El libro electr¨®nico busca soportes eficaces
Una feria virtual ofrece gratis a los internautas 300.000 vol¨²menes digitales durante un mes
Treinta y cinco a?os despu¨¦s de su aparici¨®n, los libros electr¨®nicos avanzan con paso firme, aunque a¨²n discreto. Han conquistado terreno en el ¨¢mbito acad¨¦mico y cient¨ªfico, pero la novela se sigue resistiendo. A partir de hoy y hasta el pr¨®ximo 4 de agosto, 300.000 libros de bits gratuitos estar¨¢n a disposici¨®n de todo el que quiera acceder a ellos en una feria virtual, www.worldebookfair.com, en la que las bibliotecas Project Gutenberg y World eBook Library Consortia han volcado sus fondos. Los expertos coinciden en que la traba para la implantaci¨®n de la lectura electr¨®nica no es la incomodidad en la que inevitablemente se puede pensar al imaginarse frente al ordenador leyendo el Quijote (disponible en la feria), sino la dificultad para encontrar soportes eficaces.
Cada vez hay m¨¢s. Desde que el 4 de julio de 1971 Michael Hart, fundador de la biblioteca virtual Project Gutenberg, colgara el primer texto digital, la Declaraci¨®n de Independencia de los Estados Unidos, los libros de bits no han parado de crecer. "Colocar libros en la Red se hace todo el tiempo", asegura Jos¨¦ Antonio Mill¨¢n, escritor y gran conocedor de Internet y la edici¨®n electr¨®nica.
Y precisamente, las bibliotecas virtuales Project Gutenberg y World eBook Library Consortia, junto a dos tiendas de libros electr¨®nicos, DPP Store y Baen Books, rinden tributo a esos 35 a?os del libro electr¨®nico con la apertura de una feria virtual (www.worldebookfair.com), que durante un mes (del 4 de julio al 4 de agosto) pondr¨¢ a disposici¨®n de los internautas 300.000 libros de acceso gratuito -la Biblioteca Nacional tiene en sus fondos 2.256.298 libros-.
La oferta es variada, tambi¨¦n los idiomas, que ascienden hasta 100. Entre los fondos de Project Gutenberg figuran nombres de la literatura universal como Arthur Conan Doyle -ayer era el autor m¨¢s le¨ªdo (o consultado)-, Leonardo da Vinci o Miguel de Cervantes -el Quijote ocupa el n¨²mero 78 del top de los libros m¨¢s descargados-. Los cl¨¢sicos universales de Project Gutenberg se suman a los m¨¢s de 250.000 libros -literatura cl¨¢sica, infantil, ciencia-ficci¨®n, audiolibros, documentos oficiales- que almacena en sus baldas virtuales la World eBook Library Consortia, biblioteca de pago que hace una excepci¨®n esta vez con el fin de que "todo el mundo pueda acceder a una biblioteca p¨²blica a escala mundial".
Formato
"Cada vez hay m¨¢s iniciativas, como la b¨²squeda de libros de Google, la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, el Monasterio de Yuste tambi¨¦n tiene una biblioteca digital", se?ala Mill¨¢n. La incomodidad es siempre el argumento que se esgrime. "Es muy inc¨®modo leer en una pantalla", decimos. Sin embargo, ¨¦se no parece ser el principal obst¨¢culo que deben sortear los libros electr¨®nicos. "Los que no han prosperado son los artefactos para leer esos libros, estos son los que no acaban de funcionar. En Jap¨®n s¨ª que se utilizan, ya hay fabricantes como Sony que hacen los llamados ebooks, que son unos aparatos preciosos y blanquitos", se?ala Mill¨¢n. Tambi¨¦n hay otras propuestas como la tinta y el papel electr¨®nico, es decir, l¨¢minas flexibles con letras sobre ellas.
Que los libros electr¨®nicos no hayan prosperado a mayor velocidad, no significa que las nuevas tecnolog¨ªas y el sector editorial tradicional est¨¦n re?idos. El formato electr¨®nico puede no haber conquistado las editoriales que llenan las mesas de novedades o que rastrean el mercado en busca de autores que les brinden un nuevo best- seller, pero hay otros terrenos editoriales, como el cient¨ªfico o el acad¨¦mico que hace tiempo han sucumbido ante los bits.
Publicaciones enteras han migrado del papel a la Red, y sus razones est¨¢n m¨¢s que justificadas: Internet les proporciona mayor difusi¨®n, mayor control sobre el texto pues, por ejemplo, el usuario puede hacer b¨²squedas y, adem¨¢s, el medio digital es m¨¢s barato.
As¨ª pues, de momento, la tecnolog¨ªa y el sector del libro parecen llevarse bien. Los avances tecnol¨®gicos no han hecho la mella de la que ahora se lamenta la industria musical y cinematogr¨¢fica -Ley de Propiedad Intelectual en mano o, simplemente, canon en mano- que, a?o tras a?o, publica balances a la baja. "En el libro ordinario, el libro que se basa en ser le¨ªdo, y es fijo e inmutable, el papel sigue siendo imbatible", asegura Emiliano Mart¨ªnez, presidente de la Federaci¨®n de Gremios de Editores de Espa?a (FGEE). Aunque no por eso desde?a la eficacia de la edici¨®n electr¨®nica en los campos cient¨ªficos o acad¨¦micos. "Los ¨¢mbitos donde prima la actualizaci¨®n de la informaci¨®n", matiza Mart¨ªnez. Y a?ade que no hay lugar para batallas, la combinaci¨®n de la edici¨®n electr¨®nica y el papel es una respuesta a la realidad.
Seg¨²n los ¨²ltimos datos que baraja la federaci¨®n de editores, en 2004 el 20,6 % de las editoriales que editaban en otros soportes diferentes al papel lo hac¨ªan en formato on-line.
En nuestro pa¨ªs, Publidisa es el principal puente entre las nuevas tecnolog¨ªas y el sector editorial. Con alrededor de 650 clientes, 100 de ellos contratantes de libros electr¨®nicos, ofrecen servicios de impresi¨®n a demanda y creaci¨®n, conversi¨®n y comercializaci¨®n de libros electr¨®nicos. "La tem¨¢tica de los libros que convertimos en electr¨®nicos es variada, pero el contenido al que mejor se adapta es el acad¨¦mico", reconoce Jos¨¦ Mar¨ªa Garc¨ªa, director comercial de Publidisa. "Pienso que es inc¨®modo leer una novela electr¨®nica en la playa, pero no como libro de referencia o de consulta, en el ¨¢mbito universitario, donde el PDF y el Word son monedas de intercambio habitual entre profesores y alumnos", agrega Garc¨ªa. Y es que los libros electr¨®nicos, alega, tienen sus virtudes: respetan los derechos de autor, su acceso puede ser universal, tienen disponibilidad inmediata, capacidad interactiva y bajos costes de reproducci¨®n.
La impresi¨®n bajo demanda es otra de las novedades que han tra¨ªdo las nuevas tecnolog¨ªas. La editorial Herder de Barcelona utiliza desde hace aproximadamente cuatro a?os este nuevo sistema de impresi¨®n. "Intentamos hacerlo con libros que est¨¢n fuera de cat¨¢logo. Primero vemos si tenemos el original, luego que los derechos de autor est¨¢n en regla", explica Mar¨ªa Fern¨¢ndez, responsable del departamento de ventas de la editorial. Asegura que est¨¢ dando buenos resultados, aunque escasos. "La demanda no es toda la deseada, porque hay mucho desconocimiento; cuando les hablas de esta opci¨®n, primero se quedan parados. Y luego piensan que va a ser muy caro, aunque no es as¨ª, un libro de 15 euros puede costar unos 18", asegura Fern¨¢ndez.
Los editores son ya conscientes de que las aguas editoriales ya no s¨®lo discurren por los canales tradicionales y conceden y se benefician de las ventajas que ofrece el universo digital. Aunque no sin desconfianza. El programa de b¨²squeda de libros de Google, que pretende digitalizar libros para permitir efectuar b¨²squedas en ellos a trav¨¦s de Internet, es uno de los que m¨¢s recelos ha levantado entre los editores (especialmente, entre los espa?oles).
Garant¨ªas
"Google no garantiza al 100% que se pueda evitar la reproducci¨®n total de la obra, y no se compromete a m¨¢s. Estoy convencido de que se ir¨¢n perfeccionando las f¨®rmulas para proporcionar informaci¨®n sobre esos libros que est¨¢n vivos", afirma Emiliano Mart¨ªnez. De hecho, la federaci¨®n que preside lanzar¨¢ en el pr¨®ximo mes de septiembre un programa dedicado en exclusiva a informar a los usuarios de los 309.000 libros que almacena el conjunto de editores espa?oles.
En su p¨¢gina web, Mill¨¢n (jamillan.com) reproduce el siguiente fragmento de un cuento de Isaac Asimov. Su protagonista se acaba de encontrar un libro, ?un libro de verdad! "El abuelo de Margie dijo que cuando era peque?o su abuelo le cont¨® que hab¨ªa una ¨¦poca en que los cuentos estaban impresos en papel. Uno pasaba las p¨¢ginas, que eran amarillas y se arrugaban, y era divertid¨ªsimo leer palabras que se quedaban quietas en vez de desplazarse". "Hoy nadie en su sano juicio cree que la lectura en papel vaya a desaparecer", escribe Mill¨¢n aunque, pens¨¢ndolo bien, "la lectura futura estar¨¢ repartida entre el libro electr¨®nico y el libro aut¨¦ntico".
Probar un bocado antes de comprar
"?T¨² crees que alguien se va a leer La saga / fuga de JB en pantalla?", exclama ?lvaro Torrente, hijo de Gonzalo Torrente Ballester, cuya obra se va a digitalizar y colgar en la b¨²squeda de libros de Google. Le parece una estupenda manera de dar a conocer la obra de su padre y, tras valorar los riesgos -"el ¨²nico es que alguien lea los fragmentos y no se enganche a la obra, nada m¨¢s"-, los hermanos Torrente y sus editores se han puesto de acuerdo para utilizar la Red como esa gran herramienta de difusi¨®n y promoci¨®n que es. No son los ¨²nicos. De una manera u otra, casi todos los autores se aprovechan de Internet para promocionar sus obras -y sus biograf¨ªas-.
Por ejemplo, todas las noticias sobre Arturo P¨¦rez-Reverte y su obra se concentran en www.capitanalatriste.com. Hay incluso novelas como Mauricio o las elecciones primarias (Seix Barral), de Eduardo Mendoza, que disponen de web propia
(www.mauriciolanovela.net). "La p¨¢gina naci¨® con la intenci¨®n de cubrir la informaci¨®n v¨ªa Internet, de esa gente que ahora se informa a trav¨¦s de Google", asegura Nahir Guti¨¦rrez, de la editorial Seix Barral. En la p¨¢gina se desmonta la novela: se pueden leer cuatro p¨¢ginas de la obra, se perfilan los personajes, hay opiniones de los lectores. "Se trata de probar un bocado del libro antes de comprarlo, y la verdad es que funciona muy bien", concluye Guti¨¦rrez.
Clubliteratura, integrado dentro del portal cultural de la Fnac (www.clubcultura.com), ha agrupado a 40 escritores en torno a la mara?a de la red de redes. "Los escritores, sobre todo los mayores de 60, no est¨¢n muy concienciados con Internet. S¨ª lo est¨¢n los directores de cine; por ejemplo, Almod¨®var estuvo escribiendo un diario de Volver", asegura Ram¨®n Reboiras, director editorial. Aunque todos los autores, muchos de ellos bastante perezosos, participan en mayor o menor medida en sus p¨¢ginas web oficiales. "Obviamente, de los que ya no est¨¢n vivos, nos encargamos s¨®lo nosotros", bromea Reboiras.
Babelia
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