'Tamarismo'
Si se permite el atrevimiento ling¨¹¨ªstico, es hora ya de acu?ar un nuevo t¨¦rmino: el tamarismo. Su definici¨®n pudiera ser: "D¨ªcese del fen¨®meno que consiste en la elevaci¨®n de determinado personaje, cuyas cualidades art¨ªsticas no parecen gran cosa, a la categor¨ªa de estrella medi¨¢tica, con gran proyecci¨®n por parte de los medios de comunicaci¨®n y enorme regocijo de una clase media que, para matar el aburrimiento, exige llamativos freaks con los que entretenerse. Su triste destino suele ser, habitualmente, el olvido, toda vez que la novedad ha pasado y el brillante y m¨¢gico mundo que lo encumbr¨® se esfuma en cuesti¨®n de segundos, dej¨¢ndole de nuevo en la m¨¢s oscura de las miserias".
El Koala
Jes¨²s Rodr¨ªguez, El Koala (voz y guitarra), Sergio Muela (guitarra), Carlos Rodr¨ªguez (bajo), Dani Cuenca (bater¨ªa) y Keke Romero (percusi¨®n). Sala Pach¨¢. Mi¨¦rcoles, 28 de junio.
En una sala madrile?a en la que no hab¨ªa ni una sola camiseta de la selecci¨®n espa?ola -ni mucha gente presente, todo hay que decirlo-, el d¨²o Gomaespuma procedi¨® a dar a este ins¨®lito vencedor de la canci¨®n del verano 2006 el disco de oro correspondiente a las m¨¢s de 50.000 copias de su disco Rock r¨²stico de Lomo Ancho. Tras la entrega, el propio artista interpret¨® en directo siete canciones de dicho disco, incluido el tema causante de todo este alboroto, el famoso Op¨¢, yo viaz¨¦ un corr¨¢. Como m¨²sico experimentado -comenz¨® haciendo punk en serio en el a?o 1987-, el onubense Jes¨²s Rodr¨ªguez, alias El Koala, demostr¨® que o¨ªdo no le falta. Tampoco sentido del humor, como se vio en un v¨ªdeo anterior a la actuaci¨®n en el que era capaz de meter con calzador su famosa canci¨®n en temas de Nirvana o Metallica. Pero poco m¨¢s. Puede que sean prejuicios por parte de quien esto escribe o su incapacidad de conectar con el medio rural. Pero lo cierto es que el nivel de inter¨¦s que despiertan en las propias orejas estas historias de becerros obstinados, cabreros que desayunan en la ciudad, capadores o cortijeras, todas ellas con guitarras crudas alrededor, es, sin ¨¢nimo de querer molestar, cero.
Es m¨¢s, el propio Koala deber¨ªa estar de acuerdo con la opini¨®n de que, si no llega a ser por la respuesta que obtuvieron su canci¨®n y v¨ªdeo en Internet -esa nueva religi¨®n que todo lo justifica-, si llega a presentarse en las oficinas de cualquier compa?¨ªa de discos con una maqueta con los mismos temas es m¨¢s que probable que le hubieran largado a la calle de una patada. Un consejo: si El Koala tiene ese sentido de la practicidad que tienen muchas veces las gentes del campo, debe coger el dinero y salir corriendo. A hac¨¦ un corr¨¢ o a poner un estanco, eso da igual. Pero, sobre todo, si no quiere acabar como aquella Tamara -la artista, no la persona-, mejor que no se pare un minuto a creerse nada de lo que le est¨¢ pasando. Porque a veces la realidad es muy, muy cruda.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.