La vida y el arte
Este libro es el gui¨®n de esa obra maestra del cine titulada Andr¨¦i Rubliov. No es un gui¨®n cinematogr¨¢fico sino un gui¨®n literario; est¨¢ dividido en secuencias (catorce en total frente a las nueve del filme) y en ellas se describe cada escena, pero ¨¦stas no est¨¢n planificadas sino que s¨®lo contienen una descripci¨®n literaria de las mismas. El narrador es un observador, mas no es una c¨¢mara y, como tal observador, su visi¨®n es subjetiva y, adem¨¢s, se manifiesta frecuentemente por medio de la creaci¨®n de im¨¢genes, im¨¢genes literarias en las que la palabra es el elemento expresivo fundamental mientras que la estructura del relato es, l¨®gicamente, cinematogr¨¢fica. Esta coincidencia de lo literario y lo cinematogr¨¢fico hace del texto una experiencia subyugante, pues apelando siempre a la imaginaci¨®n del lector al tratarse de palabra escrita, le obliga tambi¨¦n a estructurar visualmente cada escena.
ANDR?I RUBLIOV
Andr¨¦i Tarkovski
Traducci¨®n de Ricardo
San Vicente
S¨ªgueme. Salamanca, 2006
288 p¨¢ginas. 19 euros
Se trata, pues, de un sistema de
secuencias o cap¨ªtulos. El hilo que hace progresar dram¨¢ticamente el relato es, desde el punto de vista pr¨¢ctico, el desarrollo cronol¨®gico de la vida de Rubliov por medio de unas escenas escogidas y representativas; pero el verdadero impulso dram¨¢tico que une estas escenas impide que sean como una sucesi¨®n de estampas est¨¢ticas e independientes y lo que les da coherencia y movimiento no es la cronolog¨ªa -un mero artificio mec¨¢nico- sino el pensamiento de Tarkovski, la idea que gu¨ªa de manera abrasadora todo el relato. Por lo general, un autor ha de montar una carpinter¨ªa compleja para sostener su narraci¨®n; a Tarkovski le basta la sola potencia de la intenci¨®n que le gu¨ªa. Aparte de eso, decir que no estamos ante un gui¨®n cinematogr¨¢fico sino ante una narraci¨®n aut¨®noma, eminentemente literaria, que el lector podr¨¢ confrontar con la pel¨ªcula para su mayor enriquecimiento. No es frecuente que un autor cuente una misma historia en dos lenguajes tan distintos y a cual mejor.
Andr¨¦i Rubliov fue un pintor de iconos del siglo XV, el m¨¢s c¨¦lebre en su ¨¦poca, y Tarkovski lo toma como paradigma del artista para colocar en ¨¦l su propia visi¨®n de la vida y el arte. El arte es la puerta que abre el conocimiento, la belleza y la espiritualidad. La entrega a ¨¦l es tan absoluta como el deseo de verdad. Este conflicto ocupa el centro del relato y escenas como la matanza de los cisnes, el cegamiento de los artesanos o el asalto a la ciudad de Vlad¨ªmir son un trasunto del enfrentamiento entre barbarie y belleza -entre el Mal y el Bien a fin de cuentas-. El otro aspecto del mismo conflicto es el de la lucha por alcanzar la revelaci¨®n, aspiraci¨®n suprema del arte, simbolizada en la consecuci¨®n de la obra maestra como deseo de perennidad; obra (El Juicio final) que, cuando halla el modo de expresarla y pintarla en el techo del palacio del Gran Pr¨ªncipe, se vuelve contra ¨¦l al ser destruida, y con ella la ciudad y sus habitantes, por la horda t¨¢rtara.
Ese momento es, para Andr¨¦i Rubliov, el m¨¢s terrible. Decide no volver a pintar ni a hablar, espantosamente desenga?ado "porque lo que yo pinto no le hace falta a nadie. ?Ya que no he podido convencer con mi arte a la gente de que son hombres, entonces es que no tengo talento en absoluto! Y por esta raz¨®n ya no voy a tocar m¨¢s un icono, un pincel ni una pintura. Se acab¨®...". As¨ª vivir¨¢ a?os, aislado de nuevo en el convento. Cuando vuelven a llamarlo para que pinte el techo de la catedral de la Trinidad, se niega; pero, entonces, asistir¨¢ a una representaci¨®n cat¨¢rtica de su conflicto.
El joven Bor¨ªs, hijo del maestro
fundidor de campanas, frustrado porque su padre no le transmiti¨® el secreto de la fundici¨®n, es otro Rubliov; en un acto de audacia y valent¨ªa se ofrece a fundir la campana que se necesita; trabaja como un iluminado entre el escepticismo de los veteranos y, finalmente, fabrica la campana y, al hacerlo, en cierto modo recupera el pasado que su padre no quiso transmitirle. El seguimiento de ese acto de fe en la belleza, la necesidad humana y la creaci¨®n misma, devuelve la luz a Rubliov: ¨¦sa es la primera parte de la revelaci¨®n que busca. La segunda ser¨¢ la realizaci¨®n de su obra maestra. La confianza en la belleza le devuelve la confianza en el hombre: as¨ª es como puede abordar libremente lo que realmente desea hacer, sin sujeciones al canon y al poder, sin temor a la barbarie, sin temor al pasado, pero sin perderlo de vista. Al fin su obra es grande y su talento tiene un sentido. El Juicio final vuelve a ser pintado y "los movimientos pausados y arm¨®nicos de los brazos, la profundidad de los atentos ojos, en la que vive la comprensi¨®n tr¨¢gica de la esencia de la vocaci¨®n humana, que consiste en la maravillosa e inconsciente aspiraci¨®n hacia el ideal ¨¦tico" y la obra se manifiesta por fin como cumbre de la vida de Andr¨¦i.
Ahora que las librer¨ªas se llenan de planas historietas medievales como exitosos productos de usar y tirar, acceder a un relato como ¨¦ste, cargado de contenido y de fuerza expresiva, que se enfrenta a los asuntos realmente fundamentales de la existencia humana por medio de escenas de una potencia y una belleza escalofriante, es un lujo que ninguna persona culta deber¨ªa desde?ar. Adem¨¢s, la pel¨ªcula se encuentra actualmente a la venta en formato DVD.
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