquier la extensi¨®n del ate¨ªsmo y del agnosticismo, la privatizaci¨®n de la fe, un "exasperado pansexualismo", que consiste en la desfiguraci¨®n y perversi¨®n del "aut¨¦ntico significado de la sexualidad humana", la "imperante mentalidad laicista" y una "mentalidad hedonista propia de la cultura de la muerte". Todo ello desemboca, a su juicio, en relativismo moral. M¨¢s que de la descripci¨®n de la realidad estamos ante una construcci¨®n ideol¨®gica que no resiste la confrontaci¨®n con los hechos.
2. Los obispos se sit¨²an de espaldas al nuevo clima de di¨¢logo interreligioso e intercultural y siguen defendiendo el excluyente principio "fuera de la Iglesia (cat¨®lica) no hay salvaci¨®n". Absolutizan el catolicismo, al que consideran ¨²nica religi¨®n verdadera, y minusvaloran las otras religiones como caminos de salvaci¨®n, a las que acusan de contener "lagunas, insuficiencias y errores acerca de las verdades fundamentales sobre Dios, el hombre y el mundo". Reconocen a Jesucristo como "el ¨²nico Salvador de todos los hombres" y deval¨²an la tarea liberadora de otros gu¨ªas religiosos de la Humanidad. Critican las teolog¨ªas del pluralismo religioso, cuando se trata de una de las propuestas que cuenta con mayor plausibilidad en amplios sectores de las distintas religiones.
3. En cuestiones morales, la jerarqu¨ªa cat¨®lica se mueve en el paradigma de las prohibiciones. Lo que se esconde en el fondo es un dualismo plat¨®nico y un pesimismo agustiniano. Todo es pecado mortal en materia sexual. Al menos la moral cat¨®lica tradicional distingu¨ªa entre pecado mortal y pecado venial. S¨®lo una virtud es elogiada, la castidad, "a trav¨¦s de la cual se logra la integraci¨®n de la sexualidad en la persona". Los noes en esta materia dominan el documento: a los m¨¦todos contraceptivos, a la masturbaci¨®n, a las pr¨¢cticas homosexuales -que califica de pecados graves y coloca al mismo nivel que "la fornicaci¨®n (y) las actividades pornogr¨¢ficas"-, a las relaciones prematrimoniales, al matrimonio homosexual, al divorcio, al aborto, a la eutanasia. La obsesi¨®n por la sexualidad parece grabada a fuego en las mentes episcopales. Ni siquiera la moral cl¨¢sica era tan prohibitiva y represiva.
Con documentos como ¨¦ste nada tiene de extra?o que los j¨®venes se alejen de la Iglesia (seg¨²n la encuesta de la Fundaci¨®n Santa Mar¨ªa, menos del 50% de los j¨®venes espa?oles se declaran cat¨®licos) y que los te¨®logos se sientan cautivos. El "escribir en Espa?a es llorar" de Larra hace casi dos siglos bien podr¨ªa traducirse hoy como "hacer teolog¨ªa hoy en Espa?a es llorar". La Instrucci¨®n episcopal se encuentra en las ant¨ªpodas del concilio Vaticano II, cuyo 40 aniversario quiere conmemorar. ?Una contradicci¨®n en toda regla!
Juan Jos¨¦ Tamayo es profesor de la Universidad Carlos III de Madrid y autor de Dios y Jes¨²s. El horizonte religioso de Jes¨²s de Nazaret (Trotta, Madrid, 2006, 4? edici¨®n).
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