Italia agota a Alemania
El equipo de Lippi, con sus jugadores m¨¢s creativos y ofensivos, se impone en la pr¨®rroga con goles de Grosso y Del Piero
El f¨²tbol es un deporte que juegan once contra once y siempre gana Alemania, salvo cuando se enfrenta a Italia en la Copa del Mundo, en cuyo caso su derrota est¨¢ asegurada. As¨ª reza, m¨¢s o menos, la leyenda, que se transmite de padres a hijos, sin atender al lugar ni a las circunstancias. Tanto da que sea en M¨¦xico como en Madrid o en la cuenca del Rhur. El escudo volvi¨® a pesar m¨¢s anoche que el campo. El triunfo azzurro fue indiscutible por juego, por oficio y por goles. Alemania sobrevivi¨® exclusivamente hasta que la hinchada del Westfalenstadion tuvo aliento para mandar a los palos los remates de Gilardino y Zambrotta. A la que expir¨® la afici¨®n de Dortmund, el equipo de Klinsmann pereci¨® cuando aspiraba exclusivamente a alcanzar de nuevo la rueda de los penaltis para sobrevivir una nueva jornada.
RESULTADO
ALEMANIA 0 - 2 ITALIA
Una selecci¨®n es experta y le gusta su f¨²tbol. La otra est¨¢ a medio camino de una revoluci¨®n
La malquerida Italia gan¨® incluso con grandeza en casa de Alemania. No necesit¨® siquiera de una jugada epis¨®dica despu¨¦s de un encuentro agon¨ªstico. Fue a por el encuentro descaradamente, con sus mejores jugadores en el campo, y abati¨® a la anfitriona en su guarida preferida. Al final, los italianos fueron incluso valientes en un partido cobarde como la mayor¨ªa de los que se vienen jugando en el torneo. El encuentro, en cualquier caso, confirm¨® que los italianos son un equipo hecho y derecho mientras que los alemanes se han desinflado de mala manera.
Alertado por los signos preocupantes que ofreci¨® Alemania ante Argentina, especialmente visible en la fatiga de sus centrocampistas, Klinsmann refresc¨® la alineaci¨®n con dos medios de signo opuesto. Ausente el agresivo Frings por sanci¨®n, tampoco jug¨® el revoltoso Schweinsteiger y, por el contrario, a escena salieron Borowski, un buen llegador, y Kehl, un zurdo muy racional, especialmente motivado porque jugaba en casa, en la caldera de Dortmund, una cancha de alto voltaje.
A Italia no s¨®lo le encantan los campos calientes sino que los agradece porque le motivan. Los azzurri se sienten singulares en terreno enemigo, notan que provocan la ira, se gustan m¨¢s que nunca y, de alguna manera, desaf¨ªan a la grada al grito de "?m¨¢s madera, que es la guerra!". Cannavaro traz¨® una l¨ªnea en su ¨¢rea y no hubo noticias de Alemania hasta pasada la media hora, cuando Schneider malgast¨® una asistencia de Klose, el ¨²nico futbolista que sab¨ªa navegar entre las l¨ªneas forasteras.
Jugaba a gusto el equipo de Lippi para desespero de la hinchada alemana, sorprendida por la imprecisi¨®n del suyo, que no encontraba la carta de navegaci¨®n, Al zurdo Khel le cost¨® mucho rato entrar en juego. Excesivamente lento, telegrafiaba sus pases para suerte de Gattuso y Totti, que viv¨ªa tan pancho en la divisoria. El media punta rebusc¨® en las espaldas de los centrales alemanes y filtr¨® un par de balones muy interesantes, sobre todo uno a Perrotta, que se venci¨® en el mano a mano con Lehmann.
El guardameta alem¨¢n fue m¨¢s exigido que el italiano hasta el descanso. Los defensas descargaban a menudo el juego para que sacara en largo y los rivales le achuchaban reiteradamente desde el bander¨ªn de c¨®rner. No funcionaba el tiro de media distancia de los alemanes, siempre taponados en el balc¨®n del ¨¢rea, ni tampoco encontraba alivio en el poder¨ªo a¨¦reo de Ballack. Apareci¨® por momentos el mismo equipo chato y confundido que pen¨® ante Argentina hasta la rueda de los penaltis. Mandaba Italia, que descansaba en el poder¨ªo defensivo de Cannavaro. El central est¨¢ en un momento de forma espl¨¦ndido, circunstancia decisiva para enfrentar a un rival que vive sobre todo del trabajo de Podolski y del ingenio de Klose. Aunque muy forzado, el ariete se gan¨® un mano a mano con Buffon nada m¨¢s iniciarse la segunda parte que anim¨® el cotarro tanto como la contra de Grosso ante Lehmann, igualmente resuelta por el guardameta.
Uno y otro equipo jugaban muy cerrados, conscientes de que era mejor evitar el error que buscar el acierto, sabedores de que cualquier concesi¨®n pod¨ªa significar la derrota en una semifinal de la Copa del Mundo. Italia fue perdiendo encanto porque Totti desapareci¨® del mapa y cada vez era un equipo m¨¢s directo mientras Aleman¨ªa gan¨® presencia con la salida de Schweinsteiger y Odonkor, dos jugadores revolucionarios para un partido muy especulativo. Pero la agitaci¨®n local dur¨® muy poco. Pirlo cogi¨® al equipo e Italia fue creciendo con el paso del tiempo. Ni siquiera la pr¨®rroga alter¨® su determinaci¨®n. Lippi fue cargando al grupo con los jugadores m¨¢s creativos y ofensivos y los goles cayeron como fruta madura despu¨¦s de que los palos rechazaron dos remates. La salida del campo de Klose signific¨® la rendici¨®n alemana por la misma regla de tres que la entrada de Del Piero confirm¨® la voracidad italiana. Despu¨¦s de un intercambio de ocasiones, con Podolski negado, apareci¨® Grosso para rematar un pase de Pirlo y rubricar la hegemon¨ªa italiana. La guinda la puso Del Piero para hurgar en la herida alemana y propiciar la gloria azzurra.
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