La 'dimisi¨®n' de Maragall
Las razones pol¨ªticas para convocar elecciones anticipadas son esencialmente dos: 1) porque se quiere explotar un ¨¦xito pol¨ªtico o una trayectoria del Gobierno bien valorada por la ciudadan¨ªa; 2) porque no hay otro remedio. Las primeras normalmente las ganan quien las convoca, las segundas se pierden. El presidente Maragall ha anunciado la convocatoria de elecciones anticipadas porque no hay otro remedio y en condiciones adversas para los partidos de la izquierda catalana. Es dif¨ªcil que Montilla consiga cara de candidato vencedor cuando el origen de su candidatura es la censura impl¨ªcita del PSC a la acci¨®n de gobierno de Maragall. Un partido que reconoce este fracaso no est¨¢ en las mejores circunstancias para pedir el voto a los ciudadanos. La renuncia de Maragall a presentarse para la reelecci¨®n es, se mire por donde se mire, una dimisi¨®n pol¨ªtica por la falta de apoyo de su propio partido y, probablemente, de otras instancias determinantes. ?Qui¨¦n arregla este embrollo? El secretario general, pero ?se puede crear un l¨ªder pol¨ªtico y electoral nacional catal¨¢n en los meses de verano? Creo que el PSC ya da por bueno un segundo puesto para las pr¨®ximas elecciones auton¨®micas.
?Por qu¨¦ se ha llegado a una situaci¨®n que jam¨¢s ten¨ªa que producirse? Se da la injusta y sorprendente paradoja de que el Gobierno de Maragall no puede presentar convincentemente como un ¨¦xito la consecuci¨®n del Estatuto 2006 porque ERC, uno de los partidos de su Gobierno de coalici¨®n hasta propinar un sonoro no al Estatuto, lo ha considerado un fracaso. En los anales de la historia surrealista de Catalu?a quedar¨¢ escrito que el mayor ¨¦xito legislativo de un Gobierno catal¨¢n, desde el restablecimiento pleno de la autonom¨ªa en 1979, es regalado a la oposici¨®n neopujolista para su explotaci¨®n electoral. Artur Mas est¨¢ que se sale con obsequios de esta naturaleza. Pujol dedic¨® toda una legislatura a promocionarlo y ahora el tripartito le regala la "Constituci¨®n catalana" en forma de Estatuto. De por medio, el presidente Rodr¨ªguez Zapatero hace saber que con CiU se entiende perfectamente.
Paradojas en la pol¨ªtica catalana las ha habido siempre, pero ¨¦sta es una de las m¨¢s clamorosas. Un Gobierno que pod¨ªa y deb¨ªa presentarse a unas elecciones anticipadas con el ¨¦xito del Estatuto bajo el brazo y con la vocaci¨®n de desarrollarlo en una direcci¨®n progresista, catalanista y federal, se ha encontrado con que uno de sus socios le da un puntapi¨¦ al texto estatutario. Despu¨¦s de esto me cuesta imaginar la reedici¨®n de un tripartito con bicefalia Montilla-Puigcerc¨®s. Los pol¨ªticos hacen maravillas con sus contradicciones. Son profesionales de la paradoja y de la cuadratura del c¨ªrculo. Pero todo tiene un l¨ªmite. El electorado lo hace constar cuando ¨¦ste se sobrepasa.
Y no obstante, hay un mar de fondo en todo lo que ha pasado que ya es hora que se denuncie con todos los decibelios necesarios. Catalu?a ha aprobado su Estatuto, pero es Madrid la que aprueba y desaprueba los gobiernos de la Generalitat, con el apoyo de grupos empresariales y medi¨¢ticos dispuestos a la colaboraci¨®n o a la sutil amenaza, seg¨²n lo que sea menester. As¨ª acaeci¨® en 1977 con el restablecimiento de la Generalitat y la formaci¨®n del Gobierno de Tarradellas, volvi¨® a suceder en 1980 en las primeras elecciones auton¨®micas y, probablemente, ocurrir¨¢ de nuevo en las pr¨®ximas elecciones de octubre de 2006. Las izquierdas catalanas parecen condenadas a s¨®lo gobernar o ser hegem¨®nicas en periodos de transici¨®n, porque entre los errores propios y los intervencionismos a la contra de poderosos grupos de presi¨®n, no consiguen durar m¨¢s. En las democracias liberales de los ¨²ltimos 50 a?os, quienes ejercen el gobierno son con pocas excepciones, funcionarios que obedecen a los que realmente mandan, personas tan influyentes como poco entrevistadas. A estas personas les disgustan profundamente las visiones federalistas de Maragall y su sue?o de cumplir con el testamento del avi Maragall: el pacto federal y plurinacional de una Catalu?a m¨¢s presente en Espa?a y de una Espa?a sin recelos con Catalu?a. Al contrario de lo que se ha escrito a menudo, Maragall no "pujoleja", porque es capaz de plantearse retos pol¨ªticos que el pragmatismo pujolista considerar¨ªa irresponsables o irrealizables. Por ejemplo, el Estatuto de 1979 hace a?os que ten¨ªa que reformarse. ?Qui¨¦n lo ha hecho? Los sue?os pol¨ªticos de Pujol no van m¨¢s all¨¢ del Tagamanent. Maragall, como m¨ªnimo, es capaz de pasar la frontera y subir al Canig¨®. Los dos son homenots en el sentido de Josep Pla, con una personalidad pol¨ªtica y un carisma que los distinguen de sus sucesores Mas y Montilla, que representan la pol¨ªtica previsible y obediente.
La raz¨®n de la ca¨ªda-renuncia de Maragall, al margen de los errores que ha cometido como gobernante, radica en su independencia pol¨ªtica. Ha comprendido (y afirmado a su manera) que los gobiernos de Madrid siempre preferir¨¢n a un nacionalista moderado antes que a un federalista al frente del Gobierno de la Generalitat. ?Se pueden entender y complementar el nacionalismo espa?ol con los nacionalismos catal¨¢n y vasco? Perfectamente. Los nacionalismos tienen complicidades de fondo aunque puedan enfrentarse en la forma. La cuesti¨®n est¨¢ en distribuirse el territorio de mando. Coinciden totalmente en un punto: al federalismo, ni agua. No habr¨¢ desarrollo federal mediante la deseable y necesaria reforma de la Constituci¨®n en los pr¨®ximos a?os. Tienen que cambiar mucho las ideas en el PSOE y en el PP para que esto sea posible. El dilema del inmediato futuro es si seguiremos con la armonizaci¨®n uniformadora del Estado auton¨®mico o bien se abrir¨¢ un desarrollo autonomista del Estado por medio de los nuevos estatutos. Sea cual fuere la opci¨®n, no hay ninguna duda de que Madrid prefiere un presidente de la Generalitat disciplinado y pragm¨¢tico, y no al d¨ªscolo Maragall, que tiene ideas propias y demasiado independientes.
Miquel Caminal es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad de Barcelona
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.