Amores furtivos
Sorprendente, aunque para nada injusta, ganadora de la pasada edici¨®n del festival de Valladolid, entre muchos otros galardones, En la cama, segunda obra del joven chileno Mat¨ªas Biz¨¦, no puede ser, en su desarrollo, m¨¢s cl¨¢sica. Respetando escrupulosamente las unidades aristot¨¦licas del relato (personajes, tiempo, ambientes), el filme propone una historia que comienza y acaba en una sola noche, la que viven dos j¨®venes que no se conocen, pero que han ligado en una fiesta y han continuado las cosas m¨¢s all¨¢ del mero flirteo.
Como en otras pel¨ªculas ilustres de encuentros entre desconocidos (como Una jornada particular, la todav¨ªa espl¨¦ndida pel¨ªcula de Ettore Scola), las irrepetibles circunstancias del encuentro tienen un peso determinante en lo que ocurre. Ante todo, se trata de una noche de fren¨¦tico devenir sexual, que el director, no obstante, retrata con una neutralidad admirable. Y es justamente el sexo el que precipita otro tipo de intimidad, mucho m¨¢s desasosegante: la de las confidencias, la de los secretos guardados en lo m¨¢s hondo de la conciencia; la que permite aflorar los temores, los anhelos m¨¢s ¨ªntimos; la que deja a cada amante moralmente desnudo frente a su pareja.
EN LA CAMA
Direcci¨®n: Mat¨ªas Biz¨¦. Int¨¦rpretes: Blanca Lewin y Gonzalo Valenzuela. G¨¦nero: comedia dram¨¢tica, Chile-Alemania, 2005. Duraci¨®n: 85 minutos.
Como puede adivinar el lector, lo que constituye todo el secreto de la f¨®rmula es a la vez sencillo y muy dif¨ªcil. Sencillo, porque todo ocurre entre cuatro paredes, con tan s¨®lo dos actores. Y dif¨ªcil porque todo depende de tres factores b¨¢sicos: de un gui¨®n que ordene y regule el crescendo dram¨¢tico de una vivencia que, de naufragar, caer¨ªa directamente en el rid¨ªculo; de dos actores (Lewin y Valenzuela, dos soberanos hallazgos) que sean capaces de aguantar la casi hora y media de confidencias y sexo que el filme propone; y de que, en fin, la qu¨ªmica que se establezca entre ellos sea lo suficientemente poderosa como para mantener en pie el conjunto de la vivencia.
Y como si de un peque?o milagro se tratase, los tres elementos se conjugan brillantemente para dar como resultado una pel¨ªcula absorbente, con momentos de una pronunciada ternura, pero tambi¨¦n de frases a medio decir, de confidencias dram¨¢ticas pero para nada enf¨¢ticas. Para cuando llegue el alba, el espectador entender¨¢ mucho mejor a ambos, habr¨¢ participado de un encuentro que es mucho m¨¢s que la suma de dos individualidades; habr¨¢ contemplado, en fin, qu¨¦ tanto de casual tiene la consecuci¨®n del deseo, y cu¨¢nto de arbitrario poder conseguirlo.
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