"Improvisar es como vivir un trance espiritual"
El mundo del jazz se postra a sus pies: Sonny Rollins puede presumir de haber vivido en el filo de la navaja como "el hombre que no le teme a nada", en palabras del tambi¨¦n saxofonista Barney Wilen. Un lobo solitario con la capacidad de transformarse en un ser distinto a cada nuevo paso; asomarse a su vasta obra discogr¨¢fica tan poco convencional produce v¨¦rtigo. Autor de una docena de obras maestras imprescindibles, Rollins ha escrito su propia historia del jazz. El d¨ªa 15, tocar¨¢ en Vitoria, en una ¨²nica aparici¨®n europea durante el mes de julio que servir¨¢ para presentar los temas de su nuevo disco, Sonny, please, primero que edita para su propia compa?¨ªa, Doxy Records. Una oportunidad ¨²nica de escuchar en directo al m¨ªtico saxophone colossus.
"Coltrane y yo ¨¦ramos buenos amigos; tanto que era una de las pocas personas a las que pod¨ªa pedirle dinero prestado"
"Toc¨¢bamos por todo Harlem en locales rec¨®nditos y siniestros, pero no nos importaba"
"La esencia de la improvisaci¨®n es permitir que la m¨²sica surja por s¨ª misma"
Doscientos kil¨®metros al norte de Nueva York, siguiendo el curso del r¨ªo Hudson. Una min¨²scula comunidad rural que s¨®lo existe en el mapa. Ni siquiera el due?o del peque?o taller de autom¨®viles contiguo a la nada ostentosa casa de campo donde mora la ¨²ltima leyenda viva del jazz conoce su existencia. Theodore Walter Rollins, 75 a?os, lleva una vida solitaria y escueta menos propia de un coloso que de un ser humano vulnerable y tierno que ha de convivir con el recuerdo omnipresente de Lucille, su compa?era y colaboradora, fallecida hace dos a?os. "Antes me pasaba las horas ensayando en el cobertizo. Mi mujer encend¨ªa la luz en el porche de la casa y yo sab¨ªa que ella estaba ah¨ª. Cuando volv¨ª al lugar despu¨¦s de su muerte, el hecho de no ver la luz fue tan duro que no he podido tocar nunca m¨¢s en aquel lugar".
PREGUNTA. A su experiencia traum¨¢tica durante el 11-S, le sigui¨® un disco, Without a song, grabado s¨®lo cuatro d¨ªas despu¨¦s de los hechos.
RESPUESTA. De alg¨²n modo, en ese disco trat¨¦ de explicar todo lo que viv¨ª aquel d¨ªa. Yo ten¨ªa un apartamento en el piso superior de un edificio pr¨®ximo al World Trade Center; estaba esperando a mi conductor cuando o¨ª al primer avi¨®n acerc¨¢ndose y el ruido sordo del impacto, y luego el segundo..., fui escaleras abajo y me encontr¨¦ con que todo el mundo estaba en la calle corriendo y gritando aterrorizado. Pero as¨ª es la guerra. El 11-S me dio una idea precisa de hasta qu¨¦ punto puede el ser humano ser cruel. Pero tambi¨¦n fue un desastre t¨®xico como nunca ha habido, y lo extraordinario es que a¨²n hoy nadie se ha ocupado de limpiar la zona y se encuentran con que hay mucha gente que vive o trabaja ah¨ª enferma o muriendo. Yo mismo sent¨ª una sensaci¨®n muy extra?a en el est¨®mago hasta que me di cuenta de que hab¨ªa estado aspirando aquel aire corrompido... lo perd¨ª todo pero al menos ten¨ªa un segundo lugar para vivir.
P. Detr¨¢s dejaba la ciudad donde naci¨® y se dio a conocer...
R. Siempre digo que nac¨ª en el momento adecuado, en el lugar adecuado. En los a?os treinta, Harlem era el centro de la cultura negra. Todo el mundo ven¨ªa a Harlem y la m¨²sica estaba por todas partes. Fats Waller tocaba al otro lado de la calle donde yo viv¨ªa y Louis Jordan, mi primer ¨ªdolo, lo hac¨ªa en un club enfrente de mi colegio. Yo sol¨ªa ir al Savoy Ballroom o al Apollo Theater al salir de clase, y escuchaba a Buddy Johnson, Duke Ellington, Lionel Hampton, Jimmy Lunceford..., estaba en medio de todo aquello y, sin darme cuenta, lo absorb¨ª todo, s¨®lo por el hecho de estar all¨ª. ?sa fue mi verdadera escuela.
P. Tambi¨¦n escuchaba mucha m¨²sica caribe?a.
R. Mis padres eran de origen caribe?o y les encantaba. A veces, me llevaban a los bailes caribe?os en Harlem. Por eso, tocar calipso, para m¨ª, es algo natural, y todav¨ªa lo hago, aunque a mi modo.
P. No pas¨® mucho tiempo antes de que se convirtiera en un habitual de los escenarios.
R. ?ramos los chicos nuevos del barrio: Jackie Mclean, Kenny Drew, Art Taylor y yo. Toc¨¢bamos por todo Harlem en todo tipo de locales rec¨®nditos y siniestros, pero no nos importaba porque Harlem, en aquella ¨¦poca, era el lugar donde hab¨ªa que estar y donde iban los veteranos buscando rostros nuevos. "He o¨ªdo hablar de ese jovencito, Sonny Rollins, me han dicho que es muy bueno". A trav¨¦s del cantante Babs Gonzales, empec¨¦ a tocar con Fats Navarro y con Bud Powell. Era una sensaci¨®n rara: ellos me miraban como a un igual, como si yo fuera un tipo de experiencia, y yo me sent¨ªa enormemente adulado. Por no hablar de la noche en que vino a verme Miles Davis a un club del Bronx llamado 845 donde tocaba en los intermedios; c¨®mo explicar lo que sent¨ª cuando me dijo las palabras m¨¢gicas: "?Quieres tocar en mi banda?".
P. La cr¨ªtica alent¨® una supuesta rivalidad entre usted y John Coltrane, su compa?ero de atril en el conjunto de Miles.
R. En alg¨²n sentido s¨ª ¨¦ramos rivales porque, en aquellos d¨ªas, siempre ten¨ªa que darse una "batalla de saxos", Dexter Gordon contra Gene Ammons, etc¨¦tera. Lo nuestro era como una continuaci¨®n de aquella pr¨¢ctica. Pero la verdad es que ¨¦ramos buenos amigos; tanto que Coltrane era una de las pocas personas a las que pod¨ªa pedirle dinero prestado.
P. Tambi¨¦n frecuent¨® igualmente al pianista Thelonious Monk.
R. A Monk le conoc¨ª a trav¨¦s de Lowell Lewis, un amigo de la escuela que tocaba la trompeta con ¨¦l. ?ramos u?a y carne. El problema es que Monk ya ten¨ªa saxofonista y lo peor es que era realmente bueno. No paramos hasta que conseguimos echarle. El resto fue sencillo: Lowell consigui¨® que Monk fuera a escucharme, le gust¨¦ y me contrat¨®. Y ¨¦se fue el comienzo de mi relaci¨®n con Monk.
P. Su b¨²squeda de nuevas v¨ªas de expresi¨®n, lo llev¨® en los sesenta a interesarse por el nuevo jazz de Ornette Coleman.
R. La primera vez que escuch¨¦ a Ornette fue en un disco titulado Something Else!!! Me gust¨® much¨ªsimo y eso que eran los tiempos en que su m¨²sica era enormemente discutida. Luego vino a verme durante mi primera visita a California con Max Roach, y nos ca¨ªmos bien. Por las noches, ¨ªbamos los dos y Don Cherry a la playa para tocar frente al Pac¨ªfico. Hasta el d¨ªa en que le¨ª una entrevista en la que dec¨ªa que no hab¨ªa un solo m¨²sico al que le gustara su m¨²sica, y me inclu¨ªa a m¨ª. Daba la impresi¨®n de que me dedicaba a ponerles trabas a los j¨®venes, lo que no es mi estilo ni nunca lo ha sido. Aquello me enfad¨® mucho y a¨²n estoy ofendido.
P. A principios de los a?os sesenta, y tras una de sus recurrentes desapariciones, fue descubierto tocando el saxo bajo el puente de Williamsburg, en Nueva York, un lugar que usted introdujo en la m¨ªtica del jazz a trav¨¦s de su disco The Bridge.
R. Para m¨ª, era un lugar donde practicar. Y no estaba siempre solo, Steve Lacy me acompa?¨® en m¨¢s de una ocasi¨®n. Lo cierto es que llevo toda mi vida trabajando a fondo para engrandecer mi sonido. Mis ¨ªdolos, como Coleman Hawkins, se distingu¨ªan por su sonido poderoso, tanto que a menudo se ve¨ªan obligados a prescindir del micr¨®fono. Pero yo nunca he tenido ese don. Por eso acudo a lugares a cielo abierto donde tengo que esforzarme para hacerme escuchar.
P. Usted se define como un "buscador espiritual". A un tiempo, es uno de los pocos m¨²sicos de su generaci¨®n que nunca profes¨® la fe isl¨¢mica.
R. Por supuesto, conozco a muchos musulmanes de los tiempos en que la mayor¨ªa de los m¨²sicos en Harlem se convirtieron al islam, como mi amigo Yusef Lateef o Art Blakey. Mi caso era algo distinto. Yo no quer¨ªa que mi vida estuviera centrada en el uso de las drogas como ¨²nico medio para acceder a una cierta espiritualidad. Las drogas funcionan en el momento y ya est¨¢. Afortunadamente, me di cuenta de que aquello era una trampa. Desde entonces, he buscado el camino verdadero en todas las religiones.
P. Escuch¨¢ndole tocar en directo, se tiene la certeza de que existe un hilo argumental s¨®lido en sus improvisaciones.
R. No es algo de lo que pueda hablar demasiado porque, mientras improviso, las cosas pasan demasiado deprisa y no tengo tiempo de pensar. Improvisar es como vivir un trance espiritual, no es algo que se pueda analizar mediante la raz¨®n. La esencia de la improvisaci¨®n es permitir que la m¨²sica surja por s¨ª misma. Es un ir siempre adelante: no puedo quedarme tocando cosas que ya s¨¦. El mayor obst¨¢culo con el que me encuentro ahora para desarrollar mis ideas es la edad. No puedo practicar diez horas al d¨ªa como hac¨ªa cuando era joven. Ahora tengo dificultades incluso para soplar a trav¨¦s del instrumento.
P. D¨ªgame qu¨¦ lo impulsa a seguir en la brecha.
R. Lo mismo que cuando empec¨¦: la b¨²squeda de algo que no creo haber encontrado todav¨ªa. Es algo que quiero expresar con mi m¨²sica. El qu¨¦, no lo s¨¦. S¨¦ que est¨¢ ah¨ª. Quiz¨¢ sea lo que algunos llaman el "acorde perdido"... s¨®lo s¨¦ que trabajo en ello y espero aproximarme poco a poco a mi objetivo. Quiz¨¢ nunca llegue a conseguirlo pero s¨¦ que estoy en el buen camino. La vida es corta y no puedes pensar en hacerlo todo en una sola vida.
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