"Dejamos atr¨¢s muchas ilusiones rotas"
Espa?oles evacuados desde Beirut relatan su dif¨ªcil huida, nada m¨¢s llegar a la frontera siria
Sus caras reflejan cansancio y tensi¨®n. S¨®lo los ni?os duermen hechos ovillos en los asientos. Las 12 horas de viaje desde Beirut hasta Damasco se suman a cuatro noches sin pegar ojo y a un peligroso trayecto desde sus casas hasta la Embajada de Espa?a en la capital libanesa. Pero cuando los cinco autobuses que sacan a dos centenares de espa?oles del infierno liban¨¦s paran en el puesto fronterizo sirio de Dabusieh a las tres de la madrugada, la mayor¨ªa se relaja. "?Aqu¨ª no est¨¢n bombardeando todav¨ªa, verdad?", pregunta Trini Mart¨ªn, como si no diera cr¨¦dito. Su marido, Paco Moreno, est¨¢ convencido de que es cuesti¨®n de tiempo.
Para Trini y Paco la ofensiva israel¨ª ha frustrado la visita que realizaban a su hija, casada con un liban¨¦s, y a sus nietas. "No han querido venirse con nosotros a Valencia", lamentan apenados, pero comprensivos. "Es su casa, pero las nenas...", se preocupa Trini, mientras Paco muestra las fotos del bombardeo del aeropuerto de Beirut que tom¨® desde la terraza del piso.
"No he podido ni comer desde el jueves", asegura una mujer en el puesto fronterizo
Sin embargo, algunos de los m¨¢s peque?os no parecen haberse enterado. Tal es el caso de Ana, la hija de Saaded¨ªn y Encarna, que tiene dos a?os y medio. "Cada vez que se o¨ªa una bomba, aplaud¨ªa diciendo '?petardo!', y si el ruido era mayor '?petardo grande!", recuerda el padre, mientras la chiquilla duerme en el regazo de su madre. Ella s¨ª que pas¨® miedo. "Aqu¨ª la gente est¨¢ acostumbrada, pero para m¨ª ha sido una impresi¨®n muy fuerte. Cada vez que o¨ªa los aviones me despertaba, aunque no hubiera bombardeo. No he podido ni comer desde el jueves", admite.
Encarna y Saaded¨ªn estaban pasando las vacaciones con la familia de ¨¦l en Sid¨®n y planeaban regresar a Madrid ayer. Pero muchos otros tienen su vida en L¨ªbano y se van renuentes. Los turistas o estudiantes de ¨¢rabe ya se marcharon el viernes en el primer convoy organizado por las Embajadas de Espa?a en Beirut y Damasco. Ahora han sido los ni?os los que han llevado a la mayor¨ªa de los residentes espa?oles en L¨ªbano a tomar la dif¨ªcil situaci¨®n de dejar sus hogares. Ninguno pensaba que los bombardeos duraran "m¨¢s de dos o tres d¨ªas".
Tal es el caso de Encarna, una murciana casada con un chi¨ª liban¨¦s y que se cubre con el hiyab. "La familia te presiona", admite la mujer que viaja con tres cr¨ªos de 3, 10 y 11 a?os, e insiste en que lo que hay que contar son "las penurias que padecen los libaneses" a causa de los bombardeos israel¨ªes. "La informaci¨®n no es equilibrada", subraya, remisa a quejarse de su caso.
Todos son conscientes de ser privilegiados por poseer un pasaporte extranjero, que les permite dejar atr¨¢s el horror. Ya s¨®lo falta llegar hasta el avi¨®n fletado por el Gobierno espa?ol y que les espera en el aeropuerto de Damasco. Eso, y pagar los 12 d¨®lares del visado sirio, que los funcionarios exigen religiosamente a todo el que cruza la frontera. Dada la situaci¨®n, resulta surrealista el peregrinaje al banco para cambiar moneda, a la ventanilla para comprar las p¨®lizas correspondientes y finalmente a un tercer mostrador donde sellan el pasaporte.
La gesti¨®n multiplicada por doscientos se prolonga durante casi cinco horas. Algunos se impacientan. "No hay derecho; nos est¨¢n dando un trato inhumano", se queja un hombre que viene desde el sur de L¨ªbano. "Primero nos han tenido m¨¢s de dos horas en la frontera libanesa y ahora este caos; es para denunciarlo". Pero la mayor¨ªa parece resignada. "Es una emergencia, tampoco podemos esperar un trato de cinco estrellas", se?ala Encarna, una leridana que trabaja en la Embajada de Espa?a en Beirut. Varios funcionarios espa?oles colocaron los sellos de la aduana siria para agilizar los tr¨¢mites.
Pero a pesar de los nervios y el cansancio, predomina el buen ¨¢nimo. "Esto es gloria comparado con lo que pas¨¦ el s¨¢bado cuando fui a cerrar mi casa en Abu Rumane", manifiesta Encarnaci¨®n Cuenca, que para entonces se hab¨ªa refugiado en casa de unos amigos en Yunieh: "Seg¨²n estaba vaciando la nevera, empez¨® un bombardeo tremendo. Ni las maletas cog¨ª".
Los Nahle, padre, madre y cuatro hermanos, vivieron una odisea para salir de su casa de vacaciones en Taibe, al lado de la frontera israel¨ª. "Mi padre se hab¨ªa ido a Beirut porque un t¨ªo se puso enfermo y cuando empez¨® todo nos encontramos solos y sin coche", relata Mirna, la hija mayor, que tiene 20 a?os. El padre logr¨® regresar el s¨¢bado, pero salir de aquella trampa mortal les ha obligado a recorrer todo L¨ªbano en 24 horas. "Llegar a Beirut, nos ha llevado m¨¢s de cinco horas cuando normalmente se tarda una. Hemos tenido que ir por carreteras secundarias porque todas las principales est¨¢n destruidas", narra con alivio.
Lo m¨¢s dif¨ªcil ahora es pensar en el futuro, como reconoce Yolanda con su hijo de ocho a?os en brazos; "Dejamos atr¨¢s muchas ilusiones rotas, un mont¨®n de proyectos perdidos".
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