Visita en el dolor

Benedicto XVI llega hoy a Valencia cuando sus habitantes est¨¢n todav¨ªa sobrecogidos por la tragedia sobrevenida en la l¨ªnea 1 del metro. La estancia del Papa, as¨ª como su programa de actuaci¨®n, se desarrollar¨¢n en medio del dolor y del recuerdo todav¨ªa caliente de las v¨ªctimas, lo que sin duda marcar¨¢ el tono de los contactos previstos con las autoridades del Estado y de las intervenciones estrictamente religiosas en el marco del Encuentro Mundial de las Familias.

La tragedia ha rebajado, inevitablemente, las expectativas propagand¨ªsticas del encuentro, al tiempo que ha reforzado las cr¨ªticas de algunos grupos al "derroche de recursos p¨²blicos" con motivo de la visita papal, poni¨¦ndolo en contraste con la supuesta penuria de los dedicados a infraestructuras de la ciudad. Los organizadores del evento -el PP valenciano, la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica y grupos cat¨®licos como el Opus Dei- lo hab¨ªan concebido no s¨®lo como una reivindicaci¨®n del modelo cat¨®lico de familia, sino como una cr¨ªtica beligerante al Gobierno y a sus leyes de corte social, en especial la del matrimonio homosexual. De ah¨ª el rid¨ªculo intento de marginar al Gobierno y de diluir en lo posible el car¨¢cter de Estado de la visita papal.

Pero el enfado no parece ser s¨®lo con el Gobierno, sino con la sociedad espa?ola entera. De ella han dicho nada menos que "est¨¢ apagada, moribunda, y no se siente responsable de su futuro". ?Qui¨¦nes son los obispos para juzgar de forma tan peyorativa a 44 millones de espa?oles? ?Qu¨¦ t¨ªtulos tienen para juzgar con tal contundencia? ?En qu¨¦ criterios se basan? ?De qu¨¦ datos disponen? Eso s¨®lo se explica por la desconexi¨®n de una parte importante de la jerarqu¨ªa de la realidad social. Tras 30 a?os de democracia, buena parte de los obispos siguen siendo al¨¦rgicos al pluralismo religioso y se resisten a admitir que no todos los ciudadanos son creyentes, que muchos no son cat¨®licos y que su inmensa mayor¨ªa se muestran tolerantes con otros modelos de familia, adem¨¢s del cat¨®lico. No les vendr¨ªa mal a algunos obispos aprender un poco de algunas virtudes de la sociedad espa?ola, de su tolerancia por ejemplo. O de su actitud hacia la democracia y el Estado de derecho. El cardenal de Toledo, Antonio Ca?izares, se ha permitido erigirse en juez moral que declara injustas ciertas leyes, y en autoridad pol¨ªtica que declara que no deben ser "obedecidas", pasando por encima de la soberan¨ªa popular y de la legitimidad del Parlamento que las aprob¨®. Es inexplicable a estas alturas una actitud tan soberbia y displicente respecto a la sociedad espa?ola.

Del te¨®logo Ratzinger se recuerda lo que fue; del cardenal se conoce la l¨ªnea ortodoxa que sigui¨® al frente de la Congregaci¨®n de la Doctrina de la Fe (antiguo Santo Oficio); del Papa hay aspectos todav¨ªa in¨¦ditos. Pero hay algo com¨²n y positivo en los tres Ratzinger: ser un hombre extremadamente culto e intelectualmente preparado. Es de suponer, por ello, que dispondr¨¢ de informaci¨®n contrastada para saber que los juicios sombr¨ªos y despreciativos sobre la sociedad y las llamadas a incumplir leyes del Estado no son el mejor modo de acercar a los ciudadanos a la Iglesia y de reforzar las relaciones con el Gobierno.