"Defendemos mejor la libertad cuando hacemos un juicio justo a nuestros enemigos"
El capit¨¢n de corbeta Charles Swift, de 44 a?os, recibi¨® en 2003 el encargo -en su calidad de jur¨ªdico de la Armada- de defender a Salim Ahmed Hamdan, ch¨®fer de Bin Laden y uno de los diez ¨²nicos presos de Guant¨¢namo procesados. Swift vio r¨¢pidamente que defender a Hamdan con las normas de las Comisiones militares puestas en pie tras el 11-S era muy dif¨ªcil, y en 2004 el yemen¨ª Hamdan se querell¨® contra el presidente, George W. Bush, y el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld. Dos a?os despu¨¦s, el Supremo le dio la raz¨®n y fall¨® que las Comisiones est¨¢n fuera de la ley, del C¨®digo de Justicia militar de EE UU y de la Convenci¨®n de Ginebra. El martes, el Pent¨¢gono asumi¨® el fallo.
"Siempre he pensado que atenernos a la Convenci¨®n de Ginebra es bueno para nosotros"
"Cuando nos quitamos el miedo de encima, somos una gran naci¨®n. Ser libre exige ser valiente"
"No podemos decir: 'Estamos luchando por las libertades, pero no por las vuestras"
"Con el fallo del Tribunal Supremo gan¨® el imperio de la ley, incluso en tiempos de guerra"
Pregunta. Este giro radical de Defensa ha sido la primera consecuencia del fallo del Supremo...
Respuesta. Uno de los argumentos principales de la defensa de Hamdan es que no puede haber una guerra a la que no se aplique la Convenci¨®n de Ginebra. Y esto es lo que vio el Supremo. Tenemos todo que ganar y nada que perder aplicando el art¨ªculo 3; siempre he pensado que atenerse a Ginebra es bueno para nosotros, no malo; no es algo que nos limite.
P. Lo que qued¨® desmontado es el argumento de que hay reglas que no se aplican porque el enemigo es diferente.
R. As¨ª es. Creo firmemente que tu enemigo no te define: lo que es ¨¦l, no es lo que t¨² eres. La posici¨®n que hab¨ªa era que el enemigo no sigue las reglas, y por tanto nosotros tampoco tenemos por qu¨¦ hacerlo. Pero si se quiere hacer justicia, hay que seguir la ley. Thomas Paine, el padre de los escritos patri¨®ticos americanos, escribi¨® que "aquel que quiere asegurar su propia libertad debe primero proteger incluso a su enemigo de la opresi¨®n, porque si incumple este deber, crea un precedente que acabar¨¢ afect¨¢ndole". Yo realmente creo eso: que la forma de tratar a nuestros enemigos nos define.
P. ?Qu¨¦ va a pasar ahora en Guant¨¢namo y en otros sitios? Por ejemplo, en las prisiones secretas de la CIA.
R. No s¨¦. El fallo del Supremo se limit¨® a si Hamdan iba a tener un juicio justo. Eso es lo que exige Ginebra, y yo interpuse la demanda para que mi cliente lo tuviera. Lo que de verdad hay que preguntarse ahora es, ?va a tenerlo? ?Vamos a seguir las reglas? Hay un debate en el Congreso, y algunos creen que no podemos al tiempo cumplir con Ginebra y ganar, garantizar un juicio justo a los presos y llevar a cabo la guerra contra el terrorismo, que se excluyen mutuamente; que no podemos hacer concesiones si queremos vencer. Yo estoy en desacuerdo. El secretario de Defensa dijo hace un mes que en la tarea de ganar las mentes y los corazones del mundo, ¨¦l pondr¨ªa una nota de entre un 4 y un 4,5. El caso Hamdan es una excelente oportunidad para subir esa nota, porque el resto del mundo nos est¨¢ mirando, y al afirmar que estamos dispuestos a dar a cada uno un juicio justo, demostramos que ¨¦sta es realmente una guerra por los valores, no contra el islam. Si queremos que el sistema americano de valores sirva de algo, no puede haber ciudadanos de segunda clase. No podemos decir: "Estamos luchando por las libertades, pero no por las vuestras". Volvemos a lo de antes, demuestras tu fortaleza con tus enemigos: c¨®mo los tratas da la medida de qui¨¦n eres. En cierto sentido, es extraordinariamente bueno para nosotros ver c¨®mo trata Al Qaeda a sus enemigos: de manera terror¨ªfica, y es una de las cosas en las que realmente nos diferenciamos.
P. Ante el Supremo calific¨® el fallo de victoria. ?Qui¨¦n gan¨®?
R. Creo que los norteamericanos ganaron, que triunf¨® el imperio de la ley. Y desde luego Hamdan gan¨® el derecho a un juicio justo. No hubo nadie derrotado; a la hora de la verdad, todo el mundo gan¨®. Lo que triunf¨® fue la idea del imperio de la ley, incluso en tiempos de guerra. En cualquier otro pa¨ªs, o quiz¨¢ en la mayor¨ªa, cuando un militar desaf¨ªa al poder ejecutivo o al presidente, se considera que da un golpe. En EE UU, cuando un militar desaf¨ªa al presidente en los tribunales se le llama justicia.
P. Es decir, que el sistema funcion¨®.
R. El sistema funcion¨®, y fue algo ¨²nico, fue un momento extraordinario.
P. Y usted fue el hombre que le dijo al presidente que estaba equivocado.
R. S¨ª, eso es precisamente lo extraordinario: no hay que olvidar que el presidente me encarg¨® una tarea, y me dej¨® hacerla. El presidente dijo: haz esto, y hazlo bien. Y nadie interrumpi¨® el proceso. Por eso digo que todo el mundo gan¨®, y que no hubo perdedores. Y ¨¦sa es la victoria en ¨²ltima instancia: que el imperio de la ley funciona. No gan¨® s¨®lo Hamdan y no s¨®lo es una gran decisi¨®n a efectos de imagen: el que gan¨® fue el sistema.
P. Su padre le dijo que usted hab¨ªa nacido para un caso as¨ª. ?Por qu¨¦?
R. Por los ideales en los que creo. Yo soy el t¨ªpico militar, por decirlo as¨ª. Entr¨¦ en el Ej¨¦rcito porque creo en los ideales de este pa¨ªs. El Ej¨¦rcito me dio la oportunidad de hacer lo que yo creo que se me da mejor, que es ser abogado, y en una causa en la que cre¨ª de verdad. Son oportunidades que surgen una vez en la vida. Eso es lo que mi padre quiso decir. Estudi¨¦ Derecho para luchar en casos as¨ª; decid¨ª que ten¨ªa que estudiarlo cuando era oficial de derrota en un buque de combate. Tres de mis hombres fueron detenidos en Indonesia cuando estaban de permiso, y fui a negociar su puesta en libertad porque pens¨¦ que ten¨ªan que ser tratados de manera justa; me preocupaba que no fuera a ocurrir as¨ª, y luch¨¦ por ellos. Aquellas razones han estado presentes en este caso, el del Supremo, como en ning¨²n otro en mi vida.
P. Usted luch¨® contra unas decisiones que imped¨ªan un juicio justo y que se tomaron, como otras hace a?os, por miedo.
R. Damos lo mejor de nosotros mismos cuando no nos dejamos guiar por el miedo. Cada mala decisi¨®n en el Supremo, las que realmente nos han hecho retroceder -el internamiento de los japoneses, el caso Dred Scott o el caso Plessy vs Ferguson
[dos fallos del siglo XIX a favor de la discriminaci¨®n contra los negros]-, se tomaron por miedo. Cuando nos quitamos el miedo de encima, somos de verdad una gran naci¨®n, y creo que ah¨ª tiene sentido que el himno de las barras y las estrellas hable de la tierra de los libres y los valientes, porque no creo que se pueda ser lo uno sin lo otro. Ser libre exige ser valiente. Volvemos a c¨®mo se defiende mejor la libertad: cuando somos suficientemente valientes como para dar a nuestro enemigo un juicio justo. ?Y para eso hay que tener agallas! Porque en un juicio justo se puede perder, y eso, obviamente, es muy preocupante en esta guerra.
P. ?Qu¨¦ es lo que m¨¢s le ha gustado de los comentarios sobre la sentencia?
R. Lo m¨¢s hermoso que alguien me ha dicho fue al principio. Los padres de un antiguo cliente me dijeron que sab¨ªan que yo lo iba a dar todo, porque lo hab¨ªa dado todo por su hijo. Y eso signific¨® m¨¢s para m¨ª que todo el resto, porque es lo que yo quer¨ªa que la gente dijera: OK, gane o pierda, lo hizo lo mejor que pudo. Y eso es lo que cada cliente se merece, sea Salim Ahmed Hamdan o un recluta del Ej¨¦rcito. Hacerlo lo mejor posible, luchar por algo en lo que se cree. Hombre, ganar siempre es bueno, pero si encima ganas en algo en lo que crees, uno se siente muy bien, muy bien. Yo le dec¨ªa a mi cliente: si he hecho lo que he podido, saldr¨¦ feliz del tribunal, independientemente del fallo, porque creo en el sistema. Y si este caso ha servido para algo, por encima de todo, ha sido para reforzar mi confianza en el sistema norteamericano de justicia.
P. Seguramente Hamdan tambi¨¦n cree en este sistema.
R. ?sta es quiz¨¢ la mayor de las victorias. Las personas cambian de opini¨®n una por una. Y si yo he convencido a Hamdan de que el sistema funciona y es justo, es algo que va a tener un impacto que va m¨¢s all¨¢. Si el mundo ve que un pobre tipo de Yemen, con una educaci¨®n primaria, que tuvo la enorme desgracia de trabajar para uno de los hombres m¨¢s malvados, como Bin Laden, recibe un trato justo y gana, eso har¨¢ que muchas personas, de una en una, cambien su opini¨®n.
P. ?C¨®mo fue su reacci¨®n cuando le comunic¨® el fallo?
R. Se lo dije por tel¨¦fono, y su respuesta, en tono muy humilde, fue: "Gracias a Dios, gracias a Dios, gracias a Dios. Y me record¨® a Martin Luther King en su discurso ante el monumento a Lincoln: "Gracias a Dios, gracias a Dios, gracias a Dios, somos libres por fin". Hamdan a¨²n no est¨¢ en libertad, pero la idea... Martin Luther King luchaba por el imperio de la ley, para que todo el mundo fuera tratado justamente. Y eso es lo que Hamdan ha conseguido.
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