Regreso a la curva a 25 por hora
La l¨ªnea 1 reanud¨® ayer el servicio tras el accidente con muy pocos usuarios
"Tomaremos la curva a 25 por hora. No es que haya miedo, pero hay que extremar las precauciones". La curva es la que el pasado lunes enfil¨® el convoy que descarril¨® y seg¨® la vida a 41 personas en el metro de Valencia. Tiene limitada la velocidad m¨¢xima a los 40 kil¨®metros por hora, indicada en un cartel rectangular que se ve con claridad desde la cabina del maquinista. El conductor la tom¨® el lunes a 80 por hora. El maquinista de la l¨ªnea 1 entraba ayer en esa misma curva m¨¢s despacio, mucho m¨¢s despacio. Con cautela. Con tiento. Y con muchos menos pasajeros de lo que es habitual. "La gente va a estar un tiempo con el s¨ªndrome del accidente. Los conductores tambi¨¦n estamos muy afectados. Es algo un poco extra?o: los trenes van m¨¢s lentos, y nadie se queja".
"No es que haya miedo, pero debemos extremar las precauciones", dice un conductor de metro
El maquinista puede desactivar el sistema de frenado de seguridad con un simple clic
Quien as¨ª habla es Carlos, de 39 a?os y maquinista de Metro Valencia desde 1990. El paso a la cabina del conductor est¨¢ prohibido, pero accede a viajar con el periodista dentro del tubo -as¨ª se denomina al t¨²nel en la nomenclatura que usan los empleados del metro- por la l¨ªnea siniestrada, hasta Torrent. Poco despu¨¦s de la una y media de la tarde, el convoy sale de la estaci¨®n de Pla?a d'Espanya, en cuyos andenes hay muchos m¨¢s periodistas que viajeros. "Anoche [por el martes] pas¨¦ en direcci¨®n contraria por la curva. Hoy [por ayer], a primera hora y con el tren casi vac¨ªo, a 20 por hora. Toda precauci¨®n es poca", reitera.
La cabina en cuesti¨®n es un habit¨¢culo de dos metros de ancho por tres de largo. El conductor tiene a su derecha algo parecido a un cambio de marchas, y un panel de color negro con el resto de mandos al frente, bajo la luna de cristal. A la izquierda, el sistema de frenado de seguridad, tan cuestionado a lo largo de los ¨²ltimos d¨ªas. Carlos lo califica de "demencial".
"El maquinista puede desactivarlo con un simple clic, cuando en todos los metros del mundo ese sistema debe estar precintado. Y aunque funcione, s¨®lo se activa en los andenes y en los cambios de agujas. Si entras a 80 por hora en una curva en la que hay que viajar a 40, no sirve para nada". Eso es exactamente lo que ocurri¨® el pasado lunes. "Ahora la empresa le echar¨¢ la culpa al error humano. Pero ese error es imposible con los sistemas de seguridad de los trenes m¨¢s modernos", afirma. "Ese accidente nunca se hubiera producido en las l¨ªneas 3 y 5", concluye.
En las entra?as del tubo y entre las estaciones de Pla?a d'Espanya y Jes¨²s quedan a¨²n varios restos del naufragio. Alg¨²n extintor por el suelo. Cristales rotos. Un amasijo de cables a un lado de las v¨ªas. Un bodeg¨®n de lo m¨¢s l¨²gubre, porque no se ve gran cosa. "Anoche ya estaba todo m¨¢s o menos limpio. Y esta ma?ana hemos empezado a circular desde primera hora. A pesar de todo".
En m¨¢s de 15 a?os de ejercicio, Carlos ha pasado ya por unos cuantos malos tragos. En tres ocasiones ha visto c¨®mo alguien se arrojaba a la v¨ªa del metro: una en Pont de Fusta -al norte de la ciudad, en el antiguo cauce del Turia- y dos m¨¢s en las inmediaciones de Torrent. "Son grandes sustos que tarde o temprano tenemos todos los maquinistas. Pero ah¨ª no se puede hacer nada. Otra cosa ser¨ªa un descuido, entonces s¨ª te comes la cabeza. O esto".
Carlos analiza el accidente y coincide con el resto de sus compa?eros. No se explica c¨®mo el conductor pod¨ªa ir a 80 por hora. Pero tampoco entiende c¨®mo la compa?¨ªa ha invertido tan poco dinero en la vetusta l¨ªnea 1. S¨®lo despu¨¦s del ¨²ltimo accidente grave -un choque entre las estaciones de Picanya y Paiporta, en diciembre de 2005- se mejoraron los sistemas de comunicaci¨®n. "Probablemente ahora suceder¨¢ lo mismo con los sistemas de seguridad. Demasiado tarde", se queja.
Carlos cuenta mil y una an¨¦cdotas. Muchas de ellas con amargura: el conductor del accidente de 2005 era compa?ero de promoci¨®n. "Le cortaron la pierna", recuerda. Ambos proced¨ªan del Ej¨¦rcito, como maquinistas de FEVE, los Ferrocarriles Espa?oles de V¨ªa Estrecha. "Entonces costaba tres a?os convertirse en maquinista. Pas¨¢bamos por distintas categor¨ªas hasta conducir convoyes. Ahora es mucho m¨¢s sencillo. No lo veo bien".
Cita de corrido un memorial de agravios formidable. Critica la formaci¨®n, el estado de las v¨ªas, la obsolescencia de los sistemas de seguridad, el mantenimiento de los trenes. Se atreve a pronosticar dos puntos negros del trazado del metro valenciano que pueden causar un grave accidente "a poco que una junta se parta". "De Seminario a B¨¦tera y de L'Eliana a L¨ªria el estado de las v¨ªas es lamentable". Ambas est¨¢n tambi¨¦n en la l¨ªnea 1.
Cap¨ªtulo aparte merece el sistema de frenado. Carlos empez¨® como maquinista en los trenes de FEVE, en el norte de Espa?a. "A ojo, sin ning¨²n sistema de seguridad, hab¨ªa menos accidentes que ahora". ?Por qu¨¦? Los sistemas de frenado de las l¨ªneas modernas no dejan ninguna probabilidad al fallo humano. Adec¨²an la velocidad al l¨ªmite constantemente. "El sistema de la l¨ªnea 1 es una ayuda para el maquinista, pero no impide el error humano. Y el problema es que el maquinista se relaja con esas ayudas", reflexiona el maquinista.
Hay un problema a?adido: los horarios. Carlos fue el primer maquinista en pasar por el t¨²nel del accidente, el pasado martes a las 22.40. Termin¨® su servicio a las once de la noche. "Me fui a cenar con los informativos de televisi¨®n. Me acost¨¦ a la una, y esta ma?ana he empezado a las seis de la ma?ana", recuerda. No parece el horario m¨¢s adecuado. Pero es una elecci¨®n de los trabajadores, para tener dos tardes y dos ma?anas libres a lo largo de la semana, en lugar de cuatro ma?anas o cuatro tardes, lo necesario para respetar las horas de descanso.
Fuera de la cabina, en los vagones, hab¨ªa ayer muy pocos pasajeros. Los mismos bandazos y chirridos de ruedas que de costumbre, en un tren poco confortable y con m¨¢s de 20 a?os de antig¨¹edad. Pero no hab¨ªa quejas. Judit, de 34 a?os, volv¨ªa del centro a su casa, en el sur de Valencia, con la bolsa de la compra. "Hoy, precisamente, el metro es m¨¢s seguro que nunca. Y no tengo otro medio de transporte, o sea que no hay donde elegir", explicaba. Rosa Jimeno, jubilada de 67 a?os, dec¨ªa que tambi¨¦n ella cog¨ªa el metro "por obligaci¨®n". "Pero est¨¢ todo un poco desangelado, triste. Claro, casi no hay gente".
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