Escrito sobre el viento
Otro que se va
Rodr¨ªguez Zapatero est¨¢ tan obsesionado por destrozar a Espa?a que di¨® instrucciones a Luis Aragon¨¦s para no pasar de octavos de final en el Mundial de F¨²tbol, ya que el Bar?a lo habr¨ªa ganado sin despeinarse
A Joaqu¨ªn Jord¨¢ le conoc¨ª en una de las primeras Mostras de Valencia, cuando se met¨ªa en un taxi con Josep-Vicent Marqu¨¦s y Alfons Lloren?. Entre los tres vendr¨ªan a pesar unos trescientos kilos en canal, as¨ª que el taxista, mirando por el futuro de su medio de vida, se neg¨® a meter en el auto tanta carne junta. Despu¨¦s nos vimos alguna que otra vez y siempre me sorprend¨ªa su resuelta actitud de seductor profesional. Era capaz de estar hablando contigo de algo que le fascinaba para cortar en seco y acudir copa en mano a la mirada de una chica situada tres mesas m¨¢s all¨¢. Luego tuvimos alg¨²n encontronazo menor a prop¨®sito de El apartamento, porque Joaqu¨ªn consideraba que Billy Wilder trataba a los ejecutivos como las pel¨ªculas de vaqueros a los indios. Nada m¨¢s supe de ¨¦l, salvo que estaba enfermo. Lo bastante como para morir, d¨ªas pasados, de su enfermedad.
Navegar en seco
Distraigo la ¨²ltima hora del d¨ªa visitando al azar algunos cotilleos de blog, y pesco un pecio, un elogio entre compadres de F¨¦liz de Az¨²a a Fernando Savater, ese ingenioso que se hace pasar por periodista entre los fil¨®sofos y por fil¨®sofo entre los periodistas. La prosa de Az¨²a ?no es una mica cursi? Paso y sigo, hasta dar con un besugo como Arcadi Espada, misionero de s¨ª mismo, cruzado de la causa en trance de conversi¨®n, empa?ado todav¨ªa en el transitado prop¨®sito de desmontar la l¨ªnea editorial de este peri¨®dico, como el ni?o del mecano que cree reinstalar el mundo mediante un pedrojotero manotazo, donde supera los Umbrales de Cela con su fijaci¨®n al casticismo del co?o reiterado. Y Boadella disfrazado de Cervantes en Manhattan con Esperanza Aguirre de Dulcinea. Todo sea por la salvaci¨®n de la excomulgada Catalu?a. Desde el deslumbrante limbo de El Toboso. El horror mudo, el horror.
El obispado perplejo
Parece que los obispos, reunidos en una especie de olimpiada de la hostia, digo yo si por hacer sombra a los muy laicos Mundiales de F¨²tbol, han dejado para mejor ocasi¨®n exponer sus cuitas en documento escrito sobre la unidad moral de Espa?a, o un camelo parecido. Dec¨ªa Manuel Vicent el otro d¨ªa que Antonio Machado vest¨ªa como una cama deshecha. Los obispos visten y ejercen de luto riguroso, como quien asiste sin cesar a sus propias exequias. Si yo fuera obispo, que ya me gustar¨ªa, aunque la vocaci¨®n me pilla algo mayor, lo primero que har¨ªa es preocuparme seriamente por la orientaci¨®n hist¨¦rica de la emisora de radio que habla en mi nombre, le dar¨ªa un tir¨®n de orejas a Jim¨¦nez Losantos para que se largara a otra parte con sus travesuras de ni?ato consentido, y fomentar¨ªa la amable campechaner¨ªa del sufrido cura rural entre mis iguales. Adem¨¢s de vestirme con camisas tan caribe?as como las que usan a Savater.
Los bolos del Papa
El Papa sale de gira, nos visita, el alborozo es grande, miles de familias como el Papa manda, kikos, legionarios bien afeitados y sin cabra como mascota aunque con crucifijo, amas de casa universitarias que paren como conejas, banqueros que saben muy bien lo que hacen tanto su mano izquierda como la derecha, Cotino, Cotino, Cotino, j¨®venes que pasan del cannabis para engancharse a su versi¨®n preferida de Cristo, y otros miles de personas que acudir¨¢n al evento como quien celebra las Fallas se preparan para un ¨¦xtasis l¨ªquido donde el calor y las lipotimias dar¨¢n fe de la magnitud de esa tremenda org¨ªa familiar. Otra magnitud es la notable cantidad de mingitorios instalados en hileras, como miles de mudos moais de la isla de Pascua, donde los creyentes en todo eso evacuar¨¢n sus bendecidos fluidos internos maculando el instante m¨¢gico con la manipulaci¨®n de sus partes pudendas. Por cierto: ?hay aseos al alcance de los fieles en las parroquias de a diario?
La marejadilla roja
Se acab¨® el mundial de f¨²tbol para la selecci¨®n espa?ola, con una precipitaci¨®n un tanto f¨®bica, ya que ni siquiera pas¨® de los octavos de final, de la primera ronda, como quien dice. Me alegro porque en lo que queda hasta el final de ese campeonato no tendr¨¦ que embroncarme con los vecinos a cuenta de la cervecera proliferaci¨®n de aullidos cada vez que alg¨²n pelotero nacional consegu¨ªa colar el bal¨®n entre los tres palos. Y lo siento por esos seguidores adolescentes que lloraban sin consuelo ante las pantallas como quien sufre una p¨¦rdida desprovista de reparaci¨®n. A lo mejor aprenden, para mejor ocasi¨®n, que no deben delegar la conmoci¨®n de sus afectos en los presuntos ases del bal¨®n. Ni en nadie. Aun dando por bueno que la emoci¨®n propia es insustituible, conviene identificar sus fuentes. No vaya a ser que no coincidan con las que tocan.
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