"Vi miedo en los ojos ingleses"
Ricardo se centr¨® en un ni?o luso para aislarse de la presi¨®n en los penaltis
Al fondo, entre la masa de aficionados ingleses, Ricardo descubri¨® a un ni?o con los colores de Portugal. Decidi¨® mirarlo. Ver c¨®mo reaccionaba cada vez que los portugueses lanzaban un penalti. Convertirlo en su amuleto. El cr¨ªo expres¨® alegr¨ªa cuando acertaron Sim?o, Postiga y Cristiano Ronaldo y desolaci¨®n cuando fallaron Petit y Viana. Ricardo no quiso ver los disparos de sus compa?eros. Prefiri¨® interpretarlos en el rostro del chaval. Fue su manera de abstraerse del ruido infernal de la tanda de los penaltis. De mantener la concentraci¨®n para cuando llegara su momento. El de situarse bajo los palos y parar no uno, sino tres de los tiros ingleses desde los 11 metros. El cuarto, el de Hargreaves, se le escap¨® por poco. Ricardo entr¨® en la historia de los Mundiales -nunca antes nadie hab¨ªa conseguido una haza?a as¨ª- y clasific¨® a Portugal, por segunda vez, para las semifinales de una Copa del Mundo. La anterior se produjo hace ya 40 a?os, cuando las carreras imparables de Eusebio impactaron en Inglaterra 66.
"Mira a los ojos a los lanzadores". Eusebio es una leyenda del f¨²tbol luso y sus consejos valen su peso en oro. ?ste es el que le dio a Ricardo en la Eurocopa de Portugal 2004 con magn¨ªficos resultados. El portero del Sporting de Lisboa, de 30 a?os, mira fijamente a los ojos de los rivales que van camino del infierno. ?Y qu¨¦ ve? "Vi miedo en los ojos ingleses", explic¨® ayer Ricardo refiri¨¦ndose a Gerrard, Lampard y Carragher, sus tres v¨ªctimas. En efecto, los ingleses acuden al punto blanco como quien va al matadero. La fortuna de Inglaterra siempre es esquiva en la suerte de los 11 metros. Es un fantasma. Esta vez, adem¨¢s, estaba demasiado reciente su eliminaci¨®n, hace dos a?os, ante Portugal en los penaltis. De nuevo, ante Ricardo. En aquella ocasi¨®n, el meta se quit¨® los guantes en un gesto improvisado y rechaz¨® el disparo de Vassel. No contento con eso, ¨¦l mismo marc¨® el penalti definitivo.
?se es uno de los fuertes de Ricardo. Sabe jugar la pelota con los pies. Le encanta el contacto del cuero con las botas. Despu¨¦s de los entrenamientos, se queda a ensayar tiros a puerta. Ser¨¢ porque empez¨® jugando de delantero en el equipo de su pueblo, el Montijo, la localidad donde tambi¨¦n naci¨® Futre, al otro lado del r¨ªo Tajo, en los suburbios de Lisboa. Un d¨ªa no se present¨® el guardameta titular y Ricardo lo supli¨® con tanto acierto que ya no abandonar¨ªa la porter¨ªa. A?os despu¨¦s ser¨ªa descubierto por Manuel Jos¨¦, entonces t¨¦cnico del Boavista, ahora preparador en Egipto, que impuls¨® su carrera profesional. Ricardo destac¨® en las semifinales de la Copa de la UEFA de 2003. Llam¨® la atenci¨®n de los grandes. Benfiquista declarado como es, pudo haber recalado en el Benfica, que lo tuvo atado durantes unas horas, pero finalmente acab¨® en su principal rival,el Sporting.
El camino del nuevo h¨¦roe portugu¨¦s no ha sido una alfombra precisamente. Es un portero contestado en su pa¨ªs. Se le achacan deficiencias en los balones cruzados al ¨¢rea, altibajos de concentraci¨®n, excesos de confianza... Como en el error del final de Liga de hace dos temporadas, que permiti¨® marcar al central brasile?o Luis?o y dar el campeonato al Benfica, en lucha con el Sporting. Tambi¨¦n se le reproch¨® al seleccionador, Luiz Felipe Scolari, que apostara por ¨¦l como titular en perjuicio de V¨ªtor Ba¨ªa en un conflicto lleno de contradicciones no suficientemente esclarecidas.
Sus amigos y sus compa?eros m¨¢s ¨ªntimos le llaman Labreca, un antiguo portero del Montijo que fue su ¨ªdolo. Su especializaci¨®n en los penaltis es cualquier cosa menos casual. Le encantan los juegos de precisi¨®n: el golf y el billar son sus aficiones favoritas. Y es fr¨ªo en los momentos de m¨¢xima tensi¨®n. "Soy un hombre tranquilo que sabe controlar las emociones. Es mi car¨¢cter", advierte tras contar c¨®mo hab¨ªa estudiado previamente los lanzamientos de los ingleses. "Hoy, con la televisi¨®n, todo es m¨¢s f¨¢cil, pero no es solamente una cuesti¨®n cient¨ªfica. Hace falta fe y Dios ha estado del lado de los portugueses". Dios y el ni?o vestido de rojo y verde entre la espesura de supporters ingleses.
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