TransEspa?a
La vida late bajo las palabras, pero para acercarnos a la vida necesitamos recurrir al lenguaje, a esa herramienta tan hermosa y, a veces, tan limitada. Es a trav¨¦s del lenguaje como aprendemos, comprendemos y convivimos. Hablemos de aprendizaje. Cuando nos encontramos ante algo desconocido realizamos un esfuerzo intelectual encaminado a averiguar su naturaleza, sus cualidades y sus causas.
Pensemos por ejemplo en la identidad de g¨¦nero, tomemos la definici¨®n de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS): "convicci¨®n personal, ¨ªntima y profunda de que se pertenece a uno u otro sexo en un sentido que va m¨¢s all¨¢ de las caracter¨ªsticas cromos¨®micas y som¨¢ticas propias". Es en ese "m¨¢s all¨¢" donde est¨¢ la clave, donde reside la contradicci¨®n entre identidad de g¨¦nero y sexo anat¨®mico que angustia diariamente a miles de ciudadanas y ciudadanos transexuales de nuestro pa¨ªs. No es una contradicci¨®n que pueda elegirse, la ciencia ya ha demostrado que las causas de la transexualidad son de car¨¢cter gen¨¦tico. Se puede nacer con ojos azules o negros, con el pelo casta?o o pelirrojo... y se puede nacer mujer u hombre transexual, esto es, encerrado en un cuerpo que no te corresponde; tan s¨®lo es una cuesti¨®n de probabilidades.
La futura Ley de Identidad de G¨¦nero har¨¢ a nuestro pa¨ªs a¨²n m¨¢s decente de lo que ya es
Hablemos de comprensi¨®n. Dijo Arist¨®teles que en el origen est¨¢ la mitad de todas las cosas, pero hay otra mitad. Tambi¨¦n es necesario hacer un esfuerzo emocional. La trayectoria vital de las personas transexuales -como la nuestra- es una carrera de obst¨¢culos, pero ellas y ellos tienen muchas m¨¢s barreras que superar. Al frecuente rechazo familiar hay que a?adir casi todos los sufrimientos que pueden provocar la intolerancia y la brutalidad. La transfobia -el odio o rechazo a las personas transexuales- existe. Quiz¨¢ baste con recordar que las mujeres y hombres transexuales forman parte del colectivo m¨¢s discriminado de nuestra sociedad.
Las personas transexuales, como todas las minor¨ªas oprimidas, han sufrido o est¨¢n sufriendo en carne propia los cinco estadios de la discriminaci¨®n, cinco etapas que se diferencian entre s¨ª tanto por el grado de violencia como por la especificidad de sus lenguajes. El m¨¢s grave de los grados de la discriminaci¨®n persigue la aniquilaci¨®n; encontramos ejemplos tanto en la soluci¨®n final del nazismo como en la persecuci¨®n, tortura y condenas a muerte que est¨¢n sufriendo las personas transexuales a d¨ªa de hoy en muchos pa¨ªses del mundo. El segundo estadio desea la negaci¨®n o la invisibilizaci¨®n; son las pol¨ªticas del apartheid, que reflejaban los carteles de "s¨®lo para blancos" en la entrada de espacios p¨²blicos. El tercer grado de la discriminaci¨®n busca la reducci¨®n, el recurso a los estereotipos, la transformaci¨®n de los adjetivos en barrotes; la sufrieron las mujeres en occidente hasta bien entrado el siglo XX -en el resto del mundo queda mucho por hacer-, la hemos sufrido lesbianas, gays y bisexuales en Espa?a y la siguen sufriendo las personas transexuales. El cuarto nivel pretende la negociaci¨®n. En esta etapa los mercaderes de la decencia niegan su condici¨®n de discriminadores, agitan el miedo y se muestran dispuestos a aceptar una parte negando el todo; la vivimos en nuestro pa¨ªs durante la aprobaci¨®n del matrimonio entre personas del mismo sexo y puede que la vivamos de nuevo en los pr¨®ximos meses, tras la aprobaci¨®n por el Gobierno de Espa?a del Proyecto de Ley de Identidad de G¨¦nero. Finalmente, la estaci¨®n deseada: la aceptaci¨®n, la conquista plena de la igualdad y la dignidad, el maravilloso instante en el que la persona se transforma en sujeto de derechos y deberes, en ciudadana o ciudadano.
Hemos hablado de aprendizaje y de comprensi¨®n, hablemos ahora de leyes, del lenguaje de la convivencia. Desde que la OMS reconoci¨® la transexualidad hace treinta a?os, se han aprobado distintas resoluciones del Parlamento Europeo y dictado varias sentencias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos que subrayan la necesidad de desterrar la discriminaci¨®n de las personas transexuales; pa¨ªses de nuestro entorno como Reino Unido, Francia, Italia, Alemania, Noruega, Austria, Dinamarca -pr¨®ximamente B¨¦lgica- dieron hace a?os los pasos que Espa?a va a dar ahora.
El Partido Socialista incluy¨® en el programa electoral de las elecciones generales de 2004 su compromiso de impulsar una Ley de Identidad de G¨¦nero. Canaliz¨® as¨ª una hist¨®rica y justa reivindicaci¨®n de los colectivos transexuales, verdaderos protagonistas de toda esta lucha de liberaci¨®n. El Partido Socialista, junto a otros partidos pol¨ªticos de izquierdas, organizaciones y movimientos sociales, apost¨® as¨ª por una causa que emana del esp¨ªritu mismo de nuestra Constituci¨®n, el derecho al reconocimiento de la dignidad de cada cual, al libre desarrollo de la personalidad y a la igualdad ante la Ley sin que pueda prevalecer ning¨²n tipo de discriminaci¨®n.
Lo que el Gobierno pretende con la Ley de Identidad de G¨¦nero es reconocer la dignidad de las mujeres y los hombres transexuales. Y si algo podemos decir de la futura Ley es que har¨¢ a nuestro pa¨ªs a¨²n m¨¢s decente de lo que ya es, porque evitar el sufrimiento de cualquier ser humano, es promover la libertad y la igualdad, es luchar contra la discriminaci¨®n. Una Ley que merece un apoyo un¨¢nime y un respaldo social, pol¨ªtico y parlamentario. Una Ley que nos haga sentir, de nuevo, orgullosas y orgullosos de pertenecer a este magn¨ªfico pa¨ªs que se llama Espa?a.
Pedro Zerolo es secretario de Movimientos Sociales y Relaciones con las ONG del PSOE.
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