La ilusi¨®n del fin
Los medios de comunicaci¨®n acaban de ser convocados para que transmitan un mensaje y tambi¨¦n para que presten su colaboraci¨®n "a la tarea de colmar el anhelo de paz y la exigencia de m¨¢ximo respeto y reconocimiento a la memoria, al honor y a la dignidad de las v¨ªctimas del terrorismo y sus familias". As¨ª lo ha expresado el presidente Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero en su comparecencia ante los periodistas del pasado 29 de junio. All¨ª sostuvo que la forma de realizar este anuncio a la opini¨®n p¨²blica [de que iba a iniciar un di¨¢logo con ETA] era responsabilidad exclusiva del Gobierno. Tambi¨¦n dijo que esa tarea la iba a desarrollar "con prudencia y discreci¨®n" y que ped¨ªa "la colaboraci¨®n de todos los medios de comunicaci¨®n". Para terminar se?al¨® que, a finales de septiembre, el ministro del Interior realizar¨ªa una nueva ronda de informaci¨®n a todos los Grupos Parlamentarios sobre el desarrollo del proceso que acaba de abrir.
Es decir, que en esta ocasi¨®n excepcional se requiere el compromiso de los periodistas, tantas veces instalados en la irresponsabilidad de la asepsia, para atender a una tarea de gran alcance. Conviene, enseguida, examinar la pertinencia de semejante requerimiento porque la tendencia insaciable de quienes se encuentran en el ejercicio del poder pol¨ªtico, o de cualquier otro poder, es la de reclamar colaboraci¨®n y asentimiento invocando los m¨¢s nobles motivos de conveniencia p¨²blica. Por esa pendiente acaba aflorando el patriotismo como ¨²ltimo refugio de los canallas y los medios de comunicaci¨®n terminan encanallados, acompa?ando de modo acr¨ªtico la ejecuci¨®n de las mayores vilezas, como acaba de suceder en el caso de la guerra de Irak.
Los medios de comunicaci¨®n y los periodistas deben ser beligerantes de modo frontal contra el sistema pol¨ªtico cuando ¨¦ste niega las libertades de expresi¨®n porque s¨®lo con ese ox¨ªgeno ambiental les es dado cumplir su funci¨®n, pero cuando el sistema se basa en el reconocimiento de las libertades c¨ªvicas carece de sentido que acampen extramuros y que se desinteresen de su preservaci¨®n. En este segundo caso, que es el del presente espa?ol, la beligerancia radical de los medios y de los periodistas deber¨ªa atender a evitar la corrosi¨®n de las libertades proclamadas porque nunca su vigencia queda plenamente asegurada y siempre debe salirse al paso de los agentes de la erosi¨®n que las degradan. Y, desde luego, el m¨¢s grave deterioro de las libertades es el que conculca el derecho a la vida como hace el terrorismo.
De ah¨ª que algunos periodistas amigos, una vez promulgada la Constituci¨®n de 1978, intentaran ya desde la ¨¦poca del presidente Adolfo Su¨¢rez consensuar un principio elemental para que la informaci¨®n sobre el terrorismo se hiciera siempre de la forma en que mejor quedaran defendidas las libertades c¨ªvicas de los amenazados, con renuncia a vender exclusivas que pudieran perjudicarlas. Pero fueron intentos in¨²tiles boicoteados por los mismos que tan pronto se adelantaron a promover la guerra sucia como se especializaron, despu¨¦s, en sacar provecho period¨ªstico de su denuncia. Acab¨® imponi¨¦ndose el modelo descrito en el libro El club de lectura de Jane Austen: "Brown es un pr¨®spero periodista y, por lo tanto, completamente desprovisto tanto de opini¨®n definitiva como de principios... Su tarea consiste en mantenerse al d¨ªa de lo que quiere el p¨²blico y darle el espacio necesario".
Ahora cuando, como indica Jos¨¦ Ram¨®n Rekalde, ETA ha sido derrotada, el presidente Zapatero anuncia conversaciones para lograr la desmovilizaci¨®n y consolidar el desistimiento de la violencia. Y sucede que no hay lenguaje humano que resista la velocidad de la luz ni acontecimiento que aguante su aceleraci¨®n. Porque tambi¨¦n aqu¨ª puede producirse la interferencia desastrosa entre un acontecimiento y su difusi¨®n, como sucede entre el objeto y el sujeto experimentador en microf¨ªsica. La presencia de los medios de comunicaci¨®n sirve de catalizador a determinadas reacciones sociales pero tambi¨¦n bloquea la posibilidad de ciertos procesos, a veces de gran alcance y a veces del tama?o de la negociaci¨®n de un convenio colectivo. Estamos ante la ilusi¨®n del fin pero, tal como est¨¢ el patio, que el Gobierno rece con Rouco y Ca?izares y para nada cuente con la colaboraci¨®n de los medios.
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