Una carrera maldita
Alejandro Valverde se rompe la clav¨ªcula en una ca¨ªda y deja la prueba sin su corredor m¨¢s espectacular
Un imponente coche oscuro frena de golpe junto al autob¨²s del Caisse d'?pargne. El conductor baja lentamente la ventanilla y hace un gesto a Jos¨¦ Miguel Ech¨¢varri, que intenta animar a sus chicos, que intenta animarse en el proceso. "Lo siento", le dice con el tono solemne, con la mirada doliente de quien da un p¨¦same. Es Eddy Merckx, emocionado. La ca¨ªda de Alejandro Valverde, la fractura de clav¨ªcula que ha obligado al murciano a retirarse, cobra entonces car¨¢cter de drama para el Tour, para el ciclismo.
De maldici¨®n.
"2006, un Tour maldito", podr¨¢n escribir los historiadores. Comenz¨® atufado por el fuerte olor a azufre del esc¨¢ndalo, con la expulsi¨®n previa de algunos de sus supuestos protagonistas -Ullrich, Basso, Mancebo, Vinok¨²rov...- y al tercer d¨ªa perdi¨® por accidente a su corredor m¨¢s popular, al ciclista del maillot blanco que marca el liderato en la clasificaci¨®n del ProTour, que simboliza una m¨ªnima esperanza de renovaci¨®n. De regreso a los tiempos de Merckx, por ejemplo, en los que los mejores participaban en todas las carreras importantes y ganaban todo tipo de pruebas. Como Merckx, dominador de las cl¨¢sicas, can¨ªbal en el Tour. Como quiere ser tambi¨¦n Valverde, que este a?o ya gan¨® la Flecha Valona y la Lieja-Basto?a-Lieja no muy lejos de donde ayer cay¨® a plomo sobre la brea derretida. La pega es que el Tour no parece estar de acuerdo con sus ambiciones y lo castiga. El a?o pasado, una tendinitis en la rodilla le oblig¨® a dejar la grande boucle dos d¨ªas despu¨¦s de que Lance Armstrong, a quien hab¨ªa derrotado en Courchevel, lo designara "el hombre del futuro". Ayer, una ambulancia lo evacu¨® cuando le faltaba nada para llegar al Cauberg, el monte de las Ardenas holandesas que decidir¨ªa el ganador de la etapa, el ¨²nico que no pudo dome?ar esta primavera -decide la Amstel Gold Race- en su campa?a de cl¨¢sicas.
Kessler lleg¨® esta vez hasta el final. No impidieron su victoria ni Boogerd ni Boonen
"Ten¨ªa marcada esta etapa. La ten¨ªa marcada para la victoria", dec¨ªa Ech¨¢varri. En el hotel, en el mismo hotel de Lieja en que celebr¨® la victoria en la decana de las cl¨¢sicas, ya hab¨ªan puesto champa?a a enfriar. Gesto in¨²til. "Por lo menos, en 1984, el d¨ªa que Delgado se rompi¨® la clav¨ªcula bajando la Joux Plane, lo compensamos en cierta manera porque Arroyo gan¨® la etapa". Ayer el que cay¨® era el ¨²nico que pod¨ªa ganar, aunque tambi¨¦n pudo haber ganado Jos¨¦ Luis Arrieta, amamantado toda su carrera en los equipos de Ech¨¢varri, que mantuvo su utop¨ªa hasta la pancarta de tres kil¨®metros. "Sab¨ªa que era un sue?o y en eso se ha quedado", dijo el veterano Arrieta, superviviente de la escapada del d¨ªa y que este a?o se fue como compa?ero y amigo de Mancebo al Ag2r. Arrieta, gregario de gran coraz¨®n, guarda como mejor recuerdo de sus muchos Tours la etapa en la que coron¨® el Galibier en solitario. "De esta etapa me queda como recuerdo el que he sido capaz de dejar a Voigt, el gran especialista del terreno", dijo. Dej¨® a Voigt, la locomotora alemana; enfil¨® el Cauberg, sus 800 metros matadores al 8%, y se dej¨® arrollar por el pelot¨®n, un tren bala implacable del que se desgaj¨® en los ¨²ltimos metros de la ascensi¨®n el fogoso y terrible Mathias Kessler, el alem¨¢n al que la v¨ªspera captur¨® el grupo a 100 metros de la llegada. Salt¨® Kessler donde la afici¨®n esperaba a Valverde y esta vez lleg¨® hasta el final. No impidieron su victoria ni el trabajo de Boogerd para Freire, agazapado para saltar, ni el intento desesperado de Boonen en el ¨²ltimo kil¨®metro.
Boonen, el campe¨®n del mundo, el belga del siglo XXI, el ¨ªdolo del ciclismo de la renovaci¨®n, al mismo nivel que Valverde, obtuvo el premio menor de vestir temporalmente el maillot amarillo. La presencia de Valverde en el Tour qued¨® reducida, en las calurosas alturas de Valkenburgo, a la imagen, sin vida, de un casco blanco en el asiento del copiloto del coche de Eusebio Unzue, su director. Una imagen que deja desamparados a los aficionados espa?oles; deprimidos a sus compa?eros, que tantos meses han estado prepar¨¢ndose para un Tour alrededor del murciano, y perplejos a los cientos de periodistas que trataban de extraer una m¨ªnima lista de favoritos. ?Habr¨¢ que hacerse ruso y creer en Karpets o Menchov? ?Habr¨¢ que hacerse yanqui e ilusionarse con Leipheimer, Landis o Hincapi¨¦? ?Qu¨¦ triste! ?Habr¨¢ que esperar alg¨²n milagro que acabe con la maldici¨®n del Tour de 2006?
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